Capítulo 5 Freya
- denovelasvalacosa
- 18 dic 2020
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 18 dic 2021
Pasaron dos semanas cuando Afrodita decidió que era hora de recoger a su mascota. Llamó a la puerta del dormitorio de Atenea y se despidió de ella.
-¿Pero es estrictamente necesario que adoptes una perra, Lovi?
-Sabes que sí. Es parte del plan y no pienso mover ni una coma.
-Bueno, haz lo que quieras, pero yo no me voy a encargar de ella.
-Tranquila, no hace falta que me lo recuerdes... Aun así te conozco y lo harás.
-Bueno, bueno, tú di lo que quieras, pero de la perra te encargas tú.
Al llegar a la calle junto a Vee y Tebbi, que estaba loco por conocer a su nueva amiga, Batista les estaba esperando apoyado en el capó del coche.
-Hermosas, ¿están listas para recoger a la nueva princesa?
-Muchas gracias por acompañarnos Bati, no sabía si en un taxi podríamos volver con ella y la protectora está un poco lejos.
-Es un placer, me parece lindo que la adoptes.
-Jamas compraría un animal, no me parece bien hacer negocio con seres vivos expuestos en una jaula...- todos se quedaron callados y segundos después estallaron en una sonora carcajada.
-¿No es eso lo que haremos nosotras?- preguntó Venus sin dejar de reír y haciéndole morisquetas.
-Bueno, ellos tomaron la decisión, no les obligamos como hacen con esos pobres animales-. Concluyó Afrodita entre risas, aunque denotaba seriedad en su voz.
Entraron en el enorme edificio y buscaron a la persona encargada de presentarles a la hermosa Pomsky, una nueva raza mezclada entre Pomerania y Husky, que habían ido a buscar. Como si fuera el destino, pensó Afrodita, esa pobre criatura había sido abandonada y puesta en adopción el mismo día que ella decidió buscar a quien sería su compañera de batallas.
-Es preciosa, ¿verdad?- le preguntó con una sonrisa radiante a sus amigos.
-Parece tan esponjosa- dijo Venus. -Tebbi se volverá loco con ella- concluyó. El pobre había caído rendido y estaba en brazos de Batista.
-¿Cómo alguien puede abandonar a una cosita tan bonita?
Se acercaron con cuidado a la pequeña bola blanca y marrón de ojos azules que con su naricita humedecida las olfateó para después lamer sus manos con devoción.
-Es una cachorrita muy juguetona, tiene aproximadamente diez meses. Le gusta correr por todos lados y socializar con gente.
-Perfecta para mi-. Contestó feliz Lovi.
-Perfecto, pues pasen por mi despacho y firmemos los papeles. ¿Han pensado algun nombre?
-Sí... se llamará Freya- dijo con seguridad Afrodita
Al entrar por la puerta de su casa, Freya corrió para poder olfatearlo todo y Atenea, cuando escuchó la puerta cerrarse, salió de su dormitorio para conocer a su nueva compañera de piso.
-Es preciosa Lovi, no me puedo creer que sea tan bonita. ¿Ya le has puesto nombre? Cotton le quedaría perfecto.
-Se llama Freya...
-Ay, ¡como la diosa celta del amor! ¡Me encanta!- contestó Atenea.
Afrodita sabía perfectamente que le iba a encantar el nombre pues ella misma se lo dijo hacía años, cuando una noche de fiesta Atenea se emborrachó tanto que se tuvo que quedar en su casa a dormir.
-Perra, te voy a llamar Freya a partir de ahora, me gusta más que Afrodita y también es la diosa del amor...- Lovi quiso preguntar porque, pero se había quedado dormida.
Venus y Batista, que se habían ido al departamento con el pequeño aún dormido, discutieron sobre las pocas ganas que Vee tenía de ir al gimnasio, cuando él amablemente insistió que se quedaría con la perra y con el niño hasta que volvieran.
El timbre sonó y sabían que era Atenea que iba a recogerla ya lista con sus mallas rosas, su top y la mochila de deporte, todo a juego.
-No quiero ir...- dijo al abrir la puerta, con claro desagrado.
-Tenemos que ir, venga, no seas como la otra vaga que está todavía tirada en la cama pidiendo a gritos que la empuje hasta caer al suelo.
-Mierda, que pesados se ponen, si tanto les gusta hacer deporte vayan ustedes, yo me quedo con mi bebé, la perra y si quieren, también me dejan a Freya. – dijo intentando no reír.
-Obviamente que preferiría ir con ese bombón, pero no está dentro del plan-. Contestó Atenea en un susurro. -Así que mueve el culo, voy a buscar a la otra, no me hagáis esperar o saco a la guerrera que llevo dentro-. Finalizó entre risas burlonas. Vee cerró la puerta, entornó los ojos y se resignó, no le quedaba otra que ir.
Llegaron al gimnasio y la cara de Venus y Afrodita cuando la recepcionista les ofreció una semana de prueba gratuita, en nada se parecía a la de Atenea.
-Muchas gracias, será perfecto. Nos gustaría empezar cuanto antes- le respondió Atenea cordial y sonriente, hasta que vio las caras de sus amigas a su espalda. -Mira Afrodita, no sé Venus, pero tu te esforzaste mucho para sentirte bien con tu cuerpo y no pienso dejarte flaquear ahora, que es cuando más segura te debes sentir, así que mueve el culo y al vestuario ¡YA!
El lugar era impresionante y se encontraba en uno de los edificios más bonitos y lujosos que había en el área, pero la zona de maquinas estaba vacía y aunque a Atenea le encantó, a las Diosas del amor, no tanto.
-No hay ni buenas vistas- dijo Afrodita frunciendo el ceño.
-No te quejes y a la cinta.
Tras quince minutos en los que básicamente caminaron rápido, Venus y Afrodita se fueron a las maquinas de piernas, mientras Atenea seguía corriendo como si realmente pretendiera llegar a algún lugar.
-A veces siento que vivo con Franco- se quejó Lovi mientras la chilena se reía.
-Perdón, ¿les queda mucho con la máquina?- preguntó alguien a su lado.
Venus tragó duro y Afrodita tembló al ver quien estaba junto a ellas, pero se recompusieron rápidamente y Vee, que estaba “haciendo cuádriceps”, se levantó y le cedió el sitio.
-No, toda tuya-. Él se sintió mal pues pensó que quizá se habían molestado.
-Pero no es necesario que te vayas... podemos compartirla-. Dijo casi en un susurro.
-No hace falta, en realidad fingía hacer algo para que Hitler no me mate-. Contestó mirando y señalando hacia Atenea mientras hacia algunas caras graciosas.
-Entiendo, gracias-. Él se sentó, cambió el peso y comenzó con sus repeticiones mientras Afrodita y Venus se alejaban.
-¿Tú has visto quién es?
-¿Qué hace aquí? ¿Sabías que él...?- preguntó Venus sin poder creerlo.
-¿Crees que de haberlo sabido me habría puesto la peor ropa que tengo?
-No, claro... mierda ¿Qué hacemos?
-Nada, no hacemos nada. Ni lo mires. Recuerda lo que hablamos. HIELO.- Venus asintió.
Aún no podían creerlo, le habían tenido tan cerca... habían hablado con él y estaba sudando donde hacía unos segundos ellas fingían que lo hacían. Estaban tratando de controlarse y ser maduras, aunque por dentro las divas que había en ellas daban saltos de princesa por la emoción.
Vee giró un poco el rostro para poder verlo por el rabillo, pero Afrodita, al descubrirla, le propinó un pequeño golpe en el brazo que las hizo reír, algo que alertó a Atenea
-¡Chicas!- les gritó al ver que no estaban haciendo nada.
-Si señor- contestó Afrodita poniéndose en firme cual soldado. -A sus ordenes señor-. Y continuó riendo junto con Venus.
Al día siguiente Atenea despertó a su mejor amiga con el olor de un rico desayuno y una jarra de café recién hecho.
-¿Por qué me estás sobornando?- preguntó entre risas cuando salió de la habitación luciendo sólo una camiseta larga donde se leía Cork.
-Porque tenemos que ir al gimnasio temprano hoy, esta tarde hay cosas que hacer.
-Ahora por la mañana también hay cosas que hacer-. Dijo muy segura mientras se restregaba el ojo izquierdo con la mano.
-¿Sí, el qué?
-Dormir, por ejemplo...
-No seas vaga Afrodita, come algo, he hecho tostadas con tomate y ajo y café.
-¿Ajo? ¿Quieres matarme?
-Que yo sepa no eres vampiro, así que come y calla. Luego te vistes y vamos a por la vaga menor.
Para cuando llegaron a la sala principal del gimnasio no vieron a quien esperaban encontrarse, así que con la música a todo volumen en sus auriculares, cada una dejó volar su mente.
Afrodita pensaba en diferentes performance que los chicos podían hacer en el club hasta que otra persona apareció en el centro del escenario.
Atenea pensaba en demasiadas cosas a la vez: El club, su familia y lo mucho que los extrañaba y dos hombres que la traían de cabeza.
Venus aprovechó para meditar una decisión sobre la futura niñera de su hijo puesto que quedaba semana y media para la inauguración del local.
Tras media hora, las morenas se fueron hacia la máquina de espalda, encontrandose ahí con el mismo chico de la tarde anterior. Respiraron hondo y se acercaron.
-Perdón, ¿te queda mucho con la máquina?- preguntó Venus imitándole.
El chico se giró y las miró. Una sonrisa torcida apareció en su rostro y ellas le sonrieron de vuelta.
-No, toda suya.
-Pero no es necesario que te vayas, podemos compartirla- volvió a imitarlo, haciéndole reír.
-Muy bien, compartamos... ¿De quién es el turno ahora?
-Tuyo- le dijo Afrodita a Venus.
-No, tu primero, por favor- contestó ella.
-De verdad, insisto.
-Bueno, si lo prefieren puedo hacerlo yo primero- comentó él al ver la pequeña disputa.
-Si, claro. Por favor-. Él se sentó y continuó ejercitando los músculos de su espalda. Las chicas desde atrás le miraban mordiéndose el labio y sin poder creerlo.
-¡Vamos, tu puedes!- le animó Venus al ver que ponía cara de esfuerzo.
-¡Venga, ya no te queda nada!- continuó Afrodita. Él se rió y terminó su serie.
-Ahora ustedes- dijo con sorna.
-No hace falta, nosotras podemos mirarte y animarte- puntualizó la chilena.
-No quieren estar aquí ¿verdad?- preguntó curioso por la negativa de las chicas.
-¿La verdad? Ni un poquito. Pero nuestra amiga nos trae a rastras y nos obliga a hacer deporte... es un ogro.
-Es como Hitler- continuó él, recordando la conversación del día anterior.
-¡Exacto!
Después de una larga ducha se arreglaron un poco y salieron en dirección a la calle donde Kerly las esperaba con Tebbi y Freya.
Al llegar a la puerta Tebbi estaba tan entretenido con la perra y un nuevo amigo, que no se dio cuenta de que su madre estaba ahí y la ignoró completamente.
-Hola chicas, ¿que tal el gimnasio?- preguntó Kerly con una sonrisa.
-Genial- contestó Atenea.
-Horrible- contestaron al unisono Venus y Afrodita.
-Pensaba que se habían divertido animándome...- dijo el nuevo amigo de Tebbi. Las chicas no se habían dado cuenta de quien se trataba hasta que se levantó. Sus caras cambiaron rogando porque la tierra les tragase, pero él siguió hablando. -Estoy bromeando, no se preocupen. Por cierto, no me presenté, soy Joel. ¿Ustedes?
Y aquí morí 😅😅😅😅❤️