Capítulo 16 Dr. Amor
- denovelasvalacosa
- 27 feb 2021
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Venus se despertó con varios mensajes en el teléfono, el primero era de Joel, que le preguntaba como estaba ya que las chicas le habían contado sobre Tebbi.
[Mas tarde te llamo, sólo dime cuando estés despierta. Un beso grande.]
El segundo, de Afrodita, la cual le había enviado un audio, pero no una nota de voz, sino lo que parecía ser una grabación pues duraba más de tres minutos. Decidió dejarlo para después, no tenía ganas de levantarse de la cama y tampoco de despertar a su hijo con el ruido, así que siguió con el tercer mensaje.
[Hola Vee, las extrañamos mucho, espero que Lovi te haya enviado el audio, me dijo que lo había grabado todo. Esperamos hablar contigo pronto. Un besito. E.]
Sonrió al terminarlo y la incertidumbre comenzó a poder con su flojera, así que se levantó y se dirigió a la cocina mientras leía el último mensaje.
[Señorita Muñoz, sé que lo que estoy haciendo es ilegal, sacar su número de teléfono del historial médico de su hijo, pero me gustaría saber si por alguna casualidad usted querría salir a cenar alguna noche conmigo. Un saludo. Dr. R]
Le causó gracia como había escrito el mensaje, le parecía tan tierno y a la vez tan sexy con esos brazos imponentes y sus ojos claros. Su acento español y su sonrisa perlada. Siguió leyendo.
[Vaya gilipollez acabo de enviarte... lo borraría si no fuese porque queda marcado que he borrado un mensaje y eso me parece aún más patético. Me hago cargo de mis estupideces, pero tengo excusa, llevo demasiadas horas sin dormir. Lo de la cita sigue en pie. Por cierto, soy Alexander.]
Quiso hacerle sufrir, así que decidió contestarle después de preparar la comida, la cual haría mientras escuchaba el audio que Lovi le había enviado.
Sacó un par de cosas de la nevera mientras en el teléfono sólo se escuchaba ruido y segundos más tarde, cuando tenía los huevos en la mano, la voz de Richard se escuchó comenzando una de sus nuevas canciones, lo que hizo que Venus se llevase las manos a la boca para no gritar, rompiendo así esos huevos en el camino.
—Mierda —se quejó y permaneció escuchando mientras limpiaba el desastre que había formado en el suelo.
Afrodita se sentó en la cama y comenzó a navegar por la red. No podía dejar de pensar en quien podía ser aquel hombre. Buscó en páginas que hablaban sobre sueños, esperando que no tuviese nada que ver con su familia.
—¿Todo bien, Lovi? —preguntó Atenea al entrar a su cuarto sin golpear la puerta.
—Deberíamos aprender a llamar a las puertas
—Nah, si estás acompañada o tocándote, deja un calcetín en la puerta y listo.
—¿Qué somos, universitarios pajeros que necesitan que todos sepan que por una vez están mojando?
—No, compañeras de piso muy indiscretas —responde con gracia—, ¿Qué pasa? No te hagas la loca.
—No puedo sacarme de la cabeza ese sueño.
—¿Tan bien lo pasabas? —Afrodita se rio, era inevitable no hacerlo ante el va y ven de sus cejas.
—Que idiota eres. No, osea, sí, lo pasaba de miedo, pero es que me da miedo lo que pueda significar.
—Lovi, es un simple sueño, no le des más vueltas.
—¿Y si no lo es? ¿Y si está aquí?
La noche llegó a Miami y con ella uno de los días con más trabajo para las chicas. El hecho de que Venus no asistiera aquella noche hizo todo un poco cuesta arriba, aunque por suerte Fabi era demasiado bueno en lo suyo y consiguió sacar casi todo a tiempo.
Atenea, desde el escenario, hacía todo lo posible por vigilar el consumo de estupefacientes y Afrodita hizo lo mismo desde su posición.
Era imposible, vigilar a todas las clientas era más que imposible, podían ver en algunas ocasiones pupilas demasiado dilatadas o mandíbulas que se movían sin necesidad. También bocas secas y alguna que otra cosa más que indicaba que ahí seguían drogándose, pero ¿Qué más podían hacer ellas?
—Bati, creo que las chicas de la mesa cinco están más que pasadas de rosca, ¿Deberíamos pedirles que se vayan?
—No podemos hacer eso Atenea, no hay un motivo claro por el cual podamos echarlas.
—No, no lo hay, pero no podemos esperar a que les de otro puñetero mal viaje.
—Ok, hagamos algo, linda, voy a observar lo que hacen, si veo que van al baño te aviso y te encargas de vigilar que no se metan nada.
—Esto es un asco.
—No debería ser nuestro problema.
—Pues para mí lo es, siempre he estado en contra del consumo, mucho menos en mi local.
—Entendido Lilu, pues hagamos eso, yo te aviso cualquier cosa.
—Muy bien, estaré donde siempre.
Vee durmió al pequeño y se fue al salón, no tenía sueño pues se había pasado la tarde durmiendo. Pensó en preguntarle a Aldana si quería salir a ver una película con ella, pero entonces, su compañera de piso, apareció toda arreglada y se despidió de Venus con una enorme sonrisa. Iba a aprovechar su noche libre para divertirse un poco por las calles de Miami Beach, le dijo, así que resignada a pasar la noche sola y aburrida, se sentó el sofá y agarró su teléfono para revisar las redes sociales antes de decidir que hacer.
—¡Alexander! —exclamó al darse cuenta de que nunca le respondió el mensaje.
[Hola Alexander, no me puedo creer que hayas roto la ley por mí —Se rio al recordar la canción de los chicos—, vamos a tener que hablar muy seriamente sobre tu comportamiento. ¿Esta noche en mi casa? Tengo una película y algo de comer esperando.]
No esperó que le respondiera, pues hacía horas que le había escrito y supuso que estaría o trabajando o durmiendo, pero se sorprendió al ver que la pantalla de su teléfono se encendía unos segundos más tarde.
[Pensé que te habías asustado y que jamás responderías. Me veía con esposas y una orden de alejamiento... Pero me alegro de que no sea así. ¿Quieres que me pase por tu casa en media hora? Envíame tu dirección, no llegué a apuntarla, me parecía abusar de la ilegalidad. BTW yo siempre estaré dispuesto a romper la ley por ti.]
Cursi, sexy y falso, muy falso le sonó todo eso a la Diosa, pero ¿Qué importaba? Ella lo único que quería era divertirse y el Doctor era el hombre perfecto para hacerlo.
Le dio el visto bueno con un escueto mensaje y salió corriendo hacia el dormitorio para meterse de cabeza en la ducha. Sabía que el ruido podría despertar al pequeño, así que agarró sus cosas, la lencería más sexy que tenía y se duchó en el baño de Aldana.
Para cuando se hubo vestido, el teléfono volvió a vibrarle avisando de que ya estaba abajo. Le abrió la puerta y espero con impaciencia, pero tranquila, que llegara.
—Hola Dr. Rodríguez —le saludó sonriente al abrirle.
—Señorita Muñoz, un placer volver a verla. —se acercó para darle un par de besos.
—El placer es todo suyo —se apartó un poco y giró sobre sus talones para volver al salón. Ella sonreía pícara, él se aguantaba la risa por su comentario.
—¿Qué película vamos a ver?
—Note Book, ¿la viste?
—No tuve el placer...
—Mmm —murmuró Vee mientras pensaba—, me parece que hoy todo será un placer.
Atenea se despertó con un hambre atroz, así que se levantó rápidamente de la cama y fue hacia la cocina, encendió la cafetera y sacó unos huevos para desayunar. La noche anterior terminó siendo tranquila, aunque ella la vivió en completa tensión por su afán de vigilancia.
Por suerte, aunque Vee no había ido, Fabi pudo hacer frente sólo a todos los pedidos, algo que le parecía extremadamente sexy. Le observaba trabajar muchas veces y veía como se movía tras la barra, con tanta soltura, a tal velocidad, con los brazos desnudos y la camiseta marcando su abdomen bien cuadriculado. Se relamía pensando en que podría hacerle; con lo delgadita que era, podría jugar con ella como si de una muñeca se tratara. Se imaginaba en los vestuarios, contra la pared, abrazada a él cual Koala y moviéndose de arriba a abajo con las manos de Fabi en su trasero. Los gritos de las mujeres en la sala taparían sus gemidos y... Sacudió la cabeza para dejar de pensar en aquello en cuanto escuchó la puerta de Afrodita abrirse.
—Buenos días bebé —la saludó mientras rascaba su cabeza, alborotando más aún su pelo.
—¡Buenos días! ¿Quieres huevos? —le preguntó Ati mientras los sacaba de la nevera.
—Aquí los quiero —respondió Lovi mientras se daba palmaditas en la barbilla y se reía—. ¿Qué le pasa a esta ciudad que no me da lo que busco?
—Bueno, somos dos... si me apuras te diría que tres contando a Vee.
—Mi conejito se ha quedado sin pilas.
—Que cerda eres, no necesitaba saber eso.
—Como si tu no fueras a coger tendinitis con todo lo que usas la mano —se rieron por lo cierto de sus palabras y continuaron hablando de lo mal que estaba tratándolas Miami, sexualmente hablando.
El timbre sonó mientras la sartén se calentaba y Afrodita fue a abrir la puerta. Al otro lado se encontró a una Venus ojerosa y de sonrisa amarga. La puerta de su casa todavía estaba abierta y ningún niño salió corriendo a saludar, así que imaginó que Tebbi seguía dormido.
—¿Soy mala madre si digo que quiero matar a mi hijo?
—¿Qué ha pasado? ¿Se pasó la noche vomitando?
—¡¿Quién es?! —Gritó Atenea desde la cocina.
—Una loca que quiere matar a su hijo.
—Dile que entre y le quitamos las ganas a sartenazos.
—No puedo, Tebbi está en la cama y Aldana no regresó a casa todavía. ¿Vienen a desayunar a casa?
—¡Ati apaga el fuego, Vee prepara el desayuno!
Llegaron al departamento de Vee y mientras esta preparaba el desayuno, les fue contando lo agradable que fue su cita la noche anterior.
—Mi hijo me odia. Estaba... bueno, anoche vino el Doctor que le atendió...
—¿Le pasó algo grave al niño? —interrumpió Lovi, preocupada.
—No, no, vino porque... bueno, el tipo está buenísimo y no pude evitar invitarle a casa cuando me escribió proponiéndome ir a cenar en uno de estos días. La cuestión es que después de una larga conversación, pusimos una película.
—Ah, claro, hiciste la de Netflix and chill.
—Eso es. La cuestión, como decía, que después de media película me dieron ganas de comer... ¿Cómo le dicen ustedes? Ah, sí, palomitas. Bueno, me levanté para prepararlas y él me siguió, me atajó de camino a la cocina, posó sus manos por mi cintura y me besó en el hombro. Yo casi me muero ahí mismo ¿Saben cuánto tiempo llevo sin sexo? —preguntó, pero sin dar tiempo a que respondieran, continuó—, mucho. Mucho tiempo y bueno, en esas estábamos. Me hizo girar sobre mi misma para dejarme cara a cara con él y con una mano en mi cuello me besó. Nuestras lenguas jugaron, me cargó y me sentó sobre la isla y juro que me faltaron manos para deshacerme de su camisa. Cuando él me quitó la mía y me devoró de cuello para abajo...
—Joder —se quejó Afrodita con cara de asco mientras se alejaba de la encimera de la isla.
—Tranquila, no pasó nada; Tebbi se despertó, salió de la cama, abrió la puerta y nos encontró medio desnudos.
—Traumatizado para toda la vida —se rio Atenea.
—Lo peor —siguió Vee mientras miraba mal a sus amigas que no podían dejar de reírse al imaginar el panorama—, es que en ese preciso instante vomitó. Obviamente esto derivó en llantos, casí más por mi parte que por la de él.
—¿Qué hizo el Doctor amor?
—Zorra —respondió Venus, seguía con los ojos entrecerrados—. Pues así como estaba, sin camisa, cargó a Tebbi y lo llevó al baño de Aldana. El Taz siguió vomitando y dejó todo perdido. Yo mientras tanto me volví a colocar la blusa y limpié el suelo de mi pieza.
—Así que tu mal humor es porque al final...
—Al final nada, bañamos al Tebbi, se vistió, me dio un beso y se fue.
—¿Y ya? Que borde.
—Bueno, primero revisó al Tebbi, le dimos agua, suero y cuando ya se quedó dormido, Alexander pensó que lo mejor era dejarnos solos, aunque quedamos en vernos otro día.
—Entonces si parece buen tío.
—A mí que verga, yo no quiero casarme con él, quiero coger. —Se quejó Vee enfurruñada.
—Miami nos trata malamente.
—Vosotras vinisteis con un propósito y lo está queriendo cumplir, no lo olvidéis, pero ¿Qué excusa tiene conmigo esta ciudad?
—Que eres una cobarde. —Atenea miró mal a la chilena, estaba cansada de que la llamase así—. Lo siento, pero es la verdad; Fabi está muerto de ganas y tú también.
—Pero él no quiere nada.
—Atenea, te tenía por una tía con más cojones, como dicen ustedes. Fabi no sabe lo que quiere. Él no querrá un amor de película, pero ya te digo yo que a ti te quiere. —La rubia abrió mucho los ojos—. No, no digo que te quiere de que te quiere, digo que ambos se quieren para pasar mínimo un par de noches en la cama, así que dejen de joder y hagan lo que tengan que hacer.
—Yo no quería meterme, pero Vee tiene razón.
—Ok. Yo avanzo con Fabricio si tú llamas a Cruz y te quitas la espinita. Porque estoy segura de que tus sueños tienen que ver con la falta de sexo.
—No quiero volver a ver a un tío que no me cae bien.
—Mentira, tú te lo quieres coger como nosotras queremos cogernos a nuestros tipos, pero eres otra cobarde.
—¿Cobarde? ¡Pero si no me interesa!
—No te mientas a ti misma Lovi, está bueno, es interesante y casi te lo tiras la última vez. Dale a tu cuerpo alegría Macarena.
Las tres necesitan mucho "amor" jajajaja
Hasta ahorita ninguna tenido suerte jajajaja