Capítulo 50 Como si nada...
- denovelasvalacosa
- 30 ene 2022
- 11 Min. de lectura
Actualizado: 9 may 2022
Venus dejó la caja del último test, positivo, sobre el lavabo. Llevaba días sin poder creer lo que le estaba pasando y cada que se hacía un aprueba, esperaba, tontamente, diferente resultado. Había evitado a Afrodita en la medida de lo posible pues no sabía cómo contárselo, tampoco tenía muy claro como había pasado, así que ¿Qué le iba a decir? Hizo lo mismo con Richard, tratando de mantener a su hijo ocupado para que no udiera ver a su amiga; pero con Zabdiel fue más difícil, ya que le proponía planes que no quería rechazar y "mentirle" a la cara se le hacía un mundo.
Agarró sus patines y tomando en cuenta que él no era la persona a quien debía contarle, decidió ir en busca de Erick, pues era el único con quien realmente quería hablar del tema.
Amaba a Atenea y con el tiempo habían creado un vínculo muy cercano, pero también sabía que lo que ella y Lovi tenían era demasiado fuerte y temía, no sólo que le contase, sino que la juzgara y se molestara con ella, que era lo último que necesitaba.
Afrodita paseaba con Joel por Aventura mall, aunque su mente no estaba para nada en la conversación que estaban manteniendo, sino en los recuerdos que le asaltaban con cada escultura que veía.
—¡Chris! —gritó una chica a lo lejos.
Cuando ambos quisieron darse cuenta, la adolescente de aproximadamente quince años, se le había colgado del cuello y le había dado un beso en los labios, algo que el ecuatoriano no esperaba y que a la Diosa le hizo reír.
—No es divertido... —Se quejó al quedarse solos nuevamente.
—Uh sí, debe ser terrible tener a todas las chicas enamoradas. —ironizó.
—No a todas... —Lovi frunció el ceño al verlo cabizbajo, pero lejos de entender lo que pasaba, le dio una sonrisa.
—Bueno, Vélez, no llores tanto, hazme una foto con eso —señaló una escultura enorme que rezaba "Love".
Ambos se acercaron y antes de que ella dejara de posar, una señora se acercó a Christopher, le pidió la cámara e insistió en tomar fotos de ambos juntos.
—Hacen una linda pareja —les afirmó mientras les devolvia el aparato.
Ninguno de los dos rebatió la confusión, sólo sonrieron y para cuando ésta se alejó, se echaron a reír los dos, clavando los ojos el uno en el otro.
La chilena llegó a casa de Erick, sudando, pues el bochorno era terrible aquella mañana.
Él le ofreció un jugo de durazno que ella aceptó encantada, hasta que con sólo acercarlo a su boca una arcada le asaltó, lo que le hizo correr hacia el baño. <<Mierda, no, con este también, no>> Pensó al recordar que cuando estaba embarazada de Tebbi el durazno le hacía vomitar.
—Vee, ¿estás bien? —ella no respondió hasta que salió por la puerta, algo más pálida de lo habitual y con algunos puntitos rojos en la nariz generados por el esfuerzo.
—Tenemos que hablar.
Ambos se sentaron en el sofá, esta vez con agua en las manos. Erick se quedó mirando a su amiga a la espera de que dijera algo, pero al ver que ella sólo se mordía el labio, que sus manos temblaban y que las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, ató cabos.
—¿Estas enferma? —el miedo por si era algo grave se notaba en su voz.
Ella negó con la cabeza, tragó duro y respiró profundo antes de abrir la boca, aún sin mirarle a la cara.
—Estoy embarazada.
—What? —el agudo del cubano se escuchó hasta el pasillo.
—Por favor, no me digas nada. —respiró profundo— no sé cómo mierda ocurrió. Yo me cuido, además que ellos también lo hacían. Ya sabes, se acostaban con Lovi también.
—Espera ¿Es de uno de los chicos?
—¿De quién más sino? No es como que me acueste con todo el mundo a la vez. —Sonó molesta.
—No, claro, no quería decir eso, bebé, es sólo que... —Se calló y pasó sus manos por su cara, tratando de enfocarse en lo que debía—. ¿Cómo te sientes?
—Horrible.
—¿Náuseas? Sí, mi hermana me contó que es disgusting al comienzo. Asere, mami, otro bebé. ¿Quién más sabe?
—Nadie y nadie debe enterarse.
Atenea llegó al nuevo departamento de Batista. Desde aquella noche loca en la que se dejó llevar por su cuerpo y no por su cabeza, no tuvo la fortaleza de alejarse del cubano, ya que sus sentimientos hacia él habían crecido, nublando su astuta mente.
Tocó la puerta con una sonrisa que se le borró de inmediato al ver el rostro amoratado de su socio.
—¿Qué coño te ha pasado? —la respuesta era clara, pero quería escucharla de sus labios.
—Nada... Estoy bien —Ati se cruzó de brazos apartándose cuando él intentó besarla—. De verdad... —ella seguía con los brazos cruzados y los labios fruncidos, haciéndole suspirar y claudicar—. Un idiota con el que me crucé anoche al salir del club.
—¿Y por qué un idiota iba a pegarte sin motivo?
—Ati...
—No me mientas, lo sabré.
—Era un antiguo cliente. Cuando le dije que ya no vendía se puso nervioso y me golpeó.
La rubia le mirófijamente a los ojos, como si intentara llegar a su alma y aunque seguía sin confiar al cien por cien, dejó sus dudas al lado una vez más y se relajó.
—¿Te pusiste hielo? —le pasó la mano por el ojo suavemente y él sonrió por lo rápido que había pasado del enojo a la ternura.
Joel salió con una bolsa llena de ropa y miró a su amiga al ver que esta, no sólo no estaba ahí mentalmente, sino que también se había quedado sorda. Se preguntó en que debía estar pensando, pero imaginó que aún seguía triste por su ruptura con Zabdiel, pues sabía muy bien que aunque intentara hacerse la fuerte, bajo toda esa coraza, Lovi era una persona extremadamente sensible.
—Lovi, te están llamando —le repitió hasta que ella volvió en sí.
Sacó su teléfono del bolso y se lo llevó a la oreja con una sonrisa al ver el nombre.
—¡Tito! —gritó.
Llevaba casi un año sin hablar con su primo. Es más, se había acostumbrado tanto a no ver a su familia que no extrañaba sus voces hasta que las escuchaba.
—¡Prima, me caso!
—¿Qué? ¿Cómo que te casas? Pero... ¿Cuándo, cómo, por qué? What? —Joel pudo escuchar las risas al otro lado del teléfono.
—Es ella, Love, es la mujer de mis sueños. —Al escuchar esas palabras sintió un vuelco en su estómago, el cual ignoró—. Nos casamos el mes que viene y quiero que estés aquí conmigo lo antes posible. ¿Vendrás?
—Tito... —No sabía que decir. ¿Cómo iba a dejar a sus amigas solas con el local?
—En realidad no era una pregunta. Te necesito aquí, prima, mi madre me va a volver loco y no puedo con esto sólo.
—Entiendo, pero tengo un negocio aquí.
—Es sólo un mes, Love, por favor.
—Pero ¿Por qué tanta prisa? Aún eres un niño, Tito, tienes 22 años.
—Casi 23, pero eso no importa, yo sé quién es y sé que no necesito esperar y tú lo sabes también. —Lovi suspiró con resignación. Sabía lo que quería decirle.
—Hablaré con las chicas y veremos cómo puedo hacerlo.
—¡Genial! —gritó, feliz— Dile a Atenea que la espero aquí y que siento que no haya podido ser lo nuestro.
Afrodita se rio. Su primo siempre le había hecho saber a la rubia que estaba completamente encaprichado con ella, aun sabiendo que no tenía nada que hacer.
Esa tarde las españolas decidieron salir de fiesta y aunque Vee trató de escudarse en el trabajo para no ir y que nadie sospechara de ella por no beber, no consiguió sacarse a Atenta de encima hasta que dijo que sí. La noticia de la boda de Tito había alegrado tanto a las Diosas que no pudieron evitar organizar algo para celebrarlo, dejando el club en manos de Batista, Fabi y las angelitas.
El timbre de la casa de Venus sonó, Zabdiel había llegado por sorpresa con una caja de bombones y una rosa roja. La Diosa, que aún tenía el estómago revuelto le sonrió con dulzura y dejó un beso rápido en sus labios.
—¿Qué haces acá? —le preguntó mientras le hacía pasar.
—Quería llevarte a un lugar antes de salir en la noche.
—No me encuentro muy bien, Zab, no sé si deba salir de casa...
—Se me ocurren muchas cosas que hacer acá, también, mami. —La chilena se rio.
—¿Dónde me quieres llevar?
—¿Te da miedo volar?
—No nos da tiempo a ir a París y volver, Zab.
El boricua se rio, agarró su teléfono, pidió un Uber y lo reservo para darle tiempo a Vee de cambiarse pues volvía a estar en pijama.
—¿Dónde está Tebbi? —preguntó al ver que el pequeño no se encontraba por ahí merodeando.
—Chris vino a buscarlo con Ollie y se fueron con Freya y Afrodita a pasear.
—Oh, pensé que estaría por volver del colegio. Quería ir con los dos.
Esto sorprendió a la Diosa pues aunque habían pasado tiempo los tres juntos, el boricua era el menos implicado con su hijo.
<<¿Será que ahora que es algo privado quiere conocerlo mejor?>> Se preguntó temerosa, pues le resultaba difícil dejar que ningún hombre se acercara a su hijo en esos términos. Si bien quería que Zabdiel y Esteban se llevarán bien, no se sentía cómoda con la idea de que lo viese como algo más que el amigo de mamá, tal y como hacía con el resto de los componentes del Grupo.
Afrodita y Christopher paseaban por Key Vizcaya junto al pequeño Taz y los dos perros que correteaban por la arena, volviéndose, ambos, pequeñas croquetas.
Desde que habían despertado juntos habían hecho lo imposible por mantener las apariencias, como si a ninguno le hubiese afectado aquello y fingiendo a la perfección que no había pasado para mantener su amistad intacta, pero era más fácil decirlo que hacerlo y cada que se miraban podían sentir la electricidad en sus cuerpos que los atraía más y más, haciendo muy complicado el mirarse a los ojos o hablar con sinceridad. Ambos guardaban un secreto y aunque ninguno iba a romper la promesa que se hicieron de no contarle a nadie lo que había pasado entre ellos, más que nada por el miedo de Afrodita a lo que pudieran pensar los demás por haberse metido en la cama de tres de los cinco miembros del grupo, los dos morían por abrir la boca y liberarse de la tensión que había acumulada.
Lovi iba mirando al frente casi todo el rato, mientras que Chris alternaba al pequeño con ella y su sonrisa al notar su mirada clavada en su perfil.
—Si me sigues mirando así te vas a chocar, Chris.
—No te estoy mirando —mintió entre risas.
—Entonces mira al frente porque tienes una farola a menos de dos cen... —No le dio tiempo a terminar pues Chris ya había sentido el frío del metal en la frente—. ¡Chris! ¿Estás bien? —Le preguntó al ver que se llevaba una mano a la cara.
—Creo que voy a necesitar un besito para curarme— coqueteó sin pensar.
—Sin problema. Cierra los ojos.
El ecuatoriano hizo lo que le pidió aunque con los ojos muy fruncidos con miedo de que le diese un golpe por su atrevimiento, pero por el contrario, sintió algo húmedo en la zona afectada y al abrir los ojos, la lengua de Freya le sorprendió con un millón de lengüetazos.
—Qué graciosa —le dijo mientras se limpiaba la cara con la manga y sonreía divertido.
La noche llegó y en aquella ocasión, "Tu Candela" Les esperaba con una mesa lista y provista de vasos y hielos a la espera de la elección de bebida que quisieran hacer aquella noche.
El lugar no era muy grande, pero se veía precioso con el árbol en pleno centro de la pista y las paredes forradas de falso césped.
Mientras las copas fluían y las canciones pasaban, las Diosas, al menos las españolas, se iban poniendo a tono, mientras que Vee le cedía su bebida al cubano cada que le entregaban alguna, lo que hizo que Erick se emborrachase el primero.
—Vee... Creo que ya no puedo beber más —le confesó mientras se acercaban a la puerta del baño.
—Lo sé, bebé, lo siento.
—Zabdiel está mirándote mucho está noche ¿No se dará cuenta?
—No... Supongo que es por nuestro viaje de hoy. Fue hermoso, baby, lo que me preocupa mucho, weon.
—¿Qué viaje?
Llegaron a la puerta del baño y se separaron por un momento. Al volver a juntarse el cubano volvió a preguntar.
—Vino en la tarde a mi casa y me llevó a una isla llamada Key West.
—¿Hasta allá? Pero si se demora casi un día en ir y volver en auto y él no tiene.
—Eso fue lo increíble. Rentó una avioneta; al parecer conoce a un tipo que conoce a otro y bueno, nos llevaron hasta allá. El viaje en sí ya fue maravilloso. Ver Miami desde las alturas... —suspiró con una sonrisa— pero esa isla es... No tengo palabras.
—Es hermosa, yo sé.
—Caminamos por una zona llena de flamencos y vimos pescar a los señores. Entramos a la casa de Hemingway y vimos un show drag. Fue genial.
—¡Qué divertido!
—Me da miedo.
_¿Los Drag queen?
—No, weon, Zabdiel.
—Pero él es buen tipo, Vee, no debería asustarte.
—Él no me asusta. Me asusta lo que pueda pasar si me dejo llevar por lo que siento.
Zabdiel, por su parte, observaba discretamente a la chilena hablar con Erick a la entrada de los aseos y analizó su cara tanto como el alcohol le permitía. Entonces se dio cuenta de algo. Vee estaba extremadamente sobria para todo lo que supuestamente había bebido ¿Cómo era eso posible? Entonces analizó a su amigo, quien se tambaleaba un poco de camino a la barra donde pidió una botella de agua.
—Mami, ¿Usted vio algo raro en el comportamiento de Vee?
—No sé a que te refieres —respondió la rubia mientras se encogía de hombros y seguía bailando.
—No sé, parece que el alcohol no le afecta.
—Vee parece un tío bebiendo, le cuesta horrores emborracharse.
El boricua asintió mientras continuaba mirando a la chilena, que al verlo de lejos le regaló una sonrisa, algo que alejó por completo su mente de cualquier pensamiento extraño y le trajo el recuerdo de aquella tarde, cuando al atardecer hicieron el amor en un pequeño pedazo de playa completamente desierta.
Atenea, invadida por el alcohol, le dijo a sus amigas que se marchaba, que debía hacer algo y acompañada de Joel y Erick, que ya no se tenía en pie, se dirigió hacia el club, donde iría a buscar a Batista, a quien tenía ganas desde el comienzo de la noche.
Joel insistió en acompañarla hasta que él saliera, pero Erick se veía tan mal que ella le pidió que le llevase a dormir.
Ati estaba por llegar a la puerta cuando vio salir al que ahora podía llamar novio, solo en privado, salir agarrando del brazo a Blacke.
—Te he dicho que tengas cuidado, Blacke o terminarás muy mal.
—¿Me estás amenazando?
—Advirtiendo. A mi no trates de joderme porque vas a terminar peor.
—Claro, como tu ojo... —Batista apretó el puño y comenzó a levantarlo cuando vio el rostro de Atenea completamente desencajado.
Blacke aprovechó el momento para, con una sonrisa triunfal, entrar en el club de nuevo.
—Ati, yo... —Ella negó con la cabeza antes de que le pudiera poner ninguna escusa absurda.
—Eres un matón de poca monta. Blacke apenas tiene 20 años.
—No, no es lo que tú piensas.
—¿No? ¿Ahora me vas a decir que no le has amenazado?
—No... Bueno, sí, pero es... —suspiró y pasó la mano por su nuca mientras buscaba las palabras adecuadas—. He encontrado drogas en su taquilla.
La cara de la rubia se desencajó.
—Está despedido.
—Mi amor...
—No me llames así.
—Atenea, no podemos despedirle.
—No entiendo por qué no. Las drogas estaban en su taquilla.
—Las tirará ahora que lo he amenazado y es su palabra contra la mía. No puedo meterme en problemas con la policía ahora. Ahora que voy a recuperar a mi hijo, no. —La Diosa claudicó a regañadientes; sabía lo importante que era eso para el cubano—. Yo lo solucionaré. Te lo prometo.
—Deja de prometerme tantas cosas y cumple con tu palabra o esto se termina.
A la mañana siguiente, cuando Afrodita despertó sintiendo un peso extraño sobre su cuerpo, miró hacia todos lados tratando de enfocar mientras descubría que sí, estaba en su cuarto, pero que también tenía a alguien a su costado.
Christopher dormía plácidamente, con los labios entreabiertos, jugosos y a la espera de ser besados. Contuvo las ganas y en lo único que pudo pensar fue que pasaría si Atenea se enterase de con quien había dormido aquella noche. <<No me creo que lo haya vuelto a hacer>> Se quiso dar un capotazo o de cabezazos contra la pared, pero cuando se disponía a levantarse, como si pudiera sentirlo, Chris la abrazó con más fuerza y habló aún con los ojos cerrados.
—No te vayas.
—Chris, esto no debió pasar...
—Otra vez... —la interrumpió.
—Eso es, esto no debió pasar otra vez.
—Está bien, pero no te muevas, estoy muy cómodo. Después hacemos como que no nos acordamos de nuevo y listo.
—¿Qué has dicho?
—Que me dejes dormir, ven, acercate un poquito, sólo un ratito más.
Afrodita sonrió aprovechando que él seguía con los ojos cerrados y se acomodó para que el ecuatoriano pudiera apoyar la cabeza sobre su pecho. Después acarició con ternura el pelo del muchacho mientras él sonreía y se dejaba llevar nuevamente por Morfeo.
—¡Chris! —le regañó al cabo de unas horas al notar un latigazo en su pierna.
—Es tu culpa, por acariciar donde no debes.
Sin decir media palabra y aún con los ojos medio cerrados, se posicionó sobre ella y con su miembro erecto amenazando la entrada de ésta, se acercó lentamente hacia su boca para besarla una vez más, esta vez sin alcohol de por medio.
—Chris, tú y yo somos amigos, no quiero... —no pudo continuar pues un gemido invadió su boca al sentir los suaves labios del castaño sobre su cuello—. Esta será la última vez, tú y yo somos sólo...
—Amigos, lo sé —terminó la frase por ella mientras se introducía en su interior con delicadeza, haciendo que de ambos saliera un gruñido de placer.
Vee yo creo que deberías hablar con Lovi y Ati, sé qué será difícil, pero creo que también sabrán entenderte
Oh señor!!! Al fin Lovi lo recordará!!