Capítulo 44 Sin respiro
- denovelasvalacosa
- 7 ene 2022
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 18 dic 2022
Zabdiel salió del dormitorio al ver que Afrodita no regresaba y se preocupó al verla sentada en el sillón abrazando sus rodillas y con la cabeza entre ambas.
—¿Estás bien, mami? —ella alzó la mirada con los ojos cubiertos de lágrimas y le dio una sonrisa forzada.
—No es nada, estoy bien —mintió mientras se secaba la nariz—, es que me ha llamado Batista y... —se le cortó la voz.
—¿Qué le pasó?
—Nada, nada, bueno, al menos que yo sepa, no quiso hablar conmigo, sólo quería hablar con Atenea.
—¿Y eso te molestó?
—No. —Sorbió la nariz y se secó la cara—. Es sólo el tono que usó para hablarme, él jamás me había hablado tan mal.
—Habrá pasado algo con su ex, seguro que está preocupado y por eso quiere hablar con ella. ¿No me dijiste que había estudiado abogacía?
—Sí... claro, podría ser.
Atenea se encontraba sentada en su cama con la mano en la frente y el codo en la rodilla, escuchando como su socio se deshacía en lágrimas. Quería creerle, creer que realmente estaba tan arrepentido por todo como decía estar, pero seguía sin confiar en él y mucho menos después de la amenaza.
—De verdad, Ati, por favor, perdóname por lo que te dije, no quería asustarte, es sólo que me puse nervioso y... Quiero dejarlo. —Los ojos de la Diosa se abrieron de golpe.
—¿Dejar el qué?
—Ese mundo. Si es lo que tengo que hacer para recuperar a mi hijo y tu confianza, lo haré.
—¿No qué te daba más dinero que un trabajo tradicional?
—Sí, pero ¿de que me sirve el dinero si no puedo disfrutarlo con la gente a la que quiero?
—No sé, tú sabrás.
—Por favor, Ati, no te hagas la dura. Perdóname y ayúdame a salir de esta.
—Tu ex mujer te pide que dejes el Lilith para volver a ver a tu hijo, no las drogas.
—Lo haré. Les venderé mi parte.
—No podemos comprarla.
—Podrán.
—No sé si sea lo que las chicas desean, aunque con tu comportamiento y tu desaparición...
—¿Qué quieres decir? Tú me dijiste que me marchara.
—No, yo te dije que no fueras aquella noche, no que te largases dos semanas. Es más, no sé que le habrás dicho a Lovi que ha entrado con lágrimas en los ojos, pero más vale que te disculpes con ambas porque conmigo puedes meterte todo lo que quieras, pero con mis hermanas no.
Venus salió de su cuarto y se encontró con el pequeño Tebbi, Freya y Ollie, jugando en el salón. Christopher se había ido a Ecuador por unos días y había dejado a su mascota con las Diosas, quienes se turnaban al pequeño cachorro para que Esteban pudiera jugar con él.
—Buen día, mi amor. —Le dio una tierna sonrisa y el pequeño apenas levantó los ojos de sus amigos perrunos—. ¿Quieres que desayunemos?
—Yeah, I'm so hungry, mom. —Le enseñó los dientes y siguió a lo suyo hasta que recordó algo—. Mom, ¿Podemos ver a Aaliyah más tarde?
—Eh... —Quería decir que no, por todos los medio quería evitar una vez más una monótona cita con Richard y los niños—. La verdad es que... —su hijo levantó la vista de nuevo y se quedó mirándola con un puchero en los labios, algo que le hizo imposible ignorar su petición—. Está bien. Hablaré con su papá, pero no te prometo nada.
Vee tomó el teléfono mientras sacaba unos huevos de la nevera y comenzó a batir en lo que esperaba a que el dominicano contestara.
—Hola, mami, ¿Qué es lo que tú hace?
—Buenos días, morenazo ¿Cómo te va? Oye, —pensó muy bien lo que iba a decir porque en realidad quería que él se negara—, Esteban me preguntó si querían ir a pasear, con Aaliyah y los perros en un rato.
—En verdad, mami —la esperanza de una negativa brilló en sus ojos y mientras Richard buscaba una excusa plausible, la voz de la pequeña se escuchó por detrás.
—Daddy, Can we go to the beach today? And Can you call Vee? I wanna meet Tebbi. —Ambos cerraron los ojos con frustración, pero ninguno fue consciente de lo que hizo el otro.
—She just call me to ask, baby. So... —se dirigió a Venus de nuevo—, Creo que ella respondió sola a tu pregunta, mami. Pasamos a buscarles después del desayuno ¿Sí?
—Sí, claro. Nos vemos en unas horas.
Afrodita, que se encontraba arropada por los brazos de Zabdiel en el sofá, contemplando la ciudad a través del ventanal, dejó un rápido beso en su mejilla, se levantó y fue a darse una ducha.
Aprovechando que estaba sólo, el boricua se dirigió a la cocina y comenzó a preparar un rico desayuno para tres, encendiendo en primer lugar la cafetera.
Atenea, atraída por el olor de aquel delicioso brebaje, salió de su dormitorio tras terminar la llamada y saludó a Zabdiel con total naturalidad. En aquellas dos semanas había pasado más tiempo ahí que en su propio estudio, al que sólo volvía cuando la Diosa tenía que trabajar.
—Bueno días, Zabdielito.
—Buenos días, mami. ¿Cuántas veces tengo que pedir que no me llames así? Me siento pequeño.
—Es que lo eres. —Le miró de arriba a abajo—, quiero decir, eres un yogurín todavía, apenas te acaban de salir los dientes de leche. —El muchacho comenzó a reír y esto alegró un poco el mustio humor que cargaba la rubia tras la llamada inesperada—. ¿Qué tenemos hoy en el menú, chef?
—En velda, iba a preparar huevos con bacon, aguacata y tomate.
—¡Oh, por Zabdisus! —bromeó—. Pero que delicia de los Dioses. —Cogió un par de tazas del armario y comenzó a servir café—. ¿Cómo está mi sister?
—Mal ¿Qué pasa con Batista? Me dijo que le había hablado duro. —Atenea apretó la mandíbula.
—Nada, problemas con su ex y lo paga con nosotras el muy idiota. —Le ofreció una de las tazas y vertió un poco de leche en la suya para después ponerla a calentar—. Afrodita no se merece esto... Ella siempre es muy dulce con todo el mundo y por pensar lo mejor del resto es que se lleva todos los golpes.
—En velda la quieres mucho ¿no?
—Daría todo por ella, igual que ella lo haría por mí. Así que ya sabes, cuidadito con hacerle daño, porque soy capaz de ponerte las bolas de sombrero. —Zabdiel tragó duro. No porque pensase en lastimar a la Diosa, sino porque sabía que en cualquier momento lo terminaría haciendo, aunque esa no fuera su intención.
—Yo nunca...
—Nunca digas nunca, —le interrumpió—, he visto como miras a Venus. Ten cuidado con como llevas el tema, porque no voy a permitir que ninguna de mis amigas salga lastimada.
Lovi se sentó en la cama aún con la toalla envuelta y se dispuso a mirar los e-mails de la empresa cuando whatsapp web llamó su atención.
<<Bonita, ¿Cómo va la mañana? Espero que Ollie no esté ladrando mucho en las mañanas. Aquí todo chévere, pero ya tengo ganas de volver>> <<Oye, había pensado que podíamos ir a patinar cuando regrese, deberías retomar tus lecciones. ;P Un beso. C>>
Una sonrisa iluminó su rostro y quería responder, pero entonces escuchó las voces al otro lado de la puerta y recordó que tenía compañía.
Se puso lo primero que encontró y con el pelo aún húmedo y despeinado se encaminó a la puerta, deteniéndose con la mano en el pomo.
¿Qué estaba haciendo? Sentía de verdad que Zabdiel era una persona estupenda a la que querría eternamente en su vida, pero los sueños habían vuelto y eso sólo significaba una cosa. Él no era el amor de su vida y eso era algo que no podía obviar. Su relación en algún momento iba a terminar.
<<¿Qué debería hacer?>> Podría terminar con él, sí, pero en realidad ¿Quería hacerlo? Sabía que su relación se había vuelto monótona y desde que Erick y Christopher se habían ido, también se había vuelto dependiente. No porque él no quisiera alejarse de ella, sino porque ella tampoco dejaba que él lo hiciera.
Joel estaba siempre ocupado con Aldana. Venus y Richard parecían una familia feliz a la que no quería interrumpir y Atenea, su querida Atenea, desde que Batista había desaparecido estaba más oscura y tácita que nunca. Así que se aferró a lo que le quedaba, a quien sí quería estar ahí y claro... eso no era una relación sana. Es más, no era una relación. Ambos se negaban a llamarlo así.
Abrió la puerta sin pensar un segundo más e ignorando a las dos personas sentadas a la isla, salió de su departamento y tocó el timbre de la puerta de enfrente.
—Hola, bebé ¿Qué se te ofrece?
—Te extraño. —Le dio un abrazo tan fuerte que casi le saca los pulmones por la boca.
—Ay, beba, yo también te extraño.
Ambas sabían que ese no era un te extraño normal, pues se veían casi a diario en el trabajo. Ese te extraño significaba mucho, significaba un quiero volver a desayunar contigo, o un hace mucho que no salimos a pasear, a cenar, a la playa, a bailar. Ese te extraño era un claro algo tiene que cambiar.
—¿Tienes planes para hoy?
—Saldré con Richard —dijo volteando los ojos.
—Se te ve entusiasmada.
—Es sólo que todo se ha vuelto demasiado...
—Monótono. Lo sé, me pasa igual. Siento que necesito un cambio o algo más, no sé...
—Tal cual... —Ambas rieron; adoraban estar en la misma sintonía—. Oye, se me estaba ocurriendo...
—Miedo me dan tus ideas.
—Esta noche salgo con Rich a bailar, aprovechando que no trabajo. ¿Quieres pasarte con Zab?
—¿No que la idea es hacer algo diferente?
—Créeme, si nos vemos los cuatro esta noche, haremos que sea diferente.
—¿Qué quieres decir? —preguntó entrecerrando los ojos.
—¿Recuerdas la palabra, swinger?
Mmmm... parece q se viene noche loca 🤪🤪