Capítulo 13 Ojitos verdes

Venus despertó con su hijo aunque apenas había dormido unas horas. El horario que tenía, incompatible con la crianza de un niño, la estaba matando, pero sabía que el esfuerzo al final valdría la pena.

Desayunó con Tebbi y aún con el pijama se fueron hacia la casa de sus amigas donde esperaba que Atenea le contara el chisme de la noche anterior.

—¡Dita! —gritó el pequeño al verla tras la puerta.

—¡Ratón! —respondió de igual manera para después cargarlo en brazos.

—Pasa Vee, ¿Qué haces levantada tan temprano?

—Yo tengo un hijo ¿Y tú?

—Ella tiene una cita y no puede dormir —gritó Atenea desde la cocina.

—Hablando de citas... ¿Qué tal tu...? —Venus dejó de hablar cuando al llegar a la cocina vio a Afrodita haciendo señas para que se callara.

—Me voy a la cama. —Contestó toscamente la aludida.

Se levantó de la banqueta en la que se encontraba desayunando y se metió en su dormitorio dando un portazo que hizo saltar a todos los que estaban en la casa.

—Tu amigo la dejó caliente anoche, ni un beso le dio —argumentó Lovi al ver la cara que ponía su amiga.

—Eso no es normal, hablaré con el chanchi.

—Creo que es mejor que no te metas, a Ati no le hará ninguna gracia.

—Ok —respondió revoleando los ojos—, hablando de citas ¿Cómo es eso de que tienes una?

—Cruz me llamó anoche y tras caerme al suelo por la sorpresa, literalmente, me invitó a cenar. —Vee imaginó a su amiga con la cara contra el asfalto y se rio antes de recibir un golpe en el brazo.

—Así que esta noche las dos tenemos plan —dejó caer como si no tuviera importancia.

—¿Cómo? ¿Y tú con quien tienes planes?

—Con el ojitos verdes... —se hizo la superada aunque en el fondo quería dar saltos de alegría.

—¿Erick? —Aunque no lo pretendía, la envidia se apoderó por un minuto de Afrodita, pero recapacitó rápidamente, a ella le podía parecer muy guapo, pero era demasiado joven.

—Me mandó un audio ayer, escucha.

Mientras tanto, en el edificio de los chicos, dos de ellos charlaban sobre la extraña actitud que Erick había mostrado aquella mañana en la casa de Ali cuando hablaban sobre la próxima gira.

—Oye papi y ¿Qué tú vas a hacer ahora?

—Pensaba ir a patinar con Ollie, le dije a Erick pero me dijo que tenía planes en la noche y que quería descansar.

—Descansar... ¿No será que quedó en verse con Nadia?

—Creo que dijo haber cerrado completamente esa puerta.

—Quizá vino a Miami y le llamó para que se vieran.

—No tengo idea compadre, ya nos contará en algún momento. ¿Tú qué pensabas hacer?

—Quería tocar un poco pero les acompaño y me quedo jugando con Ollie.

Christopher y Zabdiel salieron hacia el Lot 11 acompañados de su guitarra, la tabla de skate y Ollie y una vez ahí el ecuatoriano comenzó a practicar los trucos que más le gustaban como el Halfcab flip o el Kickflip y antes de que la pista se llenara, entró en el bowl y trató con uno que le dejaba constantemente amoratado, el swich hard flip, truco que llevaba practicando semanas y que al fin aquel día consiguió realizar.

De vuelta a casa, mientras comentaban algunas interacciones que se le habían ocurrido a Christopher para hacer con sus fans durante la gira, unas chicas pasaron frente a ellos, rápidas, sobre patines, y aunque en un principio nada llamó su atención...

—Compadre, creo que yo conozco ese perro ¿Esas no son las amigas de Joel?

—No sé papi, yo no las conozco, pero si son ellas se ven bien... bellas —bromeó mientras hacía la forma del cuerpo de una mujer con las manos, a lo que Christopher respondió con una risa que se disimuló a causa del bullicio y de los coches que pitaban.

A Ollie, sin embargo, se le escuchó perfectamente ladrar, algo que llamó la atención de aquella bolita de pelo que contoneaba su trasero. Freya se giró para mirar a quien le hablaba pero Afrodita tiró de ella recuperando su atención.

—Dale Freya, no te quedes atrás que estoy cansada y quiero dormir un poco antes de salir.

—Le hablas a la perra como si te fuera a entender. —Se burló Venus.

—Tú calla y patina más rápido que Atenea es capaz de secuestrar a tu hijo para obligarte a ir al gimnasio todos los días.

—Mierda que es pesada a veces la generala.

—Y sin el a veces...

Para cuando las chicas llegaron a casa, Lovi y Vee se fueron directas a la cama, habían pasado horas patinando con el niño y jugando con Freya a la pelota en la bahía y estaban totalmente agotadas, así que Atenea decidió que se quedaría con él pues sabía que sería imposible dormir hasta después de comer, cuando todos se echasen su siesta correspondiente.

—Tenea ¿Qué película vamos a ve?

—La que tú elijas Taz.

—¿Zootopia?

—Vale, voy a buscarla ¿Quieres palomitas?

—Chiii —contestó feliz y después se acomodó en la cama de su “tía”.

La tarde pasó rápido pues la mayor parte del tiempo la pasaron durmiendo. Por suerte Tebbi se había cansado tanto durante la mañana que la siesta duró lo suficiente como para dejar descansar a Vee y las chicas. Aldana había salido por trabajo aquel día y ahí fue cuando la chilena se dio cuenta de cuan bien le hacía tenerla en casa.

Después de una rica merienda, con la que el pequeño se llenó la boca de chocolate gracias a los donut's que habían comprado en el camino de vuelta del parque, las muchachas comenzaron a arreglarse, cada una en su departamento, todas menos Atenea que se quedó leyendo en su cama tumbada mientras descansaba para su larga noche de trabajo junto al último chico al que quería ver en aquel momento.

Cuando Afrodita estuvo lista, salió para mostrarle a su amiga el precioso jumpsuit que había elegido en tono crema con rayas verticales finas en azul marino. Los había combinado con unos preciosos tacones en color nude que le realzaban las piernas.

—¡Dios! No sabía que podías estar más cañón que de costumbre... —le dijo la rubia con una sonrisa en los labios—. Me voy a poner celosa, te van a mirar todas, mi amor.

—Pero tú sabes que yo te soy fiel, la única mujer en mi vida eres tú...

En ese momento sonó el timbre. Venus entró cuando su hijo se coló como siempre en la casa y dejó a sus amigas con la boca abierta al verla con un vestido naranja fluor que le quedaba bien pegado al cuerpo y que contrastaba por completo con las zapatillas verdes que calzaba.

—¡Hostia!

—¿Les gusta mi modelito? —preguntó mientras usaba su típica pose de diva.

—Hoy se inunda Miami con vosotras dos por la calle —recalcó Atenea, haciendo a sus amigas reír.

—Ati necesito la chaqueta que te presté ayer, ¿la tienes?

—Sí, espera que te la saco.

—No tengo nada para que me puedas sacar —bromeó Venus.

—Oye, no tontees con mi mujer a ver si vamos a tener problemas tú y yo.

—Lovi, pensaba que te gustaban los hombres.

—Por supuesto, me gusta lo que hay entre sus piernas, sobre todo, pero Atenea es mi media naranja, el amor de mi vida ¡ES MÍA! —contestó enfatizando lo último—. Únicamente la comparto con hombres, porque las dos tenemos derecho a ser felices.

—Di que sí mi amor, tú defiende lo que es tuyo... —Miró a Venus rodando los ojos y con fingido susurro continuó—, ni caso, a veces se pone muy posesiva y celosa conmigo. —Comentario que hizo reír a todas.

El teléfono de Vee vibró y supo que su cita ya estaba abajo, así que le dio un beso a su hijo para despedirse y lo dejó con Aldana que recién había vuelto a casa.

Para cuando llegó a la puerta del edificio, los nervios que trataba de calmar iban creciendo nuevamente y no fue hasta que le vio y sintió su mano agarrando su cintura para darle un beso en el cachete, que no se terminó de alterar. Y no era para menos, estaba acompañada de uno de sus cantantes favoritos, de uno de los chicos más guapos que había conocido y... en definitiva, de Erick Brian Colón, alguien que, sin saberlo, formó parte de uno de los mejores momentos de su vida.

Él se separó y con una sonrisa infantil y nerviosa, se quedó callado mirándola de arriba a abajo fotografiando mentalmente cada parte de su cuerpo.

—Hola ojitos —le dijo la chilena tratando de que él reaccionara.

—Ho... Hola, perdón... es que... estás hermosísima —y por primera vez la chica se sonrojó.

—Gracias —sonrió tímidamente—. ¿Dónde quieres que vayamos?

—Eh... pues no lo pensé... ¿quieres elegir tú? —dijo el cubano rascando su nuca, golpeándose mentalmente por haber olvidado aquel pequeño detalle.

—Por supuesto, de hecho, tengo el lugar perfecto ¿Fuiste alguna vez a Dolores but you can call me Lolita?

—La verdad es que no. ¿Queda cerca?

—Sí, podemos ir caminando.

Cruz esperaba a Afrodita con los brazos cruzados mientras su espalda descansaba contra el coche. Ella al verlo se mordió el labio, pues estaba demasiado sexy con esa pose y ese look tan roquero que llevaba puesto.

Le abrió la puerta y juntos se fueron hacia el norte de la ciudad, a un centro comercial llamado Aventura Mall donde el muchacho había dispuesto pasar la noche.

Lovi se enamoró de aquel lugar al instante, era grande, pero además estaba lleno de pequeñas obras de arte con las que le encantaría fotografiarse, pero no lo hizo y no lo hizo porque al entrar y ver ese gran tobogán de tubo con varios giros, le preguntó a Cruz si le gustaría tirarse por uno de ellos. Era algo infantil, ella lo sabía, pero en el fondo seguía sintiendo que la niña que una vez fue nunca la dejó, así que con los ojos iluminados y una sonrisa infantil se preparó para salir corriendo hacia ellos, justo antes de que él hiciera añicos sus deseos inquiriendo en lo absurdo que sería que dos adultos se lanzaran por ahí y sobre todo, le dolió que como excusa usase que no debería hacerlo para no ensuciar el hermoso traje que llevaba puesto. Por eso mismo comprendió que Cruz era más serio que ella y que pedirle que le tomara una foto con cualquiera de esas figuras sería como pedirle a un calvo que se pasara un peine. Insultante.

Caminaron de la mano mientras conversaban de cosas bastante profundas, algo que llamaba demasiado la atención de Afrodita y le gustaba, aunque se dio cuenta de que ella más bien hablaba poco, era él quien manejaba la conversación y aunque era bastante elocuente, también le resultó un poco pedante.

—Ya hemos llegado —le dijo mientras señalaba un restaurante llamado Sushi Siam.

Afrodita frunció el ceño con total desagrado, no le gustaba para nada ese tipo de comida, pero esperaba que al menos tuvieran en la carta algo más apetecible como arroz frito o fideos.

—¿Y cómo terminaste trabajando en un club de striptease? —le preguntó mientras se sentaban. Y no fue la pregunta, fue el tono en el que la hizo lo que no le gustó.

—No trabajo en un club de striptease, soy propietaria de un male strip club donde además trabajo como host. —Le aclaró un poco molesta.

—Disculpa, no pretendía ofenderte —le sonrió nervioso y ella aceptó sus disculpas y le devolvió la sonrisa.

La camarera se acercó para tomar nota y antes de que Afrodita pudiera contestar, Cruz se adelantó para hacer su pedido.

—Creo que un Sushi combo y un Sashimi combo estarán bien.

—¿Todo eso vas a comer?

—No, es para los dos —rio ante su pregunta “absurda”.

—Oh, no gracias, yo quiero unos Clear noodle, por favor —le dijo a la chica en inglés.

—¿No te gusta compartir?

—No, no me gusta el sushi.

—Disculpa, debí preguntarte antes de entrar ¿Por qué no me dijiste nada?

—Imaginé que tendrían más cosas en la carta, no pasa nada, pero a la próxima deberías preguntarle.

—¿A la próxima?

Erick y Vee lo pasaban bien, hablaron sobre sus familias, lo duro que era dejar a gente a la que querías atrás y lo bonito que era cuando te reencontrabas con ellos esporádicamente.

Cuando la camarera dejó frente a Erick la gran American BBQ bacon double cheesburger y una Coca-cola con hielo, Vee se burló diciendo que ese plato era más grande que él y él se rio pues no estaba tan equivocada.

—Debí pedir lo mismo que tú, ese Hawaiian tuna poke bowl parece apetitoso.

—Pues no te pienso invitar, es sólo para mí —bromeó justo antes de que su teléfono sonara.

—Disculpa, puede ser importante, ¿te importa? —negó con la cabeza—. Chanchi, ¿Qué pasa?

—Mi cita... —bufó desanimado Fabi.

—Mira mi amor, —la cara de Erick en ese momento cambió por completo—, ¿Te parece si te espero con desayuno después del turno y me cuentas? Ahora estoy cenando con un amigo.

—Sí, mejor, te amo baby girl, beso.

—Love you too baby boy, beso, bye! —se despidió ella tiernamente.

—¿Era tu novio? —preguntó Erick con la cabeza gacha.

—¡No! —exclamó Vee y se rio sólo de imaginarlo, mientras negaba con la cabeza—. Un amigo, el otro en la barra del Lilith.

—Ah... perdón, pensé... nada… —Ella se rio, le pareció tierno ver al menor un poco celoso.

Tras la cena, unos tragos, Ice Sangría para él y Pompom Margarita para ella.

—Oye, me gusta tu —comentó el cubano sobre el que tenía Venus en el hombro.

—Ah sí, me encanta, pero me gusta más el de la cintura

—¿Me lo enseñas? —preguntó alzando las cejas.

Vee le devolvió la mirada con una sonrisa pícara y se levantó de la silla, amagando que se alzaría el vestido, pero simplemente se lo acomodó y volvió a sentarse, dejándole con la boca abierta y una mirada divertida.

Tras una cena que terminó volviéndose amena y comunicativa, interesante y quizá un tanto sugerente en algunos momentos, Lovi le ofreció ir a su departamento a tomar la última, pues aunque al principio era una mujer tímida y comedida, en cuanto notaba la química con la otra persona, no perdía el tiempo y con Cruz definitivamente no quería perderlo pues a pesar de su descuidada caballerosidad, el chico seguía teniendo esos ojitos verdes que la volvían loca y ese cuerpo tan marcado que apenas la ropa que llevaba podía ocultar.

Subieron al coche y pusieron rumbo al departamento. Cruz no dudó en posar su mano sobre la rodilla de Afrodita, algo que erizó su piel, aceleró su pulso y humedeció su entrepierna.

Encontraron aparcamiento cerca del edificio y antes de salir del coche, mientras se quitaban los cinturones, él se decidió a preguntar.

—¿Segura que quieres que suba? —lo hizo mientras se acercaba despacio su cuerpo.

—Sí, claro —se mordió el labio inferior.

—Y ¿Qué tienes para beber? —él seguía acercándose lentamente, creando de esta forma una tensión que podía cortarse con cuchillo.

—Pues seguramente ron y tequila —mintió.

—Me encanta el tequila. ¿Sabes cuál es el mejor sitio del que beber tequila? —ya estaba a escasos milímetros de ella.

—¿Cuál? —su voz era un susurro agitado.

—Tu ombligo —y la besó.

Erick decidió acompañar a Venus hasta su casa como el caballero que había demostrado ser y, para que negarlo, con la esperanza de que la noche no terminara ahí.

Siguieron con su entretenida conversación, la cual había llegado al día que conocieron a Joel y como alguien que era tan reservado en algunas ocasiones, había conseguido ser tan cercano a tres chicas que apenas acababan de llegar a la ciudad.

—Llegamos —dijo Venus cortando así las caricias que Erick le estaba dando en la mano con el dedo pulgar—, gracias por todo, estuvo genial.

—Gracias a ti por aceptar. —Respondió mientras acortaba la distancia para abrazarla.

Se separó muy lentamente sin soltarle la cintura y sus bocas quedaron a escasos centímetros. Ella, que estaba de puntitas, sentía que en cualquier momento perdería el equilibrio, pero lo recuperó en el preciso instante en el que se besaron, quedando así afirmada a su cuello. Se dejaron llevar por aquel dulce beso donde dos lenguas peleaban por ver quien sabía mejor y ambos labios se humedecían tras pequeños mordiscos.

—Perdón —Venus posó los talones sobre el suelo y se alejó de él cuando menos lo esperaba—. Lo siento, pero... eso fue... raro. —Él con los labios apretados asintió, aún sin separar su vista de los de ella.

—Sí... bueno, me gustó, pero no fue como me esperaba. —Agachó la mirada.

—Tranquilo —le dijo mientras buscaba sus ojos—, nos ha pasado lo mismo. ¿Amigos? —le preguntó mientras estiraba su mano para que la estrechara, firmando así el pacto.

—Sí, amigos.

Afrodita seguía besando a Cruz con pasión, con urgencia, con deseo. Sus lenguas se peleaban y se enredaban como si lo hubieran hecho siempre. Sus bocas se amoldaban perfectamente y con rabia se pellizcaban los labios el uno al otro cuando una llamada rompió la magia. Lovi no quería contestar, pero era el tono del Lilith y no podía no hacerlo.

—¿Sí? —dijo entre jadeos.

—Es urgente, te necesito por favor, ven ya al club.