Capítulo 12 ¡Qué no es una cita!
- denovelasvalacosa
- 13 feb 2021
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Pasaron una agradable mañana en la playa, con Erick, que decidió quedarse contando chistes, Jaime y Joel.
Tras horas y horas dorándose al Sol y nadando cual pececillos, Atenea decidió dejarles pues tenía que prepararse para su cena.
—¿Con quién vas a cenar? —Joel parecía celoso, aunque a ella le recordó a esos celos de hermano que los suyos siempre tenían.
—Con un amigo.
—Con Fabricio, el barman que está conmigo en la barra del club.
—¿Vas a salir con Fabi? —preguntó sorprendida Afrodita que no sabía nada sobre el tema.
—¿Tú cómo sabes eso?
—Me lo ha dicho él —se defendió Venus ante el tono de su amiga.
—Ah.
—Bueno, entonces las llevo a casa.
—Pero yo no quiero irme todavía —se quejó Lovi, que a pesar de no ser la mayor fan del Sol, estaba encantada con la reunión.
—No se preocupen, yo vine en mi carro, si quieren quédense con nosotros y las acercamos más tarde —se ofreció Erick con una encantadora sonrisa.
—Hecho.
—Vendido.
Joel frunció un poco el ceño ante la determinación de las chicas a pasar más tiempo con el joven del grupo, pero sin decir nada se levantó de la toalla, recogió sus cosas y se despidió con cariño de sus amigas antes de llevar a Ati al centro comercial.
Pocas horas más tarde Atenea tenía un vestido sexy y ajustado en una bolsa y ropa interior sexy en otra. Afrodita bajaba del coche tras despedirse de Jaime y Erick salía a su vez para abrirle la puerta caballerosamente a una sorprendida Venus que aceptó gusta la mano del cubano para poder salir.
—Nos vemos pronto chicas, ha sido un placer conocerlas.
—Para nosotras también Erick y recuerda...
—No le cuentes nuestro secreto a nadie —terminó la frase Lovi con una sonrisa radiante, que indicaba lo mucho que le divertía el juego con los chicos.
El ojiverde se acercó a ambas chicas y se despidió de las dos con un beso en el cachete, dejando en la cintura de Venus una leve caricia que aun siendo imperceptible para los ojos de Lovi, no pasó desapercibida por la receptora, que se tensó un poco y aguantó con firmeza las ganas de tirarse encima del moreno.
—No sé como no me le tiré encima. —Confesó Vee mientras subían en el ascensor.
—Nos estaremos acostumbrando a su presencia.
—Tal vez... pero yo me los agarraba a todos al tiro.
—No hace falta que lo jures, te creo.
Al entrar en su apartamento, Afrodita se encontró con una Atenea nerviosa, que daba vueltas por el salón como si intentara hacer un agujero con sus pies.
—¿Todo bien? —le preguntó preocupada.
—Todo mal... me emocioné y compré un vestido precioso, sexy y ajustado y ahora tengo la sensación de que es mucho... Esto no es una cita, somos dos amigos que quedan para conocerse un poco mejor. Que digo amigos... dos compañeros de trabajo...
—En realidad eres su jefa... —interrumpió la morena.
—¡Ves! Peor me lo pones... ¿Qué estoy haciendo?
—Tranquila mujer que no es para tanto. Tómalo con calma, sal a divertirte y que pase lo que tenga que pasar. ¿O te gusta mucho?
—No... sí... no sé... el caso es que cuando me mira siento como todo da vueltas.
—¡Hostia! Atenea E-NA-MO-RA-DA lo nunca visto...
—Vete a la mierda. No estoy enamorada...
—Claro, claro, Lilu nunca se enamora. —Se burló Lovi.
Erick tocó la puerta del departamento de Joel y este abrió con únicamente el pantalón puesto.
—¿Qué pasó wey?
—Perdón ¿Interrumpí algo? —preguntó alzando las cejas al recordar que se había ido con Atenea.
—¿Qué vas a interrumpir? Estaba haciendo algo de ejercicio en casa, nada más. —Le respondió mientras se dirigía a la cocina—. ¿Qué pasa Erick? —le veía nervioso y eso no era para nada normal.
—Nada loco, sólo venía a hablar contigo.
—No te creo... hemos pasado toda la mañana juntos ¿De qué vas a querer hablar?
—Bueno, está bien, quería preguntarte algo... ¿Tú de verdad no tienes nada con tus amigas? -Joel rodó los ojos y respondió un poco molesto.
—No entiendo que no comprenden de la palabra amigos. Sí, sólo somos amigos ¿Por qué?
—Es que son muy lindas, me parece raro que... bueno, da igual, mejor. —Hizo una pausa dramática y continuó—, es que... bueno, me gustó Venus y... ¿Tú dices que la invite a salir? —A Joel le hubiera sorprendido si hubiera dicho otro nombre, pero se había dado cuenta de las miradas que le echaba durante la mañana y también como lo hacía durante la noche en el club. Incluso recordaba las palabras de alago que tenía hacia ella.
—No sé wey ¿No es un poco mayor para ti?
—La edad no importa loco, lo que importa es la conexión.
—Entonces dale nomás, quizá acepte.
Afrodita salió a patinar con Freya mientras su amiga se calmaba ante su “Cita que no es una cita” y en el camino una llamada interrumpió la canción que estaba escuchando. Antes de contestar vio que el número no lo tenía guardado así que un cosquilleo en la barriga apareció al imaginar quien podía ser.
—¿Sí? —preguntó. De momento nadie que hablase inglés tenía su número, así que seguía contestando en español.
—Hey beauty, soy Cruz.
—Hola señor Cruz, ¿a qué debo el placer de su llamada? —preguntó tratando de hacerse la superada.
—¿Es un placer mi llamada? —preguntó divertido, a lo que no obtuvo mayor respuesta que un gran estruendo—. Afrodita ¿Estás bien?
—¡Mierda! —Lovi se acercó hasta el móvil que había caído a unos centímetros de ella—. Sí, perdón, me tropecé, caí al suelo y mi teléfono salió volando. Menos mal que tenía bien agarrada a Freya, sino ahora estaría corriendo libre por Miami o debajo de algún coche.
—¡Qué dramática! —respondió ante su comentario mientras se reía—, ¿Pero estás bien, te has hecho daño?
—Estoy bien, no ha sido nada que no me haya pasado antes, soy bastante torpe, —contestó un poco avergonzada—, ¿Y para qué me llamabas?
—Para hacerte caer, cumplí mi misión, fue fácil.
—Pues entonces ya puedo colgar —respondió ella aguantando la risa, al igual que sabía estaba haciendo él.
—¡No, espera! Llamaba para preguntarte si te gustaría que vayamos a cenar más tarde.
—Hoy tengo que trabajar, pero mañana tengo el día libre.
—Muy bien entonces ¿A qué hora te llevo el desayuno?
—Dudo que quieras venir a las seis de la mañana cuando termine de trabajar, así que... ¿Nos vemos a las ocho?
—¿De la mañana?
—De la noche, para cenar.
—Está bien, como ordene la princesa del infierno, Lili.
—Que graciosillo.
Venus estaba tumbada en su cama mientras su hijo veía dibujitos, cuando le llegó un mensaje de voz de un número desconocido.
<<Hola hermosa, soy Erick, gracias por darme tu número de teléfono esta tarde... bueno, quería preguntarte... quizás no quieras pero... eeeh... bueno... ¡mierda! ¿Qué estoy haciendo? ¿Cómo se borra esto?>>
Vee se rio al escucharlo, quería responder pero vio que él estaba grabando otro así que esperó.
<<Hola hermosa, bueno creo que eso ya lo dije... “Dios Erick concéntrate y cálmate” —pensó mientras hablaba—. Quería saber si te gustaría salir conmigo algún día... para conocernos un poco mejor, ya tu sabes.>>
<<Tranquilo ojitos, soy solo yo —rio—. Me parece un buen plan, mañana es mi día libre, ¿Qué tienes en mente?>>
Atenea atravesó el descansillo en busca de la aprobación de Venus para el outfit y ella, que la vio nerviosa, decidió que lo mejor era bajarle un poco el glamur al look, ya que Ati no paraba de repetir que era demasiado, con una chaqueta vaquera.
—Ahora si vas a matar al chanchi —le dijo antes de despedirse, pues el susodicho esperaba en la puerta del edificio—. Disfruta en tu cita.
—¡Qué no es una cita!
Caminaron juntos hasta el restaurante donde el chileno había hecho una reserva. Vero Italian era un lugar precioso, con una terraza hermosa decorada todavía con luces, lo que le daba un toque romántico y navideño. Él no pudo evitar mirarla de arriba a abajo cuando se adelantó para pasar primero por la puerta y se descubrió pensando en sus curvas más de lo que le gustaría. También se percató del ajustado vestido que tapaba aquella chaqueta oversize y de lo bien que le quedaba a su cuerpo.
Hicieron su pedido antes de tan siquiera decirse media palabra el uno al otro. Pizza para él, Raviolis rellenos de salmón con salsa de calabaza para ella.
Mientras la camarera servía las copas de vino que habían pedido, Atenea comenzó a reírse como si alguien hubiera contado un chiste.
—Parecemos dos críos —dijo al fin y él se contagió de su risa infantil.
—Tienes razón. Rompamos el hielo... cuéntame algo de tu vida.
—Tengo dos hermanos, una sobrina y mi perra falleció hace menos de un año.
—Oh, lo siento...
—Está bien, no te preocupes, ya estaba mayor la pobre... —Fabi asintió y continuó hablando.
—Así que dos hermanos ¿Cómo se llaman?
—Si te lo digo no me vas a creer...
—Sorpréndeme
—Eros y Apolo. Eros es el pequeño pero tenemos una gran afinidad. Con Apolo sin embargo... nos hablamos más por mi sobrina que otra cosa. —Bebió un poco de vino y prosiguió—. Al ser la mediana siempre sentí un poco de presión. Tuve que esforzarme más por impresionar a mis padres o bueno, al menos eso sentí.
—¿Tus padres saben a que te dedicas aquí?
—¡No! Bueno, mi madre sí, no le gusta mucho, pero lo acepta. Los hombres de mi familia son bastante... cerrados, así que no lo entenderían. ¿Y tú? ¿Qué hay de ti?
—Pues yo tengo tres hermanos. Mi hermana mayor con la que también me llevo un año y dos hermanastros. Cuando era chico mi padre desapareció, pero el papá de mis hermanitos siempre nos trató a mi hermana y a mí por igual.
—Oh, ¿Fue muy duro para ti?
—Pues era chiquito y no recuerdo mucho de mi papá biológico, para mi el gordo siempre será mi padre, él fue quien me impulsó a seguir el camino que yo quisiera.
—¿Y cual es ese camino? ¿Siempre quisiste trabajar tras una barra?
—En realidad estudié turismo en Australia y me fui allá por cuatro años, aunque siempre he trabajado de barman. Me encanta, no lo cambiaría por nada del mundo.
¿Y tú siempre quisiste tener un club así?
Afrodita se despertó bastante temprano aquella mañana, los nervios previos a la cita con Cruz no la dejaban descansar, así que decidió ir directa a la habitación de su amiga a ver si estaba despierta para que le contase que tal le había ido con Fabi.
—Ati, ¿se puede?
—¡Déjame sola! —le gritó.
Afrodita sin insistir se fue hacia la cocina y encendió la cafetera, sacó unos croissants de la nevera y los metió al horno. Adoraba cuando Atenea dejaba algo de repostería listo para la hora del desayuno.
Pegó un brinco al escuchar como se abría la puerta del dormitorio de su amiga y se cerraba de un portazo. Sabía que algo había ido mal la noche anterior, no hizo falta más que escuchar su grito para saberlo, pero no esperó verla con esa cara, desencajada, como si hubiera pasado la peor noche de su vida.
—Buenos días mi amor —trató de animarla.
—Buenos serán para ti... A mi dame café antes de que vuelva a la cama.
—¿Qué ha pasado? ¿No salió bien tu cita?
—¡Qué no era una cita!- le espetó.
—Ok... cuando se te pase el mal humor hablamos. Sírvete tú el café. Tienes desayuno en el horno, yo me voy a casa de Venus.
—Perdón... no quería pagar contigo mis frustraciones... Siéntate que te lo cuento. Afrodita, mirando a su amiga suspicaz, decidió hacerle caso.
—Pues anoche fue genial. Hablamos, nos contamos prácticamente toda nuestra vida. Ahora sé que tuvo una infancia un poco dura, que se fue a Australia... Bueno, resumiendo, fue una gran noche, pero al llegar a casa...
—Besa mal. —Sentenció Lovi.
—No lo sé, porque me dio el beso en el moflete, eso sí, rozando mi cintura muy tiernamente y se fue... se fue... osea... ¡SE FUE!.
—Y tu no querías que se fuera, por supuesto...
—No... sí... no quería que se quedara a dormir, pero...
—Pero que no te dejara dormir sí que lo querías ¿no?
—Eso es... —suspiró.
Pobre Atenea, le dejaron con más ganas jajajaja
Sí hubiera sido una cita tal vez si hubiese pasado algo más jajajajaja