Capítulo 53 De vuelta a la realidad
- denovelasvalacosa
- 10 may 2022
- 13 Min. de lectura
Actualizado: 14 may 2022
Había pasado un mes desde que Afrodita se despidió de Miami y todo a su alrededor había cambiado, empezando por que su amiga Dana ya no estaría a miles de kilómetros de ella.
—Definitivamente no puedo dejarte sola en Miami por más tiempo —Le dijo un par de días después de su encuentro—. Siento que si no voy contigo vas a pasarte la vida con la cara de culo que traes.
—No sé de que me estás hablando —Se defendió nuestra Diosa.
—Lo peor es que no te das cuenta de que es demasiado obvio. A ver —Se sentó junto a ella en la mesa— déjame adivinar. Le has llamado, no te ha respondido y en vez de escribirle, te pones de morros, cuando en realidad el muchacho puede que esté ocupado trabajando.
—Nada que ver... —Hizo una pausa un tanto dramática, de las que ponían los nervios de la Valenciana a prueba— es sólo que tengo una sensación rara en la boca del estómago, como si algo estuviera pasan... Espera ¿Dijiste que vas a venir a Miami?
—En realidad estaba por preguntarte. No sé si te parezca bien, pero necesito volver al mundo del baile. Desde que mi madre se fue me ha sido muy difícil volver a crear coreografías, pero necesito que eso cambie, quiero que eso cambie y pensé que quizá podría pasar si me alejo de aquí.
—Entiendo que me estás pidiendo trabajo ¿No?
Para cuando Atenea volvió a España llevó con ella dos regalos. Uno, una tableta de diseño gráfico última generación que entre todos habían comprado para Tito. Y el segundo, la visa de trabajo que tanto necesitaba la valenciana para poder viajar junto a su amiga. A partir de ese momento sería la mano derecha de Batista y la izquierda de las chicas. Además iba a ser la nueva niñera de Tebbi ya que...
—No va a cambiar nada entre nosotros, wey, seguimos siendo amigos ¿No?
—Pero te vas a la otra punta de Miami ¿Cómo se supone que vamos a vernos?
—Estoy a veinte minutos en coche, nos veremos todo el tiempo, además, sigo trabajando con los chicos, pasaré más tiempo en el Downtown que en el Doral.
—¿Entonces por qué te vas?
Otro cambio más se forjaba en Miami, algo que pondría la vida de la Diosa de cabeza.
Venus encontró mucho apoyo emocional durante aquel periodo de duelo. Uno de ellos fue Erick, su fiel y adorable bebé quien le cantaba baladas al oído cuando las pesadillas no la dejaban dormir. Porque sí, a pesar de que al principio el trauma por la perdida había sido leve, un día la Diosa comenzó a tener sueños terribles en los que todo se repetía una y otra vez en bucle.
Atenea también fue alguien en quien apoyarse, pero al final tenía tantas cosas encima que apenas pasaban tiempo juntas. Se había echado al hombro el club al completo. Se juntaba con Fabi para hacer los pedidos, organizaba las reuniones de empleados y le daba ideas a Batista sobre las coreografías, lo que también le permitía tenerle cerca, vigilado y sin darse cuenta, totalmente enamorado.
Richard, que no sabía nada sobre el aborto, bueno, no sabía nada sobre el embarazo siquiera, se comió el cuento de que tenía problemas anímicos causados por el estrés y la falta de sueño, ya que trabajar de noche y cuidar a un niño no le dejaba mucho tiempo para descansar, así que decidió poner de su parte y ayudarla en todo lo posible con el pequeño. Cada semana se pasaba por la guardería a recogerlo al menos un par de veces y lo llevaba donde sus papás para que jugase con la perra o se iban al parque junto con Aaliyah. Después lo devolvía envuelto en tierra y con tanto sueño que caía rendido apenas tocaba la cama.
Y por último teníamos a Christopher.
Tras aquel beso, la relación entre ambos se afianzó y pasaron de ser simples conocidos a dos amigos de verdad que se contaban prácticamente todo.
—Hay alguien que te tiene con la mirada triste —le dijo una tarde la chilena mientras se acurrucaban a ver una película con Tebbi, Freya y Ollie.
—¿Por qué dices eso?
—Porque creo que te conozco lo suficiente como para saber que hay algo que te preocupa y te causa dolor. Eres muy transparente.
—Están pasando muchas cosas en mi vida, sí, pero estoy bien.
—¿Mujeres? —se interesó.
—No, tiene que ver con la banda. —Mintió, a medias.
—¿No se ponen de acuerdo en ver quien dice ¿Qué quienes somos? CNCO? —Bromeó, haciendo reír al ecuatoriano.
—No, esa es tarea de Erick. Es algo más complicado que eso, pero no puedo contarte nada.
—Somos amigos, Chris, creo que puedes contarme todo, se guardar un secreto.
Oh, y tanto que sabía, pero él también y por mucho que ella le mirara con esos ojitos de corderito, no iba a soltar prenda.
—Creo que hace un tiempo dejamos de ser sólo amigos ¿no? —La sonrisa ladina y pícara del muchacho se hizo presente, convirtiendo la piel de Vee en la de un erizo. Ella también le sonrió de forma perversa.
—¿Te vas a quedar a cenar?
—¿Crees que después de mirarme a los ojos, lamerte los labios y sonreírme así mientras pasas la mano por mi pierna voy a tener intención de irme?
—No esperaba otra respuesta.
Para cuando esa conversación tuvo lugar, ellos apenas se habían acostado un par de veces y las chicas en España disfrutaban de una gran boda.
Las ultima maleta pasó por la cinta transportadora y Dana se apresuró a recogerla mientras Atenea avisaba a su novio de que ya estaban por salir. El avión se había retrasado por lo menos una hora y el pobre Batista había llegado con tiempo de sobra, así que la espera se le debía estar haciendo larga.
Con todo listo sobre los carros, las Diosas cruzaron la puerta y se encontraron con tanta gente que por un minuto debieron sentir lo mismo que sus amigos al salir de gira.
Los primeros ojos que se cruzaron fueron los del pequeño Tebbi, que esperaba ansioso con un globo en la mano que rezaba “wellcome”. Junto a él, su madre, por supuesto, con la sonrisa más amplia que sus labios podían ofrecer. Había extrañado a Lovi en exceso y acababa de darse cuenta de ello.
A su derecha se encontraban Zabdiel, Richard y Batista, que tardó dos segundos en agarrar del cuello a su chica para poder besarla, como si hubieran pasado meses separados y no una semana.
El siguiente en acercarse a las recién llegadas fue Joel, que junto a Aldana saludaron muy amablemente a Dana, a la cual habían visto por videollamada en innumerables ocasiones.
—Sigo sin acostumbrarme a su cara, es como si estuviera viendo a Rihanna. El comentario de Erick hizo reír a todos los presentes. A todos menos a Lovi que con la mirada buscaba entre la multitud a aquel a quien tanto ansiaba ver. Pero no estaba. Y era lógico ¿no? total, después de como se había portado con él en aquel mismo lugar apenas un mes antes y viendo que no sólo no le había cogido el teléfono en ningún momento, sino que tampoco hizo el amago de devolverle la llamada ¿Cómo se le ocurría pensar siquiera que iba a aparecer?
—¿Estás bien? —las palabras de Zabdiel acariciaron su oido trayéndola de vuelta a la realidad. Ni siquiera se había dado cuenta de que el boricua la estaba abrazando.
—Sí, claro —reaccionó rápidamente—, te he extrañado mucho.
—Yo también.
Vee se apresuró y se encaramó al brazo de su amiga tan pronto Tebbi se arrimó a Richard para irse hacia el coche con él de la mano, haciendo que Zabdiel, un poco incómodo, se alejase de nuevo. Lovi le miró por encima del hombro para, con lástima, regalarle una sonrisa que le reconfortara. Sabía que lo estaba pasando mal y aunque en cada llamada y mensaje se había hecho el duro, algo le decía que no había superado en absoluto la ruptura, separación o decisión de Venus.
—Le he pedido al morenazo que se quede con Tebbi un rato, he preparado algo de comer y voy a secuestrarte. Tenemos muchas cosas de las que hablar.
—Genial —Se alegró Lovi, quien también había extrañado sus largas conversaciones con la chilena— yo también tengo cosas que contarte. Bueno, una y es muy importante.
Dana deshizo la maleta rápidamente y se despidió de su nueva compañera de piso. Había quedado con su primo y había escuchado sobre esa comida privada que querían tener con Afrodita, así que no sé entretuvo demasiado y decidió dejar para la noche las presentaciones profundas y la primera conversación con Vee en persona.
No pasaron ni quince minutos cuando la Diosa cruzó el umbral para charlar con su amiga.
Venus parecía nerviosa, no sabía por dónde empezar, quería hablar del bebé, de como se sintió al enterarse que estaba embarazada, de como se dio cuenta de que era de Zabdiel. Que era de Zabdiel. Quería hablarle de esa relación que medio mantuvieron cuando ella terminó con el juego... Y aunque todo eso la Diosa ya lo sabía, a la chilena se le seguía revolviendo el estómago sólo de pensar en las caras que pondría. Además estaba lo de Chris ¿Cómo iba a contarle que lo utilizaba para olvidarse de quien realmente quería a su lado? Sería como asumir que es una cobarde en eso del amor y Venus no es una cobarde ¿No?
—Ya me tienes aquí, ¿Quien empieza? Lovi también estaba nerviosa. Debía abrir su corazón, contarle a Vee sobre sus sentimientos por Chris, por como se había ido enamorando de él poco a poco con esas citas, no citas, que habían mantenido a lo largo de los meses. Por esas miradas furtivas. Tenía que contarle como una señora que no les conocía de nada se había dado cuenta antes que ella misma. Sobre su sueño. Debía explicarle que se acostaron y que fue una gallina por mentirle y decirle que lo había olvidado. Tenía que hablar del aeropuerto, su comportamiento, el regalo de Chris, la rosa y su explicación, sobre las llamadas sin respuesta y el miedo a enviar un mensaje y no recibir uno de vuelta.
Eran muchas cosas de las que las Diosas tenían que hablar y no hablaron de ninguna.
Joel caminaba por su nuevo departamento con claro nerviosismo. Llevaba semanas dándole vueltas al asunto, pero ¿Qué más podía hacer? Aldana se marchaba, de eso estaba seguro, él jamás le habría pedido que no lo hiciera; no cuando se le había presentado tremenda oportunidad en su carrera. Pero es que la que él tenía era igual o mayor y ¿Cómo iba a apartar sus sueños por el amor de su vida? o mejor dicho ¿Cómo no iba a hacerlo?
Seguía paseando de un lado para el otro cuando su novia entró en casa y lo encontró mordiéndose las uñas.
—No quiero que vengas. —Le dijo, muy seria, tanto que casi le creyó.
—No digas tonterías —su semblante no había cambiado, pero sus ojos la miraban con ternura.
—Lo digo en serio Joel. Vas a grabar una película, tus compañeros te necesitan, sois una familia, no puedes simplemente marcharte porque a mi me ofrezcan trabajo en Milán.
—¿Tú te estás escuchando? Te vas a Italia, no a la vuelta de la esquina. No a tres o cinco horas de vuelo, no. Te vas a otro continente.
—Pero tu vida está aquí.
—Mi vida ahora mismo eres tú.
—¡No! —se molestó severamente—. No me puedes cargar a mí con este muerto. No puedes abandonar tu vida, tus sueños, tu carrera, por mi. ¡No!
—Déjame a mí decidir lo que quiero hacer o lo que estoy dispuesto a hacer por el amor que te tengo. Todavía no he decretado nada, primero debo hablar con alguien.
—¿Afrodita?
—No, ella me mataría sólo por proponerlo. Quiero hablar con el nuevo manager del grupo para ver que le parece la idea que se me ha ocurrido.
Erick mantenía una conversación bastante importante con Selene, cuando Christopher tocó la puerta de su departamento.
—Loco, ¿Dónde te metiste en la mañana? Te estuvimos llamando para ir a recoger a las chicas y no le respondiste a nadie.
—Estaba cansado y me quedé dormido. Recién me levanto —mintió.
Odiaba mentirle a su mejor amigo, pero ¿Qué iba a decirle? “No, mira, no fui porque no tengo ganas de ver la cara de Afrodita y recordar como me dejó hecho mierda el día que se marchó”
—Pues menos mal que te has levantado, Clara ha estado llamando también, tenemos reunión mañana en la mañana, al parecer hay algo importante que debemos atender.
—No tengo el cuerpo para más giras —se quejó el ecuatoriano, medio en broma.
—Lo que no tienes es cuerpo para tanta fiesta después de trabajar, que ya te estás haciendo mayor.
—Mayor la verga de tu abuelo. —Erick se echó a reír a carcajadas.
—No creo que sea ninguna gira si tenemos que empezar a rodar pronto…
En ese momento el teléfono de Chris volvió a sonar por decimonovena vez aquella mañana, pero ahora si le apetecía contestar, y más a quien estaba al otro lado de la línea.
—Buenos días, hermosa.
—¿Días? Son las tres de la tarde, weon.
—Bueno, me acabo de levantar, alguien no me dejó dormir mucho esta mañana.
—Pues o hablas de otra chica o te refieres a tu perro.
—Me refería a Erick, la verdad —La Diosa comenzó a reírse y el cubano le miró con una mano en el pecho y una cara bien dramática—. ¿Qué anda rondando esa cabecita para que me llame?
—Lovi acaba de marcharse a descansar y me ha sobrado algo de postre. ¿Quieres venir a terminártelo?
—No sería capaz de negarme. —Disimuló con elegancia como el estómago se le había contraído al escuchar el nombre de la recién llegada.
Finalizó la llamada, se despidió de su amigo sin darle muchas explicaciones, a pesar de que éste le preguntó un par de veces de quien se trataba y se encaminó a casa de Vee, pasando primero por la farmacia. Ya se les habían acabado los preservativos.
Atenea se acurrucó en el sofá de la casa de Batista mientras este preparaba un par de cafés en la cocina. Habían pasado una semana separados y se sentía como demasiado tiempo, lo que le pareció extraño a la española pues seguía con ese no se qué en el estómago que le decía que todavía ocultaba algunos secretos.
—¿Cómo va todo con tu ex? —le preguntó mientras sostenía el vaso que le estaba ofreciendo.
—Los abogados se están encargando de todo, pero al menos ahora me deja ver a mi hijo.
—Me alegro mucho de que haya entrado en razón.
—Supongo que tu llamada ha tenido mucho que ver —le miró de soslayo.
—No quería inmiscuirme, de verdad, pero no podía verte tan triste.
—No era un reproche, mi amor, al contrario, muchas gracias por hacer esto por mí. Jamás pensé que pudiera cambiar de opinión, es demasiado cabeza dura, pero supongo que una buena negociadora sabe que decir en estos casos, —La rubia se rio ante el comentario y éste se contagió de su risa—. Me gustas demasiado, Ati, no quiero joder las cosas contigo.
—Entonces no me mientas nunca, sólo así esto puede funcionar.
—Yo… —Sabía que ella sabía que aún le ocultaba cosas, pero no era por que no quisiera contarle, era porque no podía sin que saliera lastimada— dame tiempo, ¿Sí?
—Con una condición —le miró coqueta.
—La que quieras, mami.
—Ven aquí conmigo y dame mimitos. Hazme olvidar que quiero pegarte.
Afrodita volvía de pasear a Freya, cuando un cuerpo conocido y al que ansiaba, pero no esperaba ver, se le cruzó por delante. O más bien, se encontraba parado justo en la puerta de su edificio.
Su camiseta lila, sus vaqueros rotos, su gorra negra, estaba claro que era él, pero aún no la había visto, se encontraba de espaldas y rebuscando en su pantalón.
Freya ladró, también le había reconocido.
—Traidora —le susurró.
El rubio se dio la vuelta, tampoco esperaba encontrarse con ella y aunque la primera mirada que le dio fue dura, al ver como le sonreía tímidamente, su mandíbula se suavizó y sus ojos se llenaron de ternura, olvidando al instante todo lo ocurrido hasta ese momento. Como si no tuvieran pasado, como si esa fuera la primera vez que se veían y solo existieran sentimientos hermosos entre ambos.
—Hola —saludó Lovi primero.
—Hola —respondió Christopher mientras se rascaba el cuello—. No esperaba verte aquí.
—Vivo aquí —se rio un poco.
—Sí, claro, ya sé, sólo que no esperaba encontrarte… aquí —señaló el lugar para dejar claro a que se refería.
—No viniste esta mañana —comentó mientras agachaba la cabeza.
—Me quedé dormido —mintió, y ella lo supo por como jugaba con sus anillos, nervioso.
—No pasa nada, entiendo que no quisieras venir, yo… me porté muy mal contigo la última vez que nos vimos y…
—¡Ey! —se acercó para levantar su barbilla y así poder mirar sus ojitos tristes. La boca se le secó en anticipación por tener sus labios tan cerca después de tanto tiempo—. No te disculpes, sólo fuiste clara con lo que sentías, lamento no haberlo entendido en aquel momento.
Lovi quería gritarle que no, que en realidad sólo estaba siendo una cobarde incapaz de aceptar sus sentimientos, que tenía tanto miedo a salir lastimada que no fue capaz de ser sincera, tal y como le estaba pasando a él.
Sus rostros estaban tan cerca que le costaba hablar sin que su voz temblase. Se miraron a los ojos firmemente y en ambos se podía ver que esa chispa del primer día seguía intacta.
La Diosa, dejándose llevar al fin, acarició su mejilla con dulzura y se acercó un paso más, acortando la distancia entre sus rostros.
El ecuatoriano lamió sus labios para humedecerlos pensando únicamente en el sabor que tendrían los que se encontraban a escasos centímetros y no podía dejar de mirar.
Lovi también bajó la vista hacia los suyos.
—Chris… yo… —se le atragantaban las palabras—, me gustaría que…
La puerta del edificio se abrió y ambos saltaron, alejándose el uno del otro como acto involuntario.
—¡Lovi! ¿Qué haces acá?
—Vivo aquí, frente a ti —respondió obvia.
—No, sí, claro, es que no esperaba… —miró a quien tenía a su derecha antes de terminar la frase—. Chris, gracias por venir para acercarme a casa del morenazo.
—¿Eh? —El ecuatoriano no sabía a que se refería, así que se llevó un codazo “disimulado” en las costillas mientras Venus seguía hablándole a su amiga.
—Me ha escrito hace un ratito que se le ha pinchado una rueda o no sé que verga del auto y no puede venir… pobre.
—Sí, claro, pobre… espeso que sólo sea eso.
Afrodita, que de tonta no tenía un pelo, fue rápida en atar cabos, Chris en la puerta de su casa, como quien dice, asombrado de verla por ahí, con el pelo mojado y una pequeña marca roja en el cuello, algo que habia pasado desapercibido hasta ese momento. Venus, disimulando tremendamente mal, con la melena aún empapada y la marca de unos dientes en el hombro que el tirante de su vestido no cubría. Era reciente, lo sabía porque no era morada, sino simplemente la huella de unos dientes clavados.
Tragó saliva, dolida, pues ninguno de los dos había dicho nada y ambos, o al menos Vee habían tenido la oportunidad de hacerlo. Además ¿No habia estado hacía unos segundos a punto de besarse con Chris? En ese momento se alegró por la interrupción.
—Bueno, me voy a casa —tiró de la correa de Freya que descansaba a su lado— mándale un beso a Richard de mi parte y dile que me llame cuando tenga un minuto. Le extrañé demasiado.
Christopher hizo una mueca de disgusto, lo que a ella le pareció perfecto. Si sus sospechas eran ciertas, él tenía muy poco derecho a molestarse porque volviera a verse con ninguno de sus amigos.
Se despidió con prisa y entró rauda antes de que se le comenzase a notar la ira mezclada con tristeza. Por supuesto, no sin torturarse un poco antes y girar el rostro apenas unos milímetros el tiempo suficiente como para confirmar que estaba en lo cierto. Venus estaba entregándole el teléfono que claramente había olvidado en su casa. Eso era lo que buscaba en sus pantalones cuando lo encontró, su puñetero teléfono.
Por suerte para ella, volvió a centrarse en el ascensor a tiempo para no ver como, de la mano, se daban un casto beso y se marchaban calle abajo.
Pobre Lovi