Capítulo 40 Tristes despedidas
- denovelasvalacosa
- 18 dic 2021
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Tras pasar un par de días en Orlando, los chicos debían partir de nuevo, una gira mundial les esperaba y ellos estaban más que ansiosos por comenzarla aunque ello implicara alejarse de las chicas.
Erick, que era quien más difícil lo tenía, pues Selene volvía a Argentina, pasó su último día con ella encerrados en su departamento. Apagaron los teléfonos y al contrario de lo que podáis estar imaginando, la mayor parte del tiempo la pasaron hablando. Querían contarse tantas cosas que se quedaron en el tintero durante la estancia de la Diosa, que no tuvieron apenas tiempo para acordarse de la comida, algo muy raro en ella, pues como Christopher y Zabdiel, amaba comer.
—Como odio no haber comprado la entrada del concierto para verte en Argentina —dijo haciendo un puchero.
—Pero por eso no hay problema, mi amor. Cuando llegues a Buenos Aires me avisas y yo me encargo del resto. Eres parte de la familia ahora, se acabó eso de vernos desde el gallinero —A Selene se le iluminó la cara al escuchar esas palabras.
—¿Te puedo contar un secreto?
—Por supuesto, aunque no soy quien mejor los guarda —le advirtió.
—No importa. Yo vine acá pensando que Christopher era el amor de mi vida. Que éramos el uno para el otro... —Erick frunció el ceño. No le hacía mucha gracia esa parte de la ecuación, al menos no ahora que eran pareja—. Jamás pensé que podría llegar a enamorarme en este viaje. Creí que al conocerlos sería pura diversión. Sexo desenfrenado y mucha fiesta con las chicas. —Los ojos del cubano se achinaron mostrando disgusto—. No pongás esa cara, te dije que me enamoré de vos —entonces una sonrisa ocupó la mayor parte de su rostro.
—¿Has dicho que me amas?
—Sí boludo... te dije que te amo y vos ponés esa cara de hongo... —no pudo seguir hablando pues Erick se encargó de que la charla concluyera ahí con una sesión de fogoso sexo.
Las manos del cubano repasaron cada centímetro de la clara piel de su novia y estas fueron seguidas de sus labios que, mientras le hacía cosquillas con la barba, bajaban hacia su zona más intima, donde consiguió desatar un sinfín de sensaciones que Selene jamás había experimentado antes.
Venus se despidió de Richard a lo largo de la semana aproximadamente unas cincuenta veces. El insaciable dominicano dejaba a la chilena más que satisfecha y agotada cada mañana que pasaban juntos.
Para cuando Tebbi se iba a la guardería, Richard ya estaba en la casa, de hecho, muchas veces acompañaba a Vee hasta la escuela, afianzando así su relación con el pequeño, que cada tanto le preguntaba por su hija.
La última noche no fue diferente. Las chicas se habían tomado el día libre para poder despedirse tranquilamente.
—Morenazo, tenemos que hablar antes de que te vayas. No quiero que pase lo de la última vez...
—Tranquila, sabiendo que tu no lo vas a hacer, yo no me acostaré con nadie.
—No... no va por ahí. Yo quiero que puedas sentirte libre de hacer lo que quieras, al fin y al cabo no somos pareja y fue lo que acordamos. Solo que quiero dejarlo claro antes. Tienes carta blanca fuera de esta ciudad, pero cuando vengas a Miami eres todo mío —él se quedó meditando si seguía estando de acuerdo con eso, pues en aquel momento aceptó sólo para contentarla.
—Está bien mami, pero conste que no será mi idea principal...
—Tampoco la mía —mintió, pues aunque Richard la dejaba completamente extasiada, Izan aún le tiraba onda y estaba muerta de ganas por volver a comerse a ese latino sexy—. Pero lo dejamos así. Somos libres de hacer lo que queramos excepto cuando estés acá.
—Muy bien —sentenció el caribeño— así que como ahora estoy acá... —y no hizo falta decir más pues Venus ya se había puesto a horcajadas sobre él, demostrando así quien mandaría aquella noche.
Fue salvaje; y sin precalentar, ni buscar el lado tierno de las cosas, Vee se empaló con el miembro de Richard, haciendo que él gimiera al compás de sus movimientos suaves y/o violentos.
Aquella noche la pasaron en casa del dominicano ya que habían dejado a Tebbi con sus padres y Aaliyah, por lo que tenían total libertad de gritar a los cuatro vientos lo bien que lo pasaban en la cama, o en la ducha, o en la mesa del comedor, o en la cocina o en el sofá... En el único sitio donde decidieron que lo mejor era no gritar, fue en la terraza, aunque realmente ganas no les faltaron.
Afrodita y Zabdiel pasaron su último día juntos haciendo lo que más les gustaba, cantar. Zab decidió componer una nueva canción de la mano de la Diosa, quien tenía mil ideas en la cabeza para la letra pero era horrible componiendo melodías. La canción expresaba como Afrodita se sentía con respecto a sus relaciones pasadas y dejaba claro cuanto le desesperaba su conflicto interno constante. “Es una noria que me vuelve loca, que me sube y baja, vuelo y me relaja. Una montaña que me desespera, como tu sonrisa fría que me altera. Es como el fuego que hierve por dentro, cuando tú me miras y hay un desencuentro. Soy como el ébano, me elevo alto y si no te pienso me puedo caer”.
Zabdiel, tras unas horas pegado al ordenador produciendo la canción, se lanzó a la cama, donde se encontraba Lovi jugando con su gato y Freya descansando a sus pies. Y así, como una bella familia, se quedaron dormidos por horas. Al despertar, Afrodita se encontró con el bello rostro de Zab, quien seguía aún con los ojos cerrados. Se removió un poco y se apoyó sobre su pecho, metió la mano por debajo de su camiseta y le acarició de arriba a abajo con sus uñas, teniendo mucho cuidado para no hacerle más que cosquillitas.
—En veldá voy a extrañar que me despierten así —dijo con los ojos cerrados todavía.
—Y yo voy a extrañar a quien hacérselo. Hablando de eso... creo que deberíamos hablar ahora que te vas de lo que va a pasar en estos ocho meses...
—¿Y qué va a pasar, mami?
—Va a pasar que no quiero que te quedes con las ganas de hacer nada que quieras hacer. Así que hagamos una cosa —se incorporó un poco para mirarle a la cara—. Si te apetece acostarte con otra, besar a otra, hacer lo que sea con alguien que no sea yo, está bien, hazlo. No me lo cuentes, pero hazlo. Y yo haré lo mismo. Si tu quieres que te lo cuente yo te lo cuento, pero creo que es lo mejor que podemos hacer... ya sabes, para que no terminemos como la última vez... enfadados.
—Mami yo no quiero...
—Ahora no, pero puede que en dos meses de sequía si quieras, así que si lo haces, está bien. Es mucho tiempo lejos y tampoco es que seamos pareja. Sólo quiero dejar claros los puntos antes de que te vayas.
—Está bien. No quiero saber yo tampoco si pasa algo porque me pasaré el viaje entero pensando en ello, pero prométeme que cuando vuelva todo será como hasta ahora.
—Te lo prometo, tonto. Estamos bien juntos, eso no tiene porque cambiar. —Concluyeron la conversación con un beso apasionado—. Tengo hambre.
—Yo también, pero primero quiero mi postre.
Aldana salió de su dormitorio y aprovechando que estaba sola en casa, no se molestó en ponerse pantalones. Recogió de la isla los platos de la cena y los lavó mientras Joel se aseaba. Minutos más tarde sintió como los brazos del mexicano la abrazaban.
—Hey love, ¿puedo preguntarte algo? —le dijo a la peruana mientras ésta se secaba las manos.
—Sí claro —afirmó con temor.
—No te voy a pedir que seas mi novia porque recién acabamos de conocernos y creo que necesitamos más tiempo para eso, pero la última vez que salimos de gira los chicos la embarraron bien feo y quería hablar contigo sobre eso. Yo no soy un tipo que necesite estar entre las piernas de una mujer todo el tiempo, pero quiero saber si tú crees necesario aclarar algo antes de que me marche.
—Joel, bonito, tú eres libre de hacer lo que te plazca, pero si me estás preguntando que es lo que yo quiero, te digo de ante mano que no me gustaría que lo nuestro se quedara aquí y que si me preguntaras lo que no quieres preguntarme te diría que sí sin dudarlo.
—¿Quieres ser mi novia? —pregunta como si no estuviera seguro de que era eso a lo que se refería.
—Sí, claro que quiero, pero sólo si tu quieres.
Vio la duda en sus ojos, para él era demasiado pronto, quizás, o tal vez tenía miedo de dar ese paso de una vez por todas con una mujer.
—Sí, me gustaría que estemos juntos, pero yo nunca he tenido enamorada antes...
—No te preocupes, no es más que una etiqueta, a mi no me importa si no quieres ponerla todavía. Yo lo único que quiero decirte con esto es que no necesito buscar a nadie en todo este tiempo porque sé que cuando vuelvas a Miami al único que voy a querer es a ti. —Joel le dio un tierno beso y al separarse se dieron una sonrisa.
—Tu sabes lo que te espera con tus nuevas “cuñadas” ¿no? —se rieron al imaginar a las diosas del amor con mala cara en el momento que les dijeran que habían tomado la decisión de estar juntos.
A la mañana siguiente, antes de que todos debieran partir, decidieron ir a la casa de Atenea y Afrodita a desayunar.
Selene ya se había marchado, y al igual que hicieron el día que ella dejó Miami, se reunieron todos para darse el último vistazo. Habían estado tan encerrados en sus relaciones que Christopher y Atenea apenas habían pasado tiempo con sus amigos.
Los primeros en llegar fueron Joel y Aldana, pues lo único que debían hacer era cruzar el pasillo. Llevaron unos muffins que había preparado el día anterior Venus.
Ella fue la siguiente en entrar por la puerta, pues a pesar de que Richard necesitaba hora y media para arreglarse, le gustaba ser puntual, algo que por supuesto no le pasaba al resto de sus amigos.
Zabdiel y Afrodita fueron los siguientes y no porque el boricua se lo pusiera muy fácil... ella siempre era un reloj, le gustaba llegar a la hora porque odiaba cuando los demás llegaban tarde, algo que le solía pasar con Zab, así que le despertó a golpes con la almohada cuando vio que no había manera de levantarle de la cama.
Por último, Erick y Christopher, tan impuntuales como siempre esos chiquitos, pero en esta ocasión había sido cosa de Ollie, o eso dijeron, ese perro travieso no quería obedecer y volver a casa cuando debía hacerlo, así que finalmente optaron por llevarlo con ellos.
—¿Les importa que lo haya traído? Es que no quería volver a casa y se estaba haciendo tarde.
—Para nada. —Respondió Lovi con una sonrisa. Amaba al perro de Chris casi tanto como a Freya—. ¿Qué vas ha hacer con él ahora que os vais?
—Creo que mi mamá vendrá un tiempo y después lo dejará en casa de los papás de Richard o de Erick.
—¿Viene por el perro?
—En parte sí...
—Ay Chris, puedes dejar a Ollie aquí, nosotras nos ocuparemos ¿Verdad Ati? —Atenea miró a su amiga como si estuviera loca, pero después claudicó y asintió—. Ves, no seas tonto, luego voy contigo al departamento antes de que salgáis y recojo sus cosas. Además, también cuidaré del gato de Zab, así que...
—Pero el gato no viene a casa ¿no? —preguntó temerosa Atenea. El día que sus mascotas fallecieron decidió no volver a tener ni perro, ni gato y ahora Afrodita no sólo le había metido una perra, sino que también quería sumar las mascotas de los chicos.
—Tranquila señorita, los gatos están mejor en su casa, así que iré a darle mimos y a alimentarle al salir del club.
—Vale. No es por nada Zab, pero es que...
—No te preocupes Ati, Lovi me contó que no querías mascotas.
—No soy fan de los gatos la verdad...
—Pues estás rodeada de ellos —apuntó la mordaz Venus. Y después todos se rieron pues entendían perfectamente la referencia.
El desayuno concluyó tras una larga charla que terminó dividiéndose en sectores mientras escuchaban algo de música.
Por un lado estaba Atenea hablando con Richard, con el cual no había entablado mucha conversación a lo largo de los meses. A unos metros de distancia se encontraba Christopher con Venus y Zabdiel, quienes hablaban de lo que debían visitar al llegar a Chile y de lo que debían enviarle una vez aterrizasen.
Joel y Afrodita se despedían con mil abrazos y besos mientras que Erick se dispuso a conocer un poquito mejor a Aldana.
—Me ha dicho que están juntos —le comunicó el cubano.
—Sí, anoche hablamos sobre el tema...
—Cuanto me alegro de no ser el único en pareja ahora.
—¿Estás con Selene? ¿Por qué no dijeron nada?
—Porque preferimos ver como avanza todo a la distancia antes de comunicarlo al grupo.
—Entiendo, nosotros queríamos hacer lo mismo, pero después Joel pensó que de no decir nada los chicos le molestarían para que conociera chicas en los clubs o que las chicas se molestarían por ocultarlo.
—Tiene razón, no había pensado que tarde o temprano lo sabrán y Venus no se lo tomará bien si se lo hemos ocultado... No quiero que se enfade conmigo...
—Te da miedo.
—Un poquito —bromeó, provocando así la risa de Aldana.
—A mí a veces también, pero después de vivir con ella tanto tiempo he descubierto que en el fondo es un cachito de pan.
—De pan con leche —se rio Afrodita, quien llegaba junto a ellos seguida de Joel.
—Oye —se quejó el mexicano.
—Y me encantó. —Concluyó mientras se reía a carcajadas, llamando así la atención de todos.
Aldana también se rio, pues al conocer a Joel decidió ver vídeos sobre él en youtube y desde luego ese no pasó desapercibido.
—¿Tu de que te ríes? —le preguntó mientras abrazaba a su chica.
—De ti.
La hora de comer se acercaba y con ello la hora de marcharse. Atenea sacó de la nevera un par de tuppers con sandwiches y como si de una madre que cuidaba de sus hijos pequeños se tratara se los entregó a Richard.
—Aquí os preparé algo de comida para el camino, no quiero que muráis de inanición.
—¡¡Comida!! —lloriqueó Christopher—. Gracias reina. —Le dijo antes de acercarse y darle un beso en la mejilla—. Eres la mejor. Te querré eternamente.
Y es que definitivamente la forma de ganarse el corazón del ecuatoriano siempre fue, es y será mantenerle el estómago lleno.
Salieron del apartamento y tras dejar sus respectivos besos se marcharon, seguidos de Afrodita, quien acompañaba a Christopher y a Zabdiel para recoger los juguetes y la comida de Ollie.
Creo que de no ser que estaban todos, Ati la hubiese matado a Lovi por decidir cuidar a Ollie
Cara de hongo 🤣🤣🤣