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Afrodita-Lili

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Venus-Idlu

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Atenea-Lilu

Capítulo 34 Forjando relaciones

  • Foto del escritor: denovelasvalacosa
    denovelasvalacosa
  • 9 jun 2021
  • 11 Min. de lectura

Afrodita llegó a Bayfront, a ese pequeño rincón del parque que pocos turistas conocían, lo que lo hacía un lugar tranquilo y perfecto para pensar y relajarse sobre las rocas. También era un buen sitio donde patinar y practicar aquellas figuras que tan olvidadas tenía. En aquella ocasión sabía que de darle tiempo a su mente, terminaría volviéndose loca ante tantos sentimientos encontrados, así que para calmar su ansiedad mental, decidió que lo mejor era seguir sobre sus patines; y fue mientras hacía un “Ángel” hacia atrás que alguien le gritó para que tuviera cuidado, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera contra el duro suelo.

—Lo siento, no quería asustarte pero no me daba tiempo ni a frenar ni a girar— le tendió la mano para ayudar en su incorporación—. ¿Te has lastimado?

—No, tranquilo. ¿Qué haces aquí? —en todo el tiempo que llevaba yendo a aquel lugar, nunca antes le había visto.

—Vine a practicar algunos trucos ¿Y tú que haces acá? —abrió los ojos con obviedad y Christopher se echó a reír—. Claro, patinar. ¿Te importa si me uno?

—No, claro, me encantará verte.

—No sabía que venías a este parque —se acercó a dejar un beso sobre su mejilla a modo de saludo.

—Suelo sentarme ahí —señaló las rocas—, a pensar mientras escucho música, pero hoy prefería despejar la mente.

—¿Problemas? ¿Sigues enojada con Zabdi? Él es buena persona, además, te tiene mucho cariño y...

—No, con él todo bien —mintió, aún se le hacía duro verle y no besarle—, es más, hemos quedado esta tarde, dice que me trajo algo del viaje. —Chris sonrió perversamente—. Tú sabes lo que es, sí, tú sabes lo que es ¿Qué es? Por fa, dime lo que es...

—No le voy a arruinar la sorpresa a mi amigo y mucho menos a ti, así que sólo diré que te va a gustar —Afrodita frunció el ceño—. Ahora, ¿Me enseñas alguna figura de las tuyas?

—Sólo si tú me enseñas a subirme a esa cosa. —Señaló el skate.

—¿No sabes?

—Nunca pude mantener el equilibrio y mis primos jamás tuvieron la paciencia de enseñarme.

—Dale, quítate los patines, te voy a enseñar ahorita.

—Pero no llevo zapatos.

—Pues sin zapatos, sólo vas a subir a la tabla y mantenerte.

Afrodita se deshizo de sus patines dejándolos a un lado y subió sobre el skate mientras Chris agarraba sus manos para que no cayera, algo que tuvo que agradecer, pues al poner demasiado peso sobre sus talones se descompensó y éste tuvo que tirar de ella para que no terminara en el suelo.

Sus cuerpos quedaron demasiado cerca y mientras la tabla seguía rodando, ellos podían sentir la respiración del otro, entrecortada y profunda. Chris mordió su labio, mientras Lovi sonrió avergonzada.

—Gracias— le dijo justo antes de alejarse de él y correr hacia donde había quedado parado el skate.

—Una vez más.


Joel dejó a Erick, Venus y Tebbi en el paseo marítimo y siguió conduciendo hasta el puerto donde había acordado encontrarse con la mujer que lo estaba volviendo loco.

El South park pier estaba casi vacío, lo que le facilitó ver la diminuta figura de Aldana. Se acercó a ella y con una tímida sonrisa le saludó. Dejó un beso en su mejilla y comenzaron a caminar, un poco vergonzosos pues era su primera cita. Habían pasado los días hablando desde su cumpleaños, ya que se habían divertido mucho juntos, pero no habían podido encontrarse hasta ese momento.

—Entonces ¿se divirtieron?

—Algunos más que otros, pero sí. Fue fantástico llegar a países donde no hablan nuestro idioma y aún así escuchar como cantaban nuestras canciones. Asia fue algo de otro mundo, la verdad.

—Imagino que tuvo que ser espectacular.

—Mucho más que eso, pero ya dejemos de hablar de mí ¿Cómo va tu colección?

—Muy avanzada, la verdad, tengo suerte de tener a las chicas cerca, que me aconsejan y ahora que Selene vino, tuve más tiempo libre para preparar mis diseños.

—¿Cómo sigue todo?

—Pues haremos un desfile pirata. Batista, el socio de las Diosas, me está ayudando mucho con eso.

—Me alegro muchísimo por ti. —Sonrió mientras se quedaba parado sobre la valla y observaba el mar.

—¿Está todo bien? —preguntó la peruana al ver su semblante.

—Me gustaría perseguir todos mis sueños con tanto ímpetu como tú tienes.

—Pero eres cantante ¿No es ese tu sueño?

—Uno de tantos.

Aldana se paró junto a él, pasó su mano por la espalda del joven y ambos se quedaron mirando muy de cerca por algunos segundos. Los suficientes para hacer que sus glándulas comenzaran a salivar pidiendo a gritos que se comieran el uno al otro. La primera en animarse fue ella, quien perdiendo la vergüenza y la cordura, se abalanzó a sus labios con desespero.

—Lo siento —se disculpó al separarse.

—No hay porque... —fue interrumpido cuando un segundo beso atacó su boca—. ¿Todas las peruanas son así de lanzadas?— preguntó entre risas.

—No creo, es más, yo no soy así, pero me atraes demasiado.

—Te creo —copió a su amiga Vee, lo que hizo reír a su acompañante—, tú a mí también me atraes mucho...

—¿Pero?

—Pero ya sabes como es mi vida, no quiero que nos pase como a mis amigos y tus amigas...

—Tranquilo Joel, no espero que tengamos una relación seria, sólo quería sacarme las ganas que tenía acumuladas desde que te conocí. Necesitaba saber como se sentían los labios del gran Joel Pimentel. —Ambos rieron pues sabían que eso último sonaba a fan desesperada, pero no lo era, ni mucho menos.

—Ya sé que nadie se resiste a mis encantos y en verdad me gustaría conocerte mejor, me pareces muy divertida y estás bastante loca.

—Digamos que Miami me cambió, yo antes era más tímida e inocente, pero aquí o cambias o te comen los tiburones.

—Te entiendo, yo también he cambiado mucho estos últimos años.


Erick había armado un castillo de arena con Tebbi, había cubierto a Vee hasta hacerle una cola de sirena y había cavado un pozo para que el pequeño pudiera meterse. Estaban pasando una mañana de primera. Venus estaba encantada de ver como dos de los hombres más importantes en su vida, se llevaban tan bien. Si bien Erick y ella jamás tendrían algo romántico, era más que obvio que la relación que tenían tampoco era de amigos comunes, quizá como podía tener con Zabdiel o Christopher, era incluso superior a la que tenía con Batista y Joel, es más, se acercaba, en tan poco tiempo, al amor fraternal que sentía por Fabricio, al que conocía desde hacía muchos años.

Tras nadar un poco con el pequeño, este se distrajo jugando sólo y Erick aprovechó para hacerle una pregunta a su querida Diosa. Carraspeó antes de hablar, dejando en claro lo nervioso que estaba.

—Bebé —Vee apartó la mirada de su hijo— ¿te puedo hacer una pregunta?

—Claro, amor, dime.

—¿Sabes si Selene y Chris tienen algo... serio? —Venus frunció el ceño. ¿De verdad le estaba haciendo esa pregunta tan absurda? Apenas se habían conocido la noche anterior.

—¿Te gusta Selene o Christopher? —preguntó mientras aguantaba la risa.

—¿Qué dices? —lanzó un poco de arena a sus piernas al darse cuenta de que se burlaba de él—. Tarada. Es que... no sé... fui a ver a Chris en la mañana y cuando le miré a los ojos, sentí algo raro en la panza.

—Repito ¿Los ojos de Chris o de Selene? Y ¿En la panza o más abajo? —El cubano la miró mal y ella alzó las manos a modo de disculpa—. Ok, sorry. Los ojos de Selene suelen causar ese efecto, atrapan, como la Luna, pero si es verdad que te interesa yo le daría con todo... —Erick denotaba nerviosismo e inseguridad—, aunque si quieres le puedo preguntar primero a ver que onda.

—Estaría buenísimo, la verdad —Vee le guiñó un ojo y entonces cayó en la cuenta.

—Pero... tú sabes que ella sólo está de visita, ¿verdad? Porque veo en tus ojos un brillo que da miedo.

—No... no sabía, pensé que se quedaba con ustedes —hizo una pausa—, pero no importa, tampoco sabemos si ella...

—Algo me dice que tú a ella también le interesas. Intuición de Diosa del amor.


Tras media hora de prueba y error, Lovi finalmente se animó a avanzar sin él a su lado, algo que parecía fácil, por lo que giró la cabeza para mirar a Chris y sonreírle victoriosa y confiada, lo que fue un gran fallo, pues la tabla se frenó al chocar con sus patines y ésta cayó al suelo de bruces.

—¿Estás bien? —corrió a socorrerla mientras ella, sentada en el suelo, se reía a carcajadas por su torpeza.

Esa risa, esa escandalosa risa, hizo cosquillas una vez más en la boca de su estómago y se congeló ante lo que se le cruzaba por la mente.

—¿No vas a ayudarme?

Chris volvió en sí sacudiendo la cabeza y sacando de ella aquella absurda idea. Zabdiel adoraba a esa mujer y él no era la clase de amigo que se interpondría entre dos personas por puro capricho.

Estiró los brazos y con ambas manos levantó a la Diosa del suelo, mientras ella se sacudía el pantalón en la zona del trasero.

—Creo que es mejor que lo dejemos por hoy.

—Mi culo estará agradecido, la verdad, pero si no tienes prisa... ¿Me enseñas como lo hace un verdadero skater? —La sonrisa del cantante se agrandó un poco más de lo normal.

—Por supuesto.


Atenea llegó a casa y se encontró con Selene asomada al balcón generando con sus uñas un tintineo nervioso sobre la barandilla.

—¿Todo bien? —La argentina dio un respingo pues no se había percatado de su presencia.

—Boluda, me asustaste. —Se llevó la mano al pecho de forma dramática—. Sí, todo bien.

Ati podía oler las mentiras a kilómetros, pero prefirió darle su espacio y se metió a la ducha antes de que se hiciera demasiado tarde para preparar la comida.

—En realidad no está todo bien —confesó una vez el olor a sofrito le hizo entrar en la casa.

—¿Es por Chris? No me digas que después de tanto esperar y tanto planear resultó ser un desastre en la cama.

—¡No! Osea, sí es por Chris, pero ese hombre no es un desastre en la cama. —Se acomodó en la banqueta de la isla mientras hablaba—. Me hizo hasta lo inimaginable, no te haces una idea de lo que disfruté anoche con él. Con su cuerpo sobre mí, sus manos recorriéndome, su boca saboreándome...

—Pero... —interrumpió al ver que su cara de excitación escondía algo.

—Erick.

—¿Os interrumpió?

—No, no, vino en la mañana a ver a Chris y ahí estaba yo, medio en bolas y con cara de idiota al verlo por primera vez.

—Bueno, eres su fan, no te culpo...

—Es que no fue eso lo que pasó. La cuestión es que sí, obvio me quedé como tarada mirándolo porque era mi otro amor, es más, tenía a mis dos amores frente a mí, un sueño hecho realidad, hasta que se acercó y clavó sus ojos en los míos. Boluda, me quemó el cuerpo.

—¿Te tiró algo caliente encima?

—Ay, no... —se desesperó la argentina— sentí algo, algo que por más que odie decirlo, no sentí con Christopher.

—¿Cosquillitas en el estómago?

—Más que eso. Fue como si toda mi piel quemara, como si un rayo atravesara mi cuerpo, fue una sensación tan genuina que no sé como explicarla. ¿Sabés cuando sentís que conocés a alguien de toda la vida, cómo si fuera tu hogar?

—La verdad es que nunca me pasó.

—Pues eso fue lo que yo sentí. Lo sentí hogar. —Se quedó callada ante la atenta mirada de Atenea—. Pero ya fue... después de acostarme con Chris no tengo posibilidades de que pase nada con él.

—¿Firmaste un contrato de propiedad? No digas tonterías, en los sentimientos uno no manda y las barreras las ponemos nosotros.

—Pero son los mejores amigos.

—Entonces Chris entenderá que si vosotros os queréis no puede ponerle palos a la rueda, frenos al amor, cortarle las alas... —Selene rio ante la poesía de la española.

—Tenés razón, pero no sé que hacer.

—Seguro que Vee te puede ayudar, ella es muy amiga de Erick y de querer algo contigo estoy segura que se lo contará. Pero ¿Qué vas a hacer con Chris?

—No tengo idea. Te juro que siempre pensé que moriría después de una noche como la de ayer, que me enamoraría perdidamente y... si no hubiera aparecido Erick, te habría dicho que jamás dejaría de probar su cuerpo una y otra vez, pero...

—El amor.


Lovi volvió acompañada a casa, le insistió a Chris varias veces para que subiera a comer, pero tras lo que había vivido aquella mañana con Selene, sabía que lo mejor era darle su espacio. Las cosas, definitivamente, no habían terminado como él esperaba y sabía que forzar un reencuentro tan pronto sería contraproducente. Es más, por alguna razón, su instinto le decía que debía darlo todo por perdido, bueno su instinto y ese nerviosismo al despedirse aquella misma mañana cuando ninguno de los dos supo como actuar.

Para cuando Afrodita entró en su departamento, la mesa ya estaba puesta y el olor a paella le recordó a los paseos con el desgraciado de su ex por las playas de Valencia. Gruñó y se sentó en la isla tratando de sacar aquellas imágenes de su memoria para remplazarlas por lo que había vivido hacía un momento.

Cuando Venus apareció con Erick, la única sorprendida fue Selene, pues no esperaba para nada volver a ver al cubano, al menos no tan pronto. Éste, en un principio, había pasado a saludar a Atenea pues aún no la había visto, pero tras la insistencia de las Diosas y del pequeño Taz, decidió ceder y quedarse a probar eso que tan bien olía.

Al final de la velada, con la excusa de bañar a su hijo, Venus abandonó la mesa la primera, seguida de Atenea, quien había hecho planes con Batista, pues la había llamado en la mañana para conversar y aunque todavía seguía alerta, el tono de su voz le dijo lo importante que era para él en aquel momento esa conversación. Afrodita no tardó mucho más en dejar la casa, ya que había planeado encontrarse con Zabdiel aquella tarde; así que como cosa del destino, Erick y Selene terminaron solos.


Lovi llegó al departamento del boricua tras su insistencia en que subiese y a regañadientes entró, acarició a Appa y éste se restregó en su pierna dejando sus patines llenos de pelos.

—Te extrañó más que a mí. —Le regaló una sonrisa tímida, casi con miedo a su reacción y la Diosa, quien se quedó prendada de aquel gesto, tuvo que recordarse que nada podía pasar y que para eso debía mantener la distancia.

—¿Estás preparando algo nuevo? —el ordenador estaba encendido con el programa de sonido abierto.

—En realidad estoy pensando en estudiar producción musical y bueno, estaba haciendo algunas cositas en el ordenador.

—Pero tu ya sabes mucho de eso.

—En velda, sí, pero nunca está de más estudiar algo que te apasiona y bueno, tener una titulación siempre es bueno.

—Me encanta —sonrió—, ¿me enseñas lo que estás haciendo?

—En velda, en velda, no tengo nada listo todavía, pero cuando esté terminada te la muestro, mami. —Ese “mami” final le generó escalofríos—. Tengo algo para ti —le dijo cambiando de tema—, espero que te guste.

Zabdiel caminó hacia la península de su cocina y de un armario sacó una caja un poco pesada que apoyó sobre el mármol.

—¿Esto es para mí? Es... es muy grande. —Él asintió y ella con emoción abrió la caja olvidando todo lo que se había prometido en el ascensor mientras subía—. ¡¿Qué?! —Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas—. Te acordaste. —Comenzó a sacar cada paquete que había dentro, entre los cuales había Jamón Serrano, pipas, chorizo...— ¿Quién te dijo que me gustaban los gusanitos?

—Le escribí a Atenea cuando aterrizamos en Madrid y le pregunté que podía traerte que te hiciera sonreír.

—Pero... pero... —se secó la cara y le miró fijamente—, pero Joel me dijo que su vuelo no hacía escala desde Japón.

—Cambiaron la ruta en el último minuto, supongo, yo sólo me aseguré de que alguien me lo llevara al aeropuerto.

—Zabdiel... —no sabía muy bien que decir, así que le abrazó con fuerza.

Al separarse, demasiado despacio, el boricua aprovechó para saborear sus labios y ella, tratando de olvidar lo que pasó en Europa, se dejó llevar. Aquel detalle había conmovido su corazón, al menos por unos minutos, pues cuando pararon para tomar aire recobró la compostura, la razón y recordó cuanto le dolió enterarse de aquello, de cómo le hizo sentir insuficiente y de cuantas noches tuvo que plantearse su valía en la soledad de su conciencia.

—Esto no puede ser Zab... yo... gracias por el regalo —agarró su bolso y dejando la caja en el mismo lugar caminó hacia la puerta.

—¿No me vas a perdonar nunca?

—Yo ya te perdoné, pero dijimos que seríamos sólo amigos y esto —señaló a ambos alternativamente—, esto no es de amigos.

—Tienes razón, lo siento —agachó su mirada y ella, que era incapaz de verlo triste, volvió hacia él y alzó su barbilla para que le mirara y con una sonrisa le tranquilizó.

—Gracias por el regalo, ha sido lo más tierno que han hecho por mí en la vida, pero no puedo llevármelo.

—Pero es tuyo...

—Sí, lo sé, pero está muy pesado, no puedo caminar con ella hasta mi casa. —Al fin los dos rieron.

—Le pediré a Joel que te la acerque esta noche en el carro ¿Te parece bien?

—Gracias Zab, sé que seremos grandes amigos.

 
 
 

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2 則留言


Lou <3
Lou <3
2021年6月09日

Erickene 😍😍😍😍😍 (Erickene=Erick+Selene)

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Lou <3
Lou <3
2021年6月09日

El "seremos grandes amigos" me dolió hasta a mí

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Joel Pimentel

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