top of page
Afrodita-Lili

Afrodita-Lili

IMG_20201114_111643_937.jpg

Venus-Idlu

Screenshot_2020-09-05-21-24-39-385_com.i

Atenea-Lilu

Capítulo 42 El reencuentro

  • Foto del escritor: denovelasvalacosa
    denovelasvalacosa
  • 20 dic 2021
  • 11 Min. de lectura

El timbre sonó y Lovi todavía estaba a medio arreglar. Rezó porque Zabdiel no se hubiera adelantado y con la cara sin maquillar y el pelo a medio recoger, abrió la puerta. Sin mirar quien era realmente, se dio la vuelta, dejando ver a quien entraba tras ella sus curvas contonearse en dirección a la habitación.

—¿Qué pasaría si fuese un ladrón? —La voz a su espalda le pilló por sorpresa.

—Los ladrones no llaman a la puerta al medio día, Christopher —contestó ella divertida—. Pensaba que eras Zabdiel, disculpa.

—¿Y así le recibes después de meses sin verse?

—Le vi hace un mes y medio —replicó ella, aunque sabía a lo que se refería.

—¿Y a mí me recibes así después de meses? —se quejó apoyado en el marco de la puerta de su dormitorio.

—Dame un segundo y te como a besos —la cara de él fue bastante divertida en ese momento y soltó una carcajada segundos más tarde—. Ay, Christopher, de verdad, cómo eres —le tiró un algodón, que obviamente ni le rozó y siguió a lo suyo aguantando una sonrisa tonta.

Terminó de recogerse el pelo y de un salto se lanzó a sus brazos y le llenó la cara de besos. Haciendo exactamente lo que le dijo que haría.

Christopher, feliz, se reía a carcajadas cuando la puerta de la casa se abrió dando paso a los ladridos de Freya y Ollie y a la risa del niño que corría tras las bolitas.

—Chris, no esperaba verte por aquí tan pronto —Atenea se acercó para saludar y se asomó para decir hola a su amiga, la cual se encontraba con cara de circunstancias frente al espejo—. Acabo de sacar a Ollie, voy a darles de comer. —Le dio un último vistazo a Afrodita quien se maquillaba como si nada y rozando el brazo de Chris, se dirigió a la cocina—. ¿Y qué tal fue el viaje? ¿Cuándo llegasteis?

—Pues agotador y fascinante a la vez, ahora lo único de lo que tengo ganas es de... —Se quedó callado un momento y dejó de mirar a Atenea que se movía por la cocina, para volver su cabeza hacia el interior del dormitorio—, pasar unos días en casa con Ollie.

—¿Te vas a llevar a Ollie? —El pequeño corrió hacia donde él se encontraba y desde abajo le dio una mirada de soslayo.

—Sí, pero no te preocupes, Tebbi —Se agachó para ponerse a su altura—, ya sabes que siempre que tu mamá quiera puedes venir a pasearlo conmigo.

—¿Y con Freya?

—Eso se lo tienes que preguntar a su mamá. ¿Podremos llevarnos a Freya? —Ambos miraron nuevamente hacia la Diosa, quien se concentraba en el eyeliner del ojo derecho y esta les encontró con morritos de suplica y los ojos de cachorrito; no pudo evitar pensar en lo tiernos que se veían, pero entonces comenzaron a reírse pues en ese momento parecía un cuadro de Piccaso.

—Pendejos —aguantando la risa les lanzó una de las esponjitas que tenía sobre el tocador y esta fue a dar de pleno en la cara del ecuatoriano, quien dejó de reír por tan sólo un segundo—. Está bien, pero sólo si me prometes que la vas a cuidar bien.

—No prometo nada, deberás venir con nosotros para asegurarte de ello —respondió el integrante de CNCO, pues a él iba dirigida la mirada.

—Hecho.



Zabdiel tocó la puerta con insistencia y un puchero en su cara. Sabía que llegaba tarde. Afrodita abrió la puerta con una sonrisa en los labios pues era algo que ya tenía totalmente interiorizado y saltó a su cuello cuando vio la caja de bombones que le había comprado. Él también se dejó llevar por la emoción y besó sus labios con fiereza, mientras en su cabeza sólo pasaba la idea de desnudar a la mujer que tenía entre sus brazos y hacerla suya ahí mismo.

—Tienes suerte de que no tenga los labios pintados de rojo, bonito, sino ahora mismo parecerías un payasito. —Le dijo al separarse de él con dificultad.

El boricua entró en el dormitorio de la muchacha hasta el baño y con un poco de agua y jabón se quitó los restos de labial de la barbilla.

Lovi le siguió y se quedó mirándole desde la cama, apreciando cada movimiento con detalle, dándose cuenta que el hombre que estaba ahí no era el mismo que cuando se fue. Y no sólo él, ella tampoco lo era y por ende sus sentimientos habían cambiado. A pesar de verlo sexy y sentir sus piernas temblar con el beso que le acababa de dar, había algo distinto, algo que no se sentía igual. ¿A caso la distancia se había llevado con ella las mariposas en el estómago?

Él se giró para mirarla de arriba a abajo. Amaba el look que llevaba puesto, aunque seguía pensando en quitárselo, así que se lanzó de nuevo a sus brazos y volvió a besarla con fuerza mientras ella se recostaba en la cama. Al separar sus labios una sonrisa perversa apareció en el rostro del caribeño.

—Zab, te acabas de limpiar la cara para nada. —Se rio la española.

—No me importa —sentía el corazón agitado, pasado de revoluciones, la persona que tenía debajo era la única que le había puesto así en años y aunque no quería, sabía que debía controlarse pues había preparado la que pensaba, sería la mejor cita hasta ahora organizada por él.

—¿Dónde vamos? —Le preguntó confusa cuando él se levantó y tiró de su mano.

—Es una sorpresa, pero creo que te va a gustar.



Richard recogió a Vee en su flamante coche negro y Aaliyah asomó la cabeza por la ventanilla en cuanto vio a Tebbi aparecer.

—Sube, corre, ¡vamos a Jungle Island!

—Hola linda —Venus le regaló una sonrisa sincera a la niña a la cual no veía desde hacía casi un año y se asombró de lo grande que estaba.

—Hola Vee ¿Sabías que mi papá me ha comprado una cámara de fotos para que le hagamos fotos a los animales?

Venus subió al coche, tras acomodar a su hijo y dejó un beso rápido en los labios del dominicano, lo que dejó un sabor amargo en los labios de ambos.


Mientras paseaban de la mano por el parque, los dos pequeños correteaban y se tomaban selfies y fotos el uno al otro cerca de cualquier animal que apareciese frente a ellos.

En el rostro de Richard se podía apreciar felicidad, pero a su vez sabía que en algún momento aquello iba a terminar. No porque no sintiese cosas por la Diosa que no podía explicar, sino porque durante la gira había llegado a la conclusión de que no podía tener una relación con alguien en las circunstancias en las que él se movía. Las relaciones a distancia no eran lo suyo, él necesitaba la cercanía de la persona y aunque amaría llevar a Vee con él a todas sus giras, también tenía claro que era algo imposible, ella tenía un hijo y él no tenía un papá con quien quedarse. Debía terminar con eso, lo sabía, ella merecía algo mejor, alguien que pudiera darle estabilidad emocional y la familia que tanto merecía formar y sabía que él no era esa persona, al menos no en ese momento en el que su carrera estaba en todo lo alto. Él sabía que debía dejarla ir, pero no quería, no podía y mucho menos al ver como trataba a su hija y al pequeño Esteban.

—¡Tebbi, ven acá y tira esto al tacho! —gritó la Diosa, sacando al moreno de sus pensamientos.

El pequeño había tirado una piel de plátano al suelo y se había ido corriendo tras Aaliyah para tomarle una foto con los monos—. Morenazo ¿Estás bien?

—Sí, mami, sólo miraba lo buena madre que eres.

—Soy toda una madraza, lo sé.

—Una mamita.

—Ven mamita ven que yo quiero tenerte, cámbiame la suerte, que esto es algo urgente... —Cantó la chica a gritos.

—Estás loca, mami, pero me encanta. —Se acercó a ella y la besó con dulzura.

—¡Iros a un hotel!

—Lovi, Zabdie, ¿Qué hacen acá? —preguntó Venus mientras se limpiaba la boca.

—Sé que a Lovi le gustan los animales y la traje como sorpresa. ¿Ustedes que hacen aquí?

—Vinimos con los niños.

—¿Y dónde están?

Venus y Richard giraron la cabeza de un lado para el otro y comenzaron a ponerse histéricos al ver que los pequeños no estaban cerca suyo, algo que Zabdiel y Afrodita imitaron y como locos comenzaron a gritar sus nombres y a correr por todas partes.

Pasaron varios minutos de angustia hasta que Aaliyah le gritó a su padre, quien corrió como alma que lleva al diablo hacia la voz de su hija.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó angustiado mientras la abrazaba—. ¿Dónde está Tebbi?

—No sé, papi, yo corrí tras él pero le perdí y luego no pude encontrarte.

—It's ok, no worries. —La calmó antes de que comenzara a llorar—. Vamos a buscarlo.

Con su hija ya de la mano siguió caminando en busca del pequeño mientras el resto del grupo corría hacia todos lados gritando su nombre.

Finalmente Zabdiel halló al pequeño quien estaba parado tomando fotos a los loros.

—Tebbi, ¿Qué haces aquí sólo? No puedes salir corriendo así sin tu mamá —lo regañó mientras lo cargaba en brazos de manera automática.

Ellos apenas se habían encontrado en tres o cuatro ocasiones, apenas habían intercambiado dos saludos pues los demás chicos eran claramente más niñeros que él y eso el pequeño lo intuía, pero también es cierto que creció viendo su cara en la televisión y cantando sus canciones, así que su cercanía no se le hacía incómoda, todo lo contrario, era como si le conociera de toda la vida.

—Zabdiel —era el único nombre que sabía pronunciar a la perfección—. ¿Dónde está mi mamá?

—Tu mamá te está buscando preocupada, ¿por qué te fuiste así?

—I just wanted to see the birds.

—Sí, campeón, son muy lindos, pero no puedes salirte corriendo como si nada. En velda te podría haber pasado algo. La próxima vez sólo dile a tu mami y seguro que ella te acompaña a ver los pajaritos.

—Sí, I'm sorry —el pequeño agachó la mirada y hundió la carita en su cuello, avergonzado.

—Ok, no pasa nada, vamos a buscar a tu mamá.

Zabdiel caminó con el pequeño en sus brazos y encontró a Venus completamente devastada y preocupada, culpándose a si misma de ser una mala madre por perder de vista a su hijo.

—Vee, aquí está. —Ella se acercó corriendo—. Lo encontré observando a los Loros.

Dejó al pequeño en el suelo, quien corrió hacia su madre y ésta rompió a llorar, dejando así toda la angustia a un lado.

—Mocoso te voy a matar —le regañó mientras le abrazaba con las mejillas mojadas.

—I'm sorry mom —Tebbi también lloraba.

—Muchas gracias Zabdiel —Se enjugó las lágrimas, le miró con una sonrisa y aún con su hijo colgado al cuello le dio un gran y fuerte abrazo, haciendo así un sándwich de Tebbi.

Un click, un cosquilleo, una corriente o un calambre por correr; Zabdiel no era capaz de definir la sensación que tuvo ante aquel gesto. Si bien en la primera chica que se fijó fue en ella, Afrodita había conseguido por mucho tiempo sacarle de la cabeza la mirada vivaz y pícara de Vee, pero en ese momento, en esa fracción de segundo, algo le dijo que ya no volvería a mirar a la alocada chilena como antes, ni siquiera como al principio.

Se separaron al escuchar la voz de Aaliyah tras de sí y entonces fue ella quien lo sintió. Al mirar sus preciosos ojos marrones, todo aquello que creía haber borrado se hizo presente de nuevo.

Si bien era cierto que el primero en llamar su atención cuando descubrió a CNCO fue Christopher, con el pasar de los años Zabdiel fue miembro recurrente de sus sueños ya que cuanto mayor se hacía, más sexy y misterioso se volvía.

Al decidir viajar a Miami, junto con sus amigas, llegaron a un acuerdo:

—Independientemente de a quien le guste más quien, si alguno de los cinco nos tira la caña, ese mismo cae.

—¿Pero eso no es falso?

—Vamos a ver, ¿No te gusta Erick?

—Sí, claro.

—¿Chris? ¿No te acostarías con Chris?

—Una y mil veces.

—¿Zabdiel, Rich?...

—Sin parar.

—Pues ya está, eso es lo que digo. Aunque tengamos un favorito todas nos acostaríamos con todos ellos, así que ¿Por qué privarse?

—¿Sin molestarse?

—Sin malos royos. Somos amigas y eso va ante todo. Además, dudo que les vayamos a conocer, mucho menos que vayamos a tener algo con ellos —todas se rieron y poco después finalizaron la llamada.

Y al echar la vista a atrás, una sonrisa tonta afloró en el rostro de la chilena. Quien le iba a decir a esas chicas de antaño que lo habían conseguido y no sólo eso, sino que habían surgido sentimientos reales entre ellos, aunque ahora todo estuviese cambiando.



Joel y Aldana se encontraron en su apartamento, pues habían decidido hacer algo tranquilo. Ambos, aunque no se lo decían, tenían la sensación de que su relación se había enfriado un poco, sobre todo tras tanta discusión telefónica a lo largo de los meses. Él mismo se había dicho hacía años que no debía mantener una relación a distancia, pero ¿Qué más podía hacer si no estaba nunca en un mismo lugar?

La peruana apareció con un vestido lencero que cualquiera habría llamado camisón y una fina chaqueta de cuero, algo que escondía su escotado pecho. Lucía unos tacones no muy altos en color negro, al igual que el resto de su outfit y el pelo suelto con tirabuzones.

Joel abrió la puerta sólo vestido con un pantalón vaquero, ya que en su estudio hacía mucho calor y deleitó a su chica con el primer plano de unos abdominales y unos oblicuos bien marcados.

La morena abrió la boca en un acto reflejo al verle ahí parado y él se mordió el labio en respuesta.

—Hola —le dijo ella, pero con un rintintín que sonaba completamente sexual.

—Hola —contestó él con el mismo tono.

Y no pasaron ni dos segundos cuando sus lenguas se enredaron en un juego salvaje de besos y mordiscos.

El mexicano le quitó la chaqueta justo tras cerrar la puerta y no se despegó de sus labios hasta que ella saltó y se acomodó cual koala enrollando las piernas en su cintura.

—Como te extrañé —suspiró y acto seguido volvió a devorarla, pero esta vez comenzando por el cuello, lo que generó un millón de gemidos por ambas partes.

—¿Por qué te cambiaste? —le pregunta ella—, si es obvio que te voy a desnudar.

Minutos más tarde ambos estaban en la cama, sin ropa alguna que se interpusiera entre su piel y un millón de ganas de hacer el amor.

—No tengo preservativo —se apenó el mexicano.

—No importa, me estoy tomando anticonceptivos.

—¿Estás segura?

—¿Estuviste con alguien más sin preservativo?

—No, nunca —respondió seguro.

—Está bien enton...

Sin esperar a que terminara la frase Joel rozó con la punta de su miembro la zona más sensible de ésta, haciendo que muriera de ganas por que la empalara y a su vez deseando que no frenase pues estaba a dos segundos de llegar al orgasmo.

—No pares por favor, todavía no —le dijo y él obediente siguió moviéndose a pesar de no poder aguantar mas fuera de ella.

Un grito se escuchó a través del pasillo, algo que obviamente no le importó a ninguno y a continuación un rugido por parte de Joel, quien se introdujo en ella sin demora, haciendo que Aldana se retorciera de placer, pues no hay nada más satisfactorio que hacer el amor nada más llegar al orgasmo.


Cuando terminaron, sus cuerpos sudados quedaron tendidos en la cama y sus sonrisas grabadas en sus labios.

Aldana quería gritar “Te amo”, desde luego si había llegado al departamento con alguna duda con respecto a su relación, aquel momento la había borrado por... bueno, aún no por completo, así que se calló. No estaba segura de si eran sentimientos reales o la reacción de su cerebro ante una tarde de placer tan desmedido.

Joel se levantó de la cama y se acercó a la cocina a por una jarra de agua fresca para ambos. Volvió a la cama donde se encontraba su novia y mientras ella se incorporaba para sentarse, él sirvió ambos vasos.

—Ha sido espectacular —le dijo mientras dejaba un beso en su mejilla.

—¿Ha valido la pena esperar?

—Más que nada en este mundo. —Besó sus labios en esta ocasión.

—Eres alucinante Joel, de verdad, me has cambiado la vida.

—Lo sé —contestó él con una sonrisa de suficiencia, ganándose así un manotazo por parte de ella—. Tu también me has cambiado la vida, hermosa. Antes de ti no sabía lo que era querer a alguien.

La cara de Aldana se coloreó de rojo y una sonrisa tímida se apropió de sus labios.

—Te quiero- —Sus palabras acababan de aclarar todas sus dudas y sabía que lo que sentía no era debido al placer que generaba entre sus piernas, sino en el corazón.

—Yo también te quiero, preciosa.


Para cuando Afrodita encontró al grupo, se alegró de manera desmedida de ver al pequeño en los brazos de su madre, quien hablaba con Richard mientras le daba miradas furtivas al hombre que tenía delante, algo que por la emoción pasó desapercibido para todos los presentes.

—Mocoso, no me vuelvas a hacer esto o te juro que te esposo a mí —le regañó al llegar a ellos, mientras le cargaba en brazos.

—Lo siento Dita —Zabdiel dejó de reír por su comentario— yo no quería asustar a nadie.

—¿Dita? —El boricua alzó una ceja y puso una sonrisa traviesa.

—Ni se te ocurra, que te veo las intenciones. —Le amenazó con un dedo, agarrando al niño con un solo brazo. —Madre mía, Tebbi, como has crecido, hijo mío, pesas un tonel.

—¡Oye, no llames a mi hijo, gordo!

—No le he llamado gordo, he dicho que ha crecido. Los huesos también pesan, ¿sabías? —Le sacó la lengua en modo de burla y la Vee la imitó.

—Parecen más chiquitas que yo, daddy —Se burló Aaliyah entre risitas, algo que provocó una nueva carcajada en todo el grupo.


 
 
 

Entradas recientes

Ver todo
Capítulo 65 Primera cita

El crujido de la cama alertó a Venus, quien rio a carcajadas al escuchar un —shit— al otro lado de la pared. Conocía aquella voz y...

 
 
 
Capítulo 64 Verdades que duelen

Las mujeres se le iban acercando mientras pasaba por el centro de la pista, pero no les prestó atención. El rubio sólo tenía una cosa en...

 
 
 
Capítulo 63 Hora de ser sinceros

Un carraspeo interrumpió aquel beso que se había hecho eterno. Sus labios habían quedado enrojecidos entre succiones y pellizcos. Se...

 
 
 

1 Komentar


Lou <3
Lou <3
11 Jan 2022

Tebbi no asustes así a las diosas!

Suka
Screenshot_2020-05-26-20-39-46-731_com.i

Joel Pimentel

Screenshot_2020-05-26-20-40-02-969_com.i

Erick Brian Colón

Screenshot_2020-05-26-20-39-54-352_com.i

Christopher Vélez

Screenshot_2020-05-26-20-40-19-526_com.i

Richard Camacho

Screenshot_2020-05-27-08-13-07-288_com.a

Zabdiel de Jesús

bottom of page