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Afrodita-Lili

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Venus-Idlu

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Atenea-Lilu

Capítulo 30 ¿Mujer de un sólo hombre?

  • Foto del escritor: denovelasvalacosa
    denovelasvalacosa
  • 24 abr 2021
  • 9 Min. de lectura

Venus se despertó con el sonido del teléfono y con un bufido finalizó la llamada, sin mirar siquiera quien era. Dio vueltas tratando de volver a dormirse, pero la luz del Sol que entraba por la ventana le advertía que ya era hora de ponerse en pie. Se sentó, restregó sus ojos y miró quien había interrumpido su sueño.

—Hola, morenazo —se cepilló el pelo con los dedos mientras se miraba en la pantalla.

—¿Qué tal estás, honey? Chris me comentó que estabas triste. ¿Todo bien?

—Sí, no pasó nada que no se pueda solucionar. ¿Tú cómo estás? Hace tiempo que no hablamos.

—Lo sé, la última vez estabas muy ocupada con un tipo y no quise molestarte.

—¿Con un tipo? —preguntó molesta por el planteo—, ¿Te refieres a Alex? Es un amigo, doctor, que vino a ver a Atenea porque se desmayó. Y aunque no tengo porque darte explicaciones, no me gusta que me traten de fácil cuando yo he estado aquí portándome bien.

El tono osco de su voz hizo que Richard se sintiera pequeñito y demasiado mal por lo que había malinterpretado.

—Mami, lo siento, yo pensé...

—Pues pensaste mal.

—La cagué bien feo, Vee, yo... —tragó duro—, no pretendía... sólo pensé que estabas con otro y me dejé llevar por los celos.

—Imagino de lo que estás hablando. ¿Te acostaste con otra?

—Sí, mami, lo siento mucho...

—¿Sentir? —le interrumpió— No hay nada que sentir. Tú y yo no somos nada, te lo dije antes de irte y aún así como una tarada creí que esperarías igual que estaba haciendo yo. ¿En qué pensaba? Pero no te preocupes, Richard, tú sigue disfrutando de la gira que yo haré lo mismo en Miami. —la cara del dominicano se tornó dura— Y tranquilo, no me debes explicaciones, yo tampoco te las debo a ti. Bye Rich.

Finalizó la llamada sintiendo un vacío en el pecho que hacía tiempo no sentía. Era cierto que le había dicho aquello, pero esperaba que después de tremenda despedida, Richard, hubiera entendido que en realidad era algo más para ella que un simple hombre con el que pasar algunas noches.


Afrodita cruzó el descansillo que había entre su casa y la de Vee y tocó el timbre. No había querido decir nada hasta ahora, pero tras pasar toda la noche pensando en Zabdiel, comprendió que quizá Richard había hecho algo parecido y debía avisar a su amiga.

Cuando Venus abrió la puerta, con una cara de culo que espantaría a cualquier asesino en serie, supo que llegaba tarde.

—Lo sabes ¿no?

—Acabo de colgarle hace un minuto.

—¿Te lo contó él o...?

—Sí, el muy estúpido pensó que Alex estaba aquí por mí.

—Esa fue la excusa que me dio Zabdiel.

—¿Cómo?

—Él se acostó con otra porque Richard le había dicho que te escuchó con un tipo. Debí contártelo ayer, pero no tenía ganas de pensar en ello y no caí en que él podría haberlo hecho también.

—Tranquila, preferí enterarme de su parte, sino habría sido peor. ¿Qué haces acá? No es que me moleste, pero me sorprende que vengas tan temprano.

—Vengo a desayunar. Fabi está con Ati, está demasiado meloso y comenzaron a discutir no sé porque mierda, así que preferí venir a verte que escuchar su conversación.

Entraron en la casa ya que habían mantenido esa conversación en el umbral de la puerta. Hicieron parada en la cocina y se mantuvieron calladas mientras cocinaban.

—Uve... —los ojos de Vee se levantaron por primera vez del plato, desde hacía un tiempo Lovi había decidido cambiarle el apodo—, esto no puede seguir así. No, debemos ser las mujeres fuertes y golfas que somos. Dile adiós a las Diosas del amor y hola a Lili e Idlu. Prepárate mundo que tengo hambre.


Al volver a casa las voces aún se escuchaban a través de la puerta y no quiso entrar para no molestar.

—Pero si ya estamos haciendo vida de pareja ¿Por qué no lo quieres llamar por su nombre?

—Fabi, te lo he dicho un millón de veces, no me gustan las etiquetas, no quiero sentirme atada a nada ni nadie. Me gustas, pero no confío en ti, no confío en nadie por ahora.

—¿No confías en mí? ¡¿Qué motivos te he dado para ello?! ¿Es que acaso el problema es que te estás acostando con otros y por eso no quieres ponerle etiqueta a esto?

—¡NO! Pero me has dado una gran idea. Es precisamente por este tipo de comentarios y comportamientos que no quiero nada serio con nadie, por lo que no confío. Se acabó Fabi, hasta aquí hemos llegado.

—¿Me estás dejando?

—Sí.

Lovi dudó si mantenerse al margen, irse y no mirar atrás o entrar en su casa. Estaba en pijama, así que no llegaría muy lejos vestida así. Entró en el departamento haciendo el menor ruido posible mientras Fabricio se metía en el dormitorio de Atenea para recoger sus cosas.

Quería preguntarle a su amiga lo que había ocurrido, pero de hacerlo probablemente ella saldría escaldada, así que prefirió meterse en su habitación, bajo la atenta y furibunda mirada de la rubia y se encerró hasta que escuchó el golpe de la puerta principal al cerrarse con fuerza y mala gana.

—¿Vamos a la piscina? —Atenea alzó una ceja— Hay un parque acuático cerca de aquí, podemos ir a pasar el día y alejar toda esta mala vibra que nos sigue. —Con una sonrisa en los labios miró a su amiga y esta cambió su semblante de serio a dulce.

—¿Un día para las dos?

—Hace mucho tiempo que no estamos tú y yo solas.

—Me parece genial. Deja que me ponga el bañador.

—Aquí te espero, princesa.


La noche llegó y las Diosas estaban más que listas. Se habían arreglado en exceso, usando ropa ajustada que dejaba a la vista cada milímetro de sus curvas. Si bien no era la noche masculina, el sentirse como lo que eran, mitad Diosas, mitad demonios, les hacía saberse fuertes de nuevo.

Al llegar al club, una hora antes de la apertura, como siempre, se dirigieron al vestuario para dejar sus cosas. La primera en salir fue Atenea, que rápidamente se colocó junto a Michael para probar el sonido. Afrodita, salió tras ella y se dirigió a la sala V.I.P. para darle un vistazo antes de que empezara la noche. Desde que Ati informó a sus amigas de sus sospechas sobre la venta de droga en el local (sin mencionar a quien tenía como principal sospechoso) las chicas se esforzaban el doble por mantener todo bajo control. También se habían dado cuenta de la bajada de consumo entre sus clientas tras el incidente de Atenea, algo que hacía sospechar a la española que no andaba tan alejada de la realidad.

Venus, que se había quedado rezagada organizando los productos de aseo en los baños de la plantilla, se encontró con Izan llegando nuevamente tarde.

—Batista se pondrá furioso si se da cuenta de que acabas de entrar.

—Disculpa Vee, es que tuve un problema con la ducha, pero no volverá a pasar. —La chilena se relamió los labios imaginando al latino bajo el agua y con todos sus abdominales mojados.

—Está bien, si te dice algo dile que yo sabía que llegabas tarde. Ahora arréglate que abrimos en media hora.

—¿Me puedes ayudar con el aceite? —Vee tragó duro mientras él sonreía con picardía. Se había dado cuenta de cómo le miraba.

—Sí, claro.

Se acercó a él sin vergüenza alguna, cogió el bote de aceite y acercándose más de lo necesario al bailarín, untó sus manos con el producto. Él se deshizo de su camiseta y ella clavó sus ojos en los tatuajes que cubrían su abdomen.

Dio un paso más y en vez de untar su pecho, pasó las manos por su espalda, haciendo que Izan pudiera sentir en su cuerpo la respiración de Venus, que alzó la cabeza para poder mirarle a la cara.

El latino agarró el cuello de su jefa sin dudarlo y antes de que pudiera decir nada, unió sus labios y se perdió en un beso demencial. Venus saltó en cuanto él bajó sus manos a las caderas y se anudó en él con las piernas. Izan caminó a tientas hasta el primer cubículo y se encerraron para deshacerse de la ropa con tranquilidad.

La cara de Vee se apoyó contra la puerta y antes de que pudiera parar aquella locura, el bailarín ya estaba dentro de ella, quien se encontraba demasiado húmeda por el morbo y la adrenalina del momento.

—¿Llevas protección?

—Siempre.


Batista se acercó a la mesa de luces, donde Atenea aún seguía, coqueteando con Michael. <<Siempre quise probar a un mulato ¿Por qué no ahora?>> Pensó la rubia en lo que evitaba la mirada de su ex... lo que fuera.

—Hola hermosa, cómo me alegro de verte —el cubano sonrió a su amiga y ella le devolvió una sonrisa forzada muy bien fingida.

Atenea, durante sus días en cama, había comprendido que estaba haciendo mal las cosas, que si quería descubrir a su socio, lo que tenía que hacer era unirse a él, no seguirle. Y cuanto más cerca mejor. Aunque odiando como odiaba las drogas, para ella era más duro estar junto a Batista, que morir de hambre.

—Yo también me alegro de verte, Bati, gracias por cubrir mi turno. ¿Descansaste ayer?

—Sí, mucho, aproveché para estar con mi hijo, hacía rato que no pasábamos tanto tiempo juntos.

—¿Cómo está tu familia?

—Todo bien, como siempre.

—Me alegro —Atenea pasó su mano por el brazo de su socio y notó como su cuerpo se tensaba bajo el contacto de su piel.

<<Esto va a ser muy fácil>>

Vee volvió a la sala tras acomodarse el pelo, la ropa y el maquillaje, quedaban diez minutos para abrir y su amigo y compañero se encontraba limpiando la cristalería cuando rompió un vaso con sus propias manos.

—Chanchi, ¿estás bien? —le preguntó antes de dirigir la mirada hacia donde él lo hacía.

Tenía los ojos clavados en el comportamiento que Atenea estaba teniendo con Batista, al cual le sonreía pícaramente y le acariciaba el brazo sin cesar.

—Hueles a sexo —volvió a mirarle y le cubrió la mano con un trapo. Se había cortado.

—Huelo a hombre, mi perfume favorito. Ahora vete a curar el corte, vamos a abrir dentro de unos minutos.

—Lo sé, llevo trabajando desde hace una hora, no como tú, que a ti te han trabajado.

—Para nada, ya sabes que ese no es mi estilo —le guiñó un ojo y Fabricio resopló molesto mientras se dirigía al botiquín de los vestuarios, donde Izan aún se aplicaba el aceite.



Afrodita estaba limpiando la sala número uno, tras terminar el turno, cuando sintió una presencia y volteó rápidamente, asustada. Al ver a Blacke el alma le volvió al cuerpo y con mucho dramatismo se llevó la mano al pecho mientras le regañaba por ser tan sigiloso.

—Te pondré un cascabel. ¿Qué haces aquí? Deberías estar de camino a casa.

—Sí, es que... —se acercó a ella mientras hablaba—, me gustaría hablar contigo un minuto ¿Puede ser?

—Claro —palmeó el sillón para que se sentase junto a ella.

—Te he notado extraña estos últimos días y sé que no debería meterme, pero...

—No te preocupes —le sonrió—, estoy bien, es sólo que he pasado unas semanas un tanto difíciles. Estoy agotada.

—¿Hombres? No me tienes que contar, pero tengo la sensación de que tiene que ver con eso y no sólo con Atenea.

—Algo así —suspiró. Sentía la necesidad de desahogarse— Había un chico, —quiso decir el nombre, pero recordó que no debía hacerlo—, pensé que teníamos algo más que un simple lío, pero al parecer no pudo mantener la bragueta cerrada mientras estaba de viaje.

—Lovi... —acarició su mejilla al notar que las lágrimas amenazaban con caer.

—No es que esté enamorada, no, es que siempre me pasa lo mismo. Llevo años intentado ser mala, ser la que se fija en un tipo y le patea al día siguiente, pero no me sale. Quiero decir, cuando alguien me gusta, lo doy todo y termino siempre sin nada. Sé que la solución es no dar tanto, pero no se hacerlo, simplemente soy así, pasional, visceral. Siento con el alma y sufro con lo mismo. ¿Cómo hago para cambiar eso? ¿Cómo hago para no enamorarme? Estoy jodida ¿verdad?

Blacke observaba cada gesto de su jefa con absoluto detalle. Cómo sus ojos brillaban con intención de derramar las lágrimas que contenían. Cómo le temblaban los labios tratando de aguantar el llanto y como movía sus manos nerviosas sobre las piernas. Las agarró para darle calor mientras hablaba.

—No creo que alguien que quiera con tal intensidad merezca sufrir como tú lo haces. Ojalá algún día una mujer me quiera de esa manera. No entiendo como hay hombres que pudiendo ser felices a tu lado, prefieren romperte el corazón.

Los ojos de Afrodita se clavaron en el precioso azul celeste que tenían delante y un río húmedo recorrió su mejilla al pestañear. Blacke secó sus lágrimas con el pulgar mientras se acercaba con delicadeza a los labios de la Diosa, quien lo recibió con gusto.

Sus lenguas, calientes, bailaron con ternura y ella aprovechó el momento para atrapar su rostro con ambas manos y profundizar más el beso, darle un poquito más de ritmo y pasión, tanto así que terminó a horcajadas sobre él, moviendo sus caderas al ritmo de sus latidos y deshaciéndose de su camiseta.

—Todavía estás aceitoso —susurró en su oído.

El joven mordió el cuello de Afrodita haciendo que un gemido se escapase de entre sus labios. Lovi llevó instintivamente las manos al pantalón y mientras desabrochaba su pantalón, él introducía las manos bajo su vestido.

—No, no, para, no podemos hacer esto —se levantó de golpe—, tengo que terminar de limpiar o me van a matar.

—Ok —se abrochó el pantalón y se puso en pie— pero me quedo para ayudarte y luego te acompaño a casa.

 
 
 

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3 Comments


Lou <3
Lou <3
Apr 24, 2021

Soy igual de pasional que Lovi y también siempre termino con el corazón roto

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denovelasvalacosa
denovelasvalacosa
Apr 24, 2021
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Lo sé, doy fe!

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Lou <3
Lou <3
Apr 24, 2021

Ay diosas.....

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