Capítulo 52 Corazones rotos
- denovelasvalacosa
- 28 feb 2022
- 15 Min. de lectura
Actualizado: 6 may 2022
Venus despertó al sentir una mano en su vientre y dio un respingo leve al ver que su hijo se encontraba al otro lado de la cama.
Miró hacia abajo con nerviosismo y se enojó al encontrar un gran reloj en la muñeca de quien la tocaba.
Se movió como pudo para no despertar a Tebbi y una vez salió de la cama tocó el hombro de Zabdiel para despertarlo.
El boricua parpadeó hasta hacerse a la luz y al ver la cara de Venus sonrió, sonrisa que se borró al notar su enfado.
—¡Sal, ya! —gritó en un susurro. (¿Se puede gritar en susurros?)
El boricua, perezoso, se levantó con temor. No era su intención quedarse dormido, es más, no se había molestado ni en quitarse los zapatos, pero al sentir la calidez del cuerpo de Vee, que se había ido con Morfeo rápidamente tras tomarse el té, no pudo sino cerrar los ojos e irse con ella.
Tebbi había caído un poco antes en el sofá mientras veían una película y fue al acostarlo que se propuso darle un abrazo a la chilena antes de irse, pero... Claro, eso, ella, no dejó que se lo explicara.
—¿En qué mierda estás pensando, Zabdiel? Nosotros no somos pareja, no somos una familia feliz que se va a dormir unida.
—Pero podríamos serlo —se escuchó decir al recordar lo que tanto quería preguntarle— estás embarazada ¿Verdad?
—¿Estás loco? —Sintió un dolor punzante en la barriga, pero no se le movió ni un músculo del rostro.
—No me digas así, sé que algo te está pasando.
—Me pasa que te pedí que te fueras y no sólo no me hiciste caso, sino que te quedaste a dormir conmigo y con mi hijo. ¡Con mi hijo! ¿Quién mierda te crees que eres weon?
—Por más que lo niegues somos más que amigos.
—¡Verga, por qué estos weones no entienden! —Se desesperó y olvidó que su hijo dormía a escasos metros—. ¡No somos nada, cachai! No quiero ser nada tuyo ¿No te sirve tener solo sexo? Perfecto, pues no tendremos nada.
Otro pinchazo.
—No lo dices enserio. Vee, no hagas esto, no me alejes, mami, yo sé que me quieres tanto como te quiero yo.
—¡Tú no me quieres! No te das cuenta, pero no me quieres. Soy solo el juguete nuevo, pero te cansarás, como lo hiciste con Lovi.
—Te estás yendo al carajo.
—Pero no estoy mintiendo.
—A ella nunca le dije que la quería. —Se excusó.
—Y a mí me lo dices mientras te echo de mi casa. Muy elocuente. Lárgate, vete de una maldita vez y por favor, no vuelvas.
—No me hagas esto —Zabdiel llevaba media discusión aguantando las lágrimas, pero sabia que no podría hacerlo por más tiempo.
—¡Qué te largues! —Abrió la puerta y esperó a que él saliera para cerrar de un portazo sin importarle quien pudiera despertarse.
Un nuevo pinchazo sacudió su vientre mientras lloraba desconsolada en el suelo de la entrada. Al otro lado de ésta, Zabdiel hacía lo mismo camino al ascensor.
Un río de sangre comenzó a recorrer las piernas de Vee, que quien con lágrimas aún en los ojos se levantó como pudo, sin dejar de sentir ese terrible dolor punzante, caminó como pudo hasta su dormitorio, agarró su teléfono y entró al baño.
—¿Quién es? —La voz al otro lado sonaba adormilada, como si no se hubiera despertado todavía.
—Erick, necesito que vengas a mi casa ahora mismo, necesito ir al hospital —trató de sonar firme, pero no lo consiguió en lo absoluto.
—¿Qué ha pasado, Vee, estás bien? —De repente se encontraba sentado en la cama muerto de miedo.
—No, por favor, ven ya.
El llanto desesperado despertó a su hijo, quien al abrir la puerta, mientras frotaba sus ojitos, se encontró a su madre en la ducha, sentada en el suelo, tratando de recomponerse mientras se limpiaba la sangre.
—Mom?
—Tebbi, ponte los zapatos, por favor, hijo.
—Are you okay, mommy?
—Por favor, haz lo que te pedí.
El pequeño, obediente, salió hacia la entrada y al buscar sus zapatos se percató de una pequeña mancha en el suelo, además de un camino de gotas que se perdía en su cuarto. Lo miró y como todo un hombrecito se encaminó a la cocina, agarró papel y lo limpió lo mejor que pudo. No sabía que era, pero su madre le había enseñado que nada en la casa debía estar sucio, así que hizo lo que tenía bien aprendido a una edad tan temprana.
Pocos minutos más tarde el timbre sonó insistente y al ver que su madre no salía de donde se encontraba, se acercó a la entrada, preguntó quien era y al escuchar la voz de su tío Erick, abrió la puerta.
—Hola campeón, ¿Dónde está tu mamá? —trató de mantener la calma, pero al ver la sombra de lo que había sido una mancha de sangre junto a los pies del niño, se le olvidó serenarse en presencia del menor.
Entró a toda prisa en el dormitorio, irrumpió en el baño sin importar que Venus estuviera desnuda y al encontrarla abrazada a sus rodillas en la ducha, comprendió lo que estaba pasando. Vee había perdido a su bebé.
Agarró la toalla que se encontraba tras la puerta y cerró el agua del grifo sin pronunciar una palabra. Echó la toalla sobre ella y al intentar incorporarla un gemido de dolor salió de la garganta de la chilena.
Ninguno sabe de donde sacó la fuerza alguien tan delgado como Erick, pero consiguió cargarla en brazos, recostarla sobre la cama, buscar una blusa o vestido que pudiera cubrirla, cargarla de nuevo hasta donde tenía el coche aparcado y subirla a la parte de atrás; todo sin perder de vista a Tebbi por un segundo. (Le llaman fuerza histérica, donde tu cuerpo segrega tanta adrenalina al ver a un ser querido en problemas, que te permite aguantar con lo que venga).
Amarró su cinturón y voló hasta llegar al hospital, todo sin mencionar una palabra. Sabía que debía sufrir, no sólo por el dolor físico que un aborto espontáneo generaba, sino por lo emocional de la situación ya que podía escuchar como intentaba ahogar el llanto. Conocía lo suficiente a Vee para saber que odiaba sentirse vulnerable, y hablar de lo que estaba ocurriendo le haría sentirse demasiado incómoda, así que lo único que se pudo escuchar todo el trayecto eran los sollozos entrecortados y las respiraciones nerviosas de Esteban y Erick.
Los médicos de urgencias se la llevaron en una silla de ruedas y la subieron tan rápido pudieron a una camilla. Desapareció tras unas puertas y entonces ahí fue cuando Erick olvidó la calma y se largó a llorar mientras el pequeño, sin entender nada concreto, pero sabiendo que algo malo pasaba, le abrazó para calmarle.
—Mamá va a estar bien, mamá es fuerte, ella siempre está bien.
El cubano abrazó con fuerza al pequeño y lo acomodó sobre sus piernas en aquel asiento de la sala de espera.
—Sí, campeón, todo va a estar bien. Tu mamá estará bien— le dijo con cariño mientras secaba sus lágrimas.
Christopher despertó de un salto aquella mañana, con mal cuerpo y un peor sabor de boca, algo que le decía que las cosas no iban bien, pero se calmó al darse cuenta que únicamente se dejaba llevar por el terrible sueño que había tenido, ese en el que Afrodita se reía en su cara al confesarle sus sentimientos abiertamente.
—Te amo, te amo desde el día en que te vi por primera vez en la pantalla del teléfono de Joel —le decía el ecuatoriano con el corazón en la mano y los ojos brillantes.
Lovi comenzó a carcajearse tan fuerte y alto que sintió morir. Lo que más le gustaba de ella era su risa, sincera y escandalosa como la de él, hasta ese preciso instante en el que la usó para burlarse de sus palabras y entonces todo se volvió negro. Negro en su sueño, negro en su mente y negro en su corazón.
<<He hecho bien al borrar su teléfono>> se reafirmó a sí mismo mientras se pasaba las manos por la cara.
Sabía que en la vida real Lovi no haría eso, jamás lo lastimaría así, ¿o sí? ¿no era eso lo que había estado haciendo hasta ahora? Cada vez que se acostaban lo negaba, siempre le decía lo malo que había sido aquello y que ellos eran sólo amigos. ¿Amigos? Los amigos no se meten en la cama del otro, no se dicen lo mucho que se desean, no se recorren piel a piel cada centímetro, con manos, lengua y dientes. Ellos hacía tiempo habían dejado de ser amigos y ella no quería aceptarlo, así que sí, de alguna forma comenzó a sentir que la Diosa sólo se había reído de él, como en su sueño, aunque no de manera tan literal.
Bajó en el ascensor hasta el patio para perros que su edificio tenía, ni ganas de pasear a Ollie le dieron aquel día. No quería salir a la calle, no quería ver a nadie, hablar con nadie, lo único que tenía claro es que pasaría las horas de aquel día metido en la cama viendo alguna serie, escuchando música o escribiendo canciones para el siguiente álbum, aprovechando todos esos sentimientos que traía dentro.
Pensó incluso en apagar su celular, pero podían llamar por algo importante relacionado con la película o con la banda y optó por no hacerlo. Aunque sí apagó el wifi y los datos para no recibir mensajes de nadie.
Por eso no se dio cuenta de que había alguien al otro lado del charco que ya no aguantaba las ganas de hablar con él y que por mucho que se dijo a sí misma que esperaría a llegar para aclararle como eran las cosas, no podía con las ansias de escuchar su reacción.
Lovi, viendo que nadie atendía el teléfono, porque al parecer todos estaban ocupados aquella tarde, al menos tarde en España, se centró de nuevo en lo que ocurría a su alrededor. Fue a casa de su madre donde toda la familia se encontraba y aprovechó para anunciar que se iría unos días a Valencia, a visitar a su progenitor, su hermano y por su puesto a la otra pata de su mesa, Dana.
Llegando a la parada de autobús recibió varios mensajes. Uno era de su amiga diciendo que la esperaba en el aparcamiento, otro de su padre deseando que llegase pronto y el último de Atenea, que le informaba de que Vee había pasado varias horas en el hospital, pero que ya estaba en casa.
Agarró con fuerza su teléfono y apretó el botón de videollamada, pero no obtuvo respuesta, así que optó por hablar directamente con la fuente y llamó a Vee, quien esperaba se encontrase bien.
—Hola bebé —dijo con voz ronca y entrecortada la chilena—, ¿Cómo va todo por España?
—Hola mi amor, aquí todo bien. ¿Cómo estás tú? ¿Qué ha pasado? Ati me ha dicho que estuviste en el hospital.
—No ha pasado nada, ya estoy bien, no te preocupes.
—Sí me preocupo, claro que me preocupo ¿Qué ha pasado, Venus?
—Es que... —Vee no tenía ni idea de como contarle aquello por teléfono, era lo último que quería hacer.
—Por favor, dime lo que sea, pero dímelo ya, no me pongas más nerviosa.
—He tenido un aborto —el teléfono se le cayó de las manos. Al recuperarlo escuchó como su amiga seguía hablando—. No quería ocultarte que estaba embarazada, es sólo que no sabía como decirlo estando tan lejos. Pensé que tendría tiempo de explicarme cuando volvieras.
—¿Cómo que un aborto? ¿Quien...? —No terminó la pregunta, no era relevante, ya no— ¿Cómo te sientes? Dime por favor que no estás sola, que al menos Atenea está contigo o Aldana, por favor, dime que todos están contigo porque me tomo un vuelo ya mismo.
—Ni se te ocurra —chasqueó la lengua— mierda, era por esto mismo que le pedí a Erick que no dijera nada, no quería preocuparte.
—Vete a la verga ¡¿Cómo le vas a pedir que no diga nada?! Por supuesto que tenía que saberlo, yo te quiero y me preocupo por ti.
—Yo también, por eso no quería molestarte. Ya está todo bien, en un par de días estaré como nueva y volveré a ser la Vee de siempre. Mientras tanto las chicas se encargarán del club.
—Me importa mil hectáreas de verga el club ahora mismo. ¿Quién va a estar contigo? ¿Lo saben Zabdiel y Richard?
—¡NO! y no se van a enterar. Nadie más se va a enterar ¿Te ha quedado claro? Erick está conmigo. Aldana piensa que tuve una descompensación anímica y Joel también. Será lo que llegará a oídos de todo el mundo, no quiero que nadie sepa que estaba embarazada porque ya no lo estoy y no sirve de nada que ahora todos comiencen a preguntar y se enojen los unos con los otros.
—Está bien, yo no diré nada, pero por favor, cuídate y deja que Erick te cuide, no te pongas testaruda. Haz lo que los médicos te digan y antes de lo que canta un gallo estaré ahí.
—Aún te quedan tres semanas, bebé.
—Bueno, siempre puedo ir y volver si me necesitas. ¿Me necesitas?
—No, de verdad, estaré bien. Prometo que si pasa cualquier otra cosa te lo diré, pero en dos días me dan el alta y puedo hacer vida normal. —Afrodita emitió un fuerte suspiro cargado de pesar por no estar ahí.
—Okay, me quedo más tranquila, pero ya hablaremos cuando vuelva a Miami.
—Vale, mamá —dijo en tono infantil la chilena, como si esperase que a la vuelta Lovi le retase como lo hacían con Tebbi cuando se portaba mal.
—Te quiero mucho. Mañana te llamo.
—Yo también. Hasta mañana.
Para cuando la Diosa bajó del autobús y alcanzó a ver a su amiga, la cara de preocupación que cargaba se le borró por un instante, dando paso a la alegría y el jolgorio. Abrazó fuerte a Dana, en verdad la había extrañado en extremo aunque no se diera cuanta hasta ese momento. Y no porque no se acordase de ella en Miami, sino porque con todo lo que había pasado en su vida en ese tiempo, no había tenido la oportunidad de pararse a pensar en los que habían quedado atrás que eran importantes para ella.
Aprovecharon la noche y durmieron en casa de la Valenciana. Salieron a cenar, a bailar y trató de distraerse lo suficiente como para no pensar en lo que ocurría a más de 7600km de distancia.
—¿Qué te pasa?
—Nada —Dana la miró con suspicacia, la conocía mejor que ella misma.
—Muchas cosas —admitió al fin y suspiró con pesadez— Soñé con él, le conocí, nos acostamos, me enamoré y...
—¿Y te mandó a la mierda? —concluyó ella al ver que Lovi no decía nada más.
—No... yo le dije que no podía ser, que éramos sólo amigos.
—Ay, por Dios. ¿De verdad? ¿Pero no que con quien sueñas es el amor de tu vida?
—Sí, pero eso no quita que en el camino se pueda sufrir y no estoy lista. Sino, mira a mi madre.
—Tu madre soñó contigo, no con el idiota de tu padre.
—¿Y cómo se lo he pagado toda la vida? Tratándola mal y sin ningún respeto.
—Bueno, pero tu madre sigue viva, Love. Cuando mi madre falleció, de lo que me arrepentí automáticamente fue de no haberle dicho más a menudo lo importante que era para mí, todo lo que la quería y sobre todo, no haberme podido disculpar por todas las cagadas que me mandé a lo largo de mi vida. Tú tienes suerte, tienes a tu madre a un tiro de piedra y puedes hacer que sienta que valió la pena criarte y tratarte con amor. No seas tonta. —Afrodita agachó la mirada.
Ahí estaba ella, con todo a su favor en la vida y quejándose de tonterías que tenían solución, mientras Dana cargaba con el dolor de la perdida de su madre y Vee de la perdida de su bebé. Se sintió estúpida y egoísta.
—Tienes razón. Igual él no es lo único que me preocupa ahora mismo. Una amiga ha perdido a su bebé y yo ni sabía que estaba embarazada. Me siento culpable por no estar ahí.
—Bueno, eso no puedes solucionarlo ahora mismo, pero si no está sola, estará bien.
—Están Atenea y Erick con ella. —A Lovi la frente se le arrugó de repente.
—¿Y ahora qué pasa?
—Es que me pregunto... ¿Quién sería el padre? Porque bueno, ya te conté que me acostaba con Zabdiel, el chico del grupo —Afrodita había llamado a Dana la primera noche que los vieron de cerca, cuando se besó con Zabdiel y también la noche que se acostó con él por primera vez.
—Sí.
—Pues lo que no te llegué a contar es que hace poco, junto con Vee... —Y pasó a contarle todo lo relacionado con el intercambio de parejas.
—¿Crees que haya podio ser de Zabdiel? ¿De cuándo las dos estabais con él?
—O de Richard, pero... no sé... algo me dice que ese niño iba a tener raíces Puertorriqueñas.
Varios días pasaron, casi una semana, hasta que Venus volvió a sentirse bien. Ya no físicamente, eso había quedado curado al cabo de un par de días, sino psicológicamente. No es que se le hubiera roto el corazón al saber que ya no sería mamá pues no se había permitido pensar mucho en ello por la angustia de no saber como explicar a los involucrados el pequeño regalo que llevaba en su vientre, era más la acumulación de cosas que habían ocurrido.
Primero Zabdiel y ella terminaron y mientras lo hacían ella perdía al bebé que aseguraba era suyo.
Segundo, Zabdiel le dedicó una canción en las redes sociales, una que hablaba del amor que sentía por ella y de lo jodido que le había dejado que se alejara.
Tercero, Zabdiel la había bloqueado de sus historias al ver que ella las había visto y no había dado señales de vida después de exponerse así y por último... Bueno, eso habría sido más que suficiente para quebrarla si no hubiera sido porque el ginecólogo la llamó para informarle que tras los últimos estudios, veían difícil que pudiera quedarse embarazada de nuevo y que de hacerlo había pocas posibilidades de que el embarazo llegase a termino.
Todo aquello junto fue una bomba que le fue difícil desconectar, pero como ya se había demostrado en innumerables ocasiones, Venus era más fuerte que nadie y consiguió levantarse de la cama y seguir con su vida como si nada hubiera pasado.
Salió de su dormitorio con una sonrisa en el rostro, el pequeño Tebbi jugaba en el salón con Ollie, a quien había secuestrado la noche anterior cuando Erick lo llevó a su departamento. Al parecer Christopher le hizo una visita y él le pidió con esos ojitos de cachorro mojado, que bien sabía controlar, que el perrillo pasase el día en su casa.
El cubano, que ya tenía llave del piso, había vuelto con el niño temprano en la mañana pues debía ir a grabar y lo había dejado con Aldana al saber que Vee seguía dormida.
—Mami, mira quien vino a jugar conmigo.
—Tebbi —se pasó la mano por la cara con cansancio por repetir una vez más lo mismo— te he dicho mil veces que dejes de pedirle a Chris que te deje dormir con Ollie, no es justo, es su perrito.
—Pero mom, al tío no le importa.
—Ya sé que no le importa, pero no es justo.
Venus no perdió el tiempo y llamó al ecuatoriano para decirle que le llevarían a su mascota lo antes posible, pero antes de que él respondiera, viendo la carita feliz de su hijo al jugar con la pequeña bola blanca, decidió preguntarle si quería hacer algo con los tres, a lo que el cantante, cansado de sumirse en su miseria y depresión por la perdida de Afrodita, decidió aceptar.
Christopher y Venus pasaron el día juntos. Por la mañana pasearon a Ollie y por la tarde se fueron a una nueva pista de patinaje donde el pequeño jugó hasta quedar completamente rendido.
Al llegar a casa y subirlo en brazos para acostarlo en la cama, la chilena le ofreció una cerveza que él no pudo rechazar.
—Chris, nunca hablamos de ti y tus aventuras amorosas ¿alguna novedad? —le dijo mientras le entregaba una Corona.
—No tengo aventuras amorosas —mintió, o bueno, en realidad él lo sentía así, sentía que Afrodita era algo más que una aventura aunque no supiera demostrarlo.
—Me vas a decir ahora que el gato Vélez no es ningún gato...
—¡No lo soy! —se indignó y, molesto, se levantó del sillón en el que se encontraba.
—Perdón Chris, no quería ofenderte, es sólo que...
—Es sólo que todo el mundo se cree que soy un mujeriego... —Respiró profundo y volvió a sentarse—, pero tú me conoces Vee, no me has visto con mil mujeres en todo este tiempo.
—Con ninguna, pero sí me habéis contado sobre la gira...
—Pero la gira es otra cosa, ahí todos nos divertimos, lo sabes, no sólo yo, entonces ¿por qué el gato siempre es Christopher?
—¿Es la imagen que ha querido dar de ti la discográfica? —Christopher no respondió a aquella pregunta, simplemente agachó la mirada—. De todos modos divertirse no está mal, yo lo hago, Richard lo hace, Zabdiel... —se quebró por un segundo al pronunciar su nombre.
—Sé que no tiene nada de malo, pero la gente lo ve así.
—Yo no soy como el resto del mundo —se acercó a él y le tomó la mano—. A mi no me importan las apariencias, lo sabes ¿verdad? —miró sus ojos café fijamente y la rigidez se alojó en el cuerpo del muchacho.
—Venus, yo...
—No hables —le pidió— sólo disfruta.
Pareció una orden. Sonó a orden y sin darse cuenta ni saber muy bien por qué, Vee usó con Chris eso que tan bien se le daba; persuadió sus intenciones.
El cuerpo se le aflojó de nuevo y con lentitud se acercó a ella hasta abrirse paso entre sus labios, la lengua hábil de quien era denominado gato, se hizo con el poder y guio la de ella con soltura hasta que los cuerpos se encendieron y el aire comenzó a escasear.
Al separarse, inevitablemente, él quedó un poco descolocado pues no tenía intención ninguna de besar a la morena, al contrario, trataba de explicar que no era como le pintaban, que podía estar sólo con una mujer y quería demostrárselo, pero sin embargo, algo que no podía explicar, le atrajo hacia ella, inhabilitando su raciocinio.
—Lo siento.
—No, soy yo quien lo siente, a veces no puedo controlarlo. —Se disculpó arrepentida.
—¿Controlar el qué?
—Nada, es sólo que... tenía la necesidad de... y... —Christopher agarró la barbilla gacha de su amiga y al alzarla depositó un suave beso en sus labios.
—Ha estado bien —dijo con media sonrisa.
Desde el principio se interesó por las dos. Si bien Lovi le atraía de formas que nunca antes había experimentado, la valentía y energía de Vee habían llamado su atención desde que la conoció; y no se equivocaba, esa mujer era todo poder y sensualidad y sólo con un beso le había demostrado que le podía hacer sentir cosas increíbles, incluso podía hacer que olvidara a quien de manera inesperada se había anclado en una parte de su alma. Lovi era dolor, era rosa y espinas. Venus podía ser su bocanada de aire, el campo de amapolas entero y no pensaba desaprovechar la oportunidad que se le había presentado.
Por su parte, Vee, que sin ninguna intención había causado aquel momento, se dio cuenta que con la cercanía de Christopher, el dolor por la perdida reciente era menor y quizás él, a quien antiguamente había sentido querer desde su papel de fan, podría ser la clave para olvidar a quien realmente quería en su vida, pero que sabía, no podía tener por el miedo que sus propios sentimientos le causaban.
Así que sin más en la cabeza que la esperanza de hacerse felices mutuamente, se volvieron a besar.
Y Lovi..quiero abrazarte y decirte que no vuelvas a Miami porq no sé cómo tomarás todo lo que está pasando
Esto se está saliendo de control y no me gusta; Vee yo te quiero, pero aún así no puedes usar a Chris para dejar atrás el dolor de Zab y Chris yo te amo, pero tampoco puedes usar a Vee, además si supieras todo lo de Lovi...