Capítulo 25 Detenidas
- denovelasvalacosa
- 2 abr 2021
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 21 dic 2021
La cara de Christopher al darse cuenta de que el regalo de Joel lo habían escogido las Diosas fue bastante cómica. Todos rieron ante aquella situación y a él no le quedó otra que sumarse, pero sin poder sacar de su cabeza una pregunta <<¿Cómo supieron que comprarme sin conocerme de nada?>>
Atenea, cuando dejó de reír, aprovechó que Erick había soltado los mandos y se fue corriendo hacia la zona del “Dj” para poner un poco de música antigua, canciones que le recordaban a su adolescencia y que sabía que nadie podría parar de bailar.
Venus agarró su ukelele y salió a la terraza, estaba sudando y necesitaba que le diera algo de aire, así que aprovechó que nadie la escucharía para tocar un par de notas y canturrear cualquier cosa que se le viniera a la cabeza.
—No sabía que supieras tocar —dijo una voz a su espalda. Ella dejó de rasgar las cuerdas—. Mucho menos que cantabas tan bonito.
Vee volteó su rostro para toparse de pleno con la intensa mirada de Zabdiel. Se sonrojó, algo que no le gustaba, le hacía sentir vulnerable, así que volvió a mirar al frente y sin agradecimientos, sólo con la mirada perdida, respondió:
—Hay muchas cosas que no sabes de mí, de Jesús.
Giró sobre sus talones, dejó el ukelele sobre la mesa que las chicas tenían ahí y entró en la casa.
—¿Qué hacías ahí fuera, mami? —preguntó Richard al verla entrar con los colores aún en sus mejillas.
—Tenía calor, salí a tocar un poco.
—¿Quieres que salgamos a pasear antes de que te vayas?
La chilena frunció un poco el ceño y luego una sonrisa pícara asomó en su rostro, preocupando por un segundo al dominicano, que pronto comprendió que sus planes eran mucho más placenteros.
Agarró su mano y aprovechando que todos bailaban y nadie le prestaba atención, se metieron en el cuarto de Afrodita.
—¿Quieres darme una alegría?
—Un par —respondió él con sus blancos dientes a la vista.
Se mordió el labio y tiró de su cintura para pegarla más a él y así poder darle un beso profundo. Caminó a tientas hacia la cama, pero ella le paró antes de que cayesen.
—Me mata, no, no, vamos al baño.
Lovi salió a la terraza al ver a Zabdiel ahí apoyado, tomando el aire y le abrazó por detrás para sorprenderlo. Cuándo él se giró, abrazó su cintura y dejó un beso sobre sus labios, luego la siguió y entraron en el salón, junto con todos, para seguir bailando.
—Me muero de calor, voy a ponerme algo más fresco —le comentó antes de dejar otro beso rápido en sus labios.
Caminó en dirección a su dormitorio y abrió la puerta mientras se deshacía de la camisa que llevaba puesta.
Escuchó un ruido en el baño y aunque se tentó para tocar la puerta, prefirió no saber lo que allí estaba pasando. Se acomodó un top y salió nuevamente hacia el salón. Observó atentamente a todos los presentes y entonces se dio cuenta de quien era la que gemía con poca intensidad.
Cuando Vee salió del dormitorio con Rich a sus espaldas, la Diosa se quedó mirándoles con los brazos en jarra y reprobación. Después vocalizó la frase “Ya hablaremos” y siguió perreando con Atenea.
Joel se acercó a Aldana, la veía un poco apartada de todos y aunque entendía que podía ser incómodo para ella estar en una fiesta donde no conocía a nadie, excepto a Lovi, porque Atenea y Venus ya se habían marchado, pensó que ya que habían hablado un poco antes, podría integrarla.
—¿Te estás divirtiendo?
—Sí, gracias. —Respondió ella con una dulce sonrisa—. Siento no haber traído regalo, Vee me avisó que me pasara hoy mismo y no tuve tiempo...
—Tranquila, lo entiendo, no pasa nada —le devolvió la sonrisa—, ya me lo compensarás con una copa. —Ella alzó las cejas y él se sorprendió al escuchar sus propias palabras.
—¿Qué te parece esta noche?
—Me parece bien, claro, cuando terminemos aquí...
—¿Por qué esperar a que termine? ¿Qué pasa si nos vamos ahora? Vee y Ati ya no están, tus amigos están divirtiéndose, no creo que se molesten si te vas y, no es por nada, pero alguien debería decirle a Richard y a Christopher que el mundo no se acaba esta noche, que no hace falta que se beban todo el alcohol de una.
Joel se rio tanto ante aquel comentario que la peruana no necesitó más para agarrar su mano y tirar de él con fuerza. El mexicano le dio un último vistazo a sus amigos y sonrió. Apoyó la copa que sostenía sobre la isla y salió por la puerta junto con su nueva amiga.
Como a las dos de la mañana, quizá las tres, todos se habían ido, dejando a Zabdiel y Lovi solos en la casa, alcoholizados y muy calientes. Sin pensarlo mucho, el muchacho se deshizo de la ropa que la española llevaba y le regaló un juego de caricias y besos allá donde ella iba poniendo chocolate. Después sería su turno.
—Necesito una ducha —dijo juguetona cuando ya habían probado todas las superficies de la casa.
—Yo también, creo que todavía tengo chocolate en... —no pudo terminar la frase porque Afrodita ya había desaparecido dentro de su habitación.
A las siete de la mañana el teléfono sonó, sacando a Joel de un caluroso sueño. Atendió malhumorado y se sorprendió al escuchar la voz de Vee al otro lado de la línea. Se sentó de golpe al saber que había sido arrestada junto con Atenea y que necesitaba que fuera a ayudarlas.
Él, aún dormido, supuso que lo mejor sería avisar a Afrodita, ella debía saberlo, así que tras decirle lo ocurrido salió de la cama y agarró lo primero que encontró para vestirse.
Por su lado, Lovi, saltó de la cama como alma que lleva el diablo y despertó del susto a Zabdiel, quien dormía como un bebé hasta ese momento.
—Me voy a comisaría, han detenido a las chicas.
—¿Cómo que han detenido a las chicas?
—No lo sé, Joel acaba de llamarme.
No le dio tiempo a preguntar más pues su chica acababa de salir por la puerta sin importarle que él se quedara ahí con millones de preguntas en la cabeza y aún más cerca de Morfeo que de la tierra.
Salió de la cama lo más rápido que pudo, se vistió y para cuando llegó al ascensor la puerta se estaba abriendo.
Agarró la mano de la Diosa para tranquilizarla y le dio una sonrisa calmante que hizo que ella, al fin, soltara el aire que sin darse cuenta estaba reteniendo y que aflojase los hombros.
Durante todo el trayecto ninguno abrió la boca, sólo caminaban a grandes zancadas para llegar allí lo más rápido posible.
—¿Dónde está Joel? —Zabdiel se encogió de hombros y buscó en su bolsillo el teléfono para llamarlo, pero ella no esperó a que respondiera y entró en la comisaría; se acercó al primer policía que encontró y comenzó a hablar con él, pero no entendía nada. Era la primera persona en todo el país que le hablaba en inglés y al que no entendía.
Joel entró junto con su amigo y mientras él se encargaba de todo el papeleo y de pagar la fianza, Zabdiel tranquilizaba a Afrodita quien estaba a punto de entrar en un bucle de ansiedad.
Cuando Vee y Atenea salieron y vieron ahí a Lovi, sus caras se descompusieron, había una razón por la cual habían llamado a Joel y no a ninguno de sus socios.
De camino a casa todo era silencio. Mientras Vee caminaba apretando los dientes, Atenea iba con la cabeza gacha. Joel, abrazado a los hombros de la rubia para darle algo de calor y Zabdiel de la mano con Afrodita, quien caminaba por delante, firme y muy callada. Algo que olía a peligro.
—¡¿Qué cojones ha pasado?! —gritó al fin mientras se giraba y hacía frenar a todos.
Atenea miró a su amiga, sabía que eso iba a pasar, sólo esperaba el momento en el que explotase.
—Cerramos como siempre y escuché ruidos en la puerta, así que fui a ver que sucedía —comenzó a relatar Vee mientras apretaba los puños—. Dos tipas estaban agarrándose a golpes en la puerta del club y tuve que separarlas.
—Gran idea, claro que sí —ironizó Lovi. Venus la ignoró y siguió hablando.
—Recibí un puñetazo en la boca y tuve que devolverlo. En realidad fue un acto involuntario, bueno, ni tan involuntario, mira mi boca —señaló su labio inflamado y morado—, lo menos que se merecía era la nariz rota.
—Lovi esas tías estaban locas, drogadas, de verdad. Yo salí tras Vee y traté de frenarlas junto con ella, pero las perras me arañaron.
Todos escuchaban atentos como las Diosas relataban lo ocurrido, aunque Afrodita cada vez se veía más roja. No podía apartar la mirada de las magulladuras que tenía su “hermana” en el cuello.
—Bueno, una cosa llevó a la otra y justo apareció la policía. Una de las tipas se le tiró encima al agente y nos detuvieron a todas. —Lovi respiró profundo y esperó a que terminara para hablar.
—¿Vosotras creéis que teniendo un negocio podemos hacer estas cosas en la puerta? Quiero decir, la publicidad va a ser la hostia. “Las dueñas del Lilith se pelean con dos clientas.” Brutal, vamos.
—Iban hasta el culo, Lovi.
—Me importa una mierda como fueran, no podéis hacer esas cosas ¿No lo entendéis? De verdad que no sé que mierda os pasa en la cabeza. —Pensó que quizá su enfado era desmedido, pero su dramatismo natural no le dejaba hablar de otra manera.
—¿Y qué esperabas que hiciéramos? ¿Esperar a que los super machos que trabajan con nosotras salieran a nuestro rescate mientras las tipas nos sacaban la cresta? —preguntó irónica la chilena—. No seas tonta Afrodita, en el mundo real si te golpean en la calle no puedes esperar un segundo golpe, te defiendes. El chanchi y tú saben todo de mí, saben que no puedo esperar como princesa a que me rescaten y si me ibas a retar como si fueras mi mamá, me hubieses dejado pasar la noche en el calabozo, no hubiera sido la primera vez. —le lanzó con rabia.
Afrodita comenzó a caminar, ignorando todo lo que decía y aguantando las lágrimas que no pensaba derramar. Zabdiel la siguió, pero ella le pidió que se marchase, que la dejase sola, que no era una buena compañía, así que se quedó parado esperando a Joel.
—Gracias por llamarla ¿No te paraste a pensar que si te llamamos a ti fue porque no queríamos que lo supiera?
El mexicano abrió los ojos estupefacto y antes de seguir discutiendo, se fue hacia donde se encontraba su amigo.
Cuando Atenea entró a su departamento y vio a su amiga en la terraza, llorando, se acercó y le dio un abrazo cargado de disculpas. Sabía que debía haber llamado ella, sabía que había hecho mal metiéndose en una pelea y sabía lo mucho que estaba sufriendo Lovi por el miedo que tenía de perderla.
Venus escuchó los sollozos desde la puerta que la rubia había dejado abierta, esperando que entrase tras ella, y decidió reunirse con las españolas para disculparse, quizá, por su comportamiento altanero y orgulloso. Aunque no lo dijo, sólo se unió al abrazo.
Cuando Richard se despertó encontró las llamadas perdidas de Zabdiel y frunció el ceño. Abrió los mensajes que tenía sin leer y ahí estaba, uno que decía que Venus estaba en casa con el labio partido y que había sido detenida durante la madrugada.
No había terminado de leer cuando salía por la puerta de su edificio y corría hacia la casa de las Diosas.
Aldana escuchó el telefonillo, insistente, y se levantó de la cama al ver que nadie abría. Vio la puerta del dormitorio de Vee abierta y supuso que habría dormido con Richard aprovechando que Tebbi no estaba.
—¿Quién es?
—Soy Richard ¿Está Vee?
—No, no volvió anoche, pensé...
—¿Sigue en comisaría? No puede ser...
—¿Cómo que en comisaría? Espera, voy a preguntarle a Atenea, sube. —Apretó el botón y así como estaba cruzó el descansillo y tocó la puerta de enfrente.
Atenea abrió, a duras penas había podido dormir algo, todavía estaba nerviosa. Cuando Aldana vio su cuello se llevó las manos a la boca, asombrada.
—¿Qué te ha pasado?
—Anoche tuvimos un pequeño incidente, nada importante. ¿Qué necesitas?
—¿Sabes algo de Vee?
—Sí, tranquila, pasa, está aquí. —Le dijo con una sonrisa para calmarla—. Vinimos las tres a casa y Afrodita no dejó que se marchara. Está durmiendo en mi cama.
—¿En tu cama? —preguntó alguien desde el pasillo.
—Buenos días, Richard. Sí, Afrodita es una dramática y nos secuestró en la casa.
Aldana y Rich entraron en el departamento y siguieron a Ati que se disponía a hacer café para todos.
—¿Tú cómo estás? —preguntó el dominicano, que también estaba al tanto de lo que le había ocurrido a ella.
—Bien, fue un mal susto, pero nada más.
Afrodita salió de la habitación un poco asustada al no ver ahí a Atenea y se relajó al encontrarla en el salón con el morenazo, que supuso había ido a ver a Vee y su vecina.
Charlaron por un rato hasta que Vee se despertó y al escuchar las voces fuera, su humor se esfumó junto con el calor del café.
—¿Hoy también hay fiesta? —ironizó. El dominicano se levantó rápidamente y se acercó a ella para darle un abrazo—. ¿Qué haces aquí?
—Me contó Zabdiel y vine corriendo.
—Verga, es que —bufó—, ¿por qué mierda andan contando cosas que no les corresponde?
—¿Crees que no debió contarme? —preguntó contrariado.
—No, tú y yo no somos nada, no tienes por qué saber mis cosas, no creo que sea asunto tuyo. —Richard enarcó una ceja y con mala cara, sin mediar palabra, salió de la casa.
—¿No crees que te has pasado tres pueblos y medio? —preguntó Afrodita molesta por su actitud.
—Es que no entiendo que les pasa. Llamo a Joel y te llama a ti. Tú vienes con Zabdiel y de la nada ya lo sabe todo el mundo.
—Todo el mundo no, sólo la gente que se preocupa por ti y el tío con el que te acuestas que por cierto es RICHARD y que estaba tan preocupado que ha dejado de ir a ver a su hija por venir a ver como estabas. Te estás luciendo Venus, la verdad es que hoy estás haciendo pleno en gilipolleces. —Dicho esto Afrodita se metió en su cuarto sin dar paso a discusiones.
Vee miró confundida a Atenea y Aldana y preguntó, despectivamente, si también la niñera necesitaba enterarse.
—La niñera se preocupó por ti cuando llegó Richard a buscarte y vio que no estabas en tu cuarto. Pero tranquila, me voy a TU casa a esperar a que TU hijo vuelva, porque para eso es para lo que estoy aquí. —Se levantó ante la mirada irascible de Venus y se fue dando un portazo.
—A mi no me digas nada porque estoy igual de jodida que tú, la diferencia es que yo no lo pago con los que se preocupan por mí. Debiste dejar tu orgullo estúpido y tu forma agresiva de ser y agradecer que todos se preocupan por lo que te pasó. Yo me alegro de tener a Lovi aquí, sino me sentiría muy sola en este momento, no sé como tú, que tienes a tanta gente que te quiere, les apartas así, con esa actitud de mierda que tienes.
—Nadie te mandó que te metieras en la pelea, ni que me siguieras, si tú terminaste entre rejas fue únicamente responsabilidad tuya y si tan sola te sientes, será hora de que busques amigos o vuelvas a España. —Este último comentario hirió de verdad los sentimientos de la rubia y aunque lo intentó, no quiso quedarse callada mientras veía a Venus irse.
—Me metí para defenderte porque defiendo a los que quiero, jamás pensé que una persona pudiera merecerlo menos.
Solo se preocuparon por ti
Venus está vez sí te has pasado mucho
Dios mío
Venus te haz pasado y mucho.... Está vez me ha dolido y mucho lo que haz hecho y dicho