Capitulo 45 Y felices los cuatro
- denovelasvalacosa
- 8 ene 2022
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Afrodita y Zabdiel llegaron a El Tucán, restaurante que Richard recomendaba encarecidamente a todo el mundo, y tras tomar asiento le echaron un ojo a la carta.
—¿Tienes mucha hambre? Yo la verdad es que tengo el estómago un poco cerrado hoy. —Confesó la española mientras se dedicaba a revisar la lista de cócteles. Estaba nerviosa.
—Pues no almorcé, así que diría que sí. —Alzó la vista del menú y notó el nerviosismo de su acompañante—. ¿Estás bien, mami? pareces algo... no sé, te noto extraña.
—¿Eh? —Le miró a los ojos y los bajó a sus labios rápidamente—. Sí, claro, es sólo que aún estoy molesta por lo de Batista —mintió—. Disculpa, no quiero amargarte la fiesta, prometo relajarme cuando me tome la primera copa. —El boricua sonrió.
—Está bien, pues que no se hable más. —Paró al primer camarero que pasó por su mesa y con una sonrisa en los labios pidió un Wiskey con hielo para él y un Sex on the beach para ella.
—¿Cómo sabes lo que tomo? —se sorprendió.
—Porque te conozco mejor de lo que piensas, mami.
Venus y Richard cruzaron las puertas del restaurante de la mano, hablaban de alguna tontería pues se acercaron al host entre risas.
—Hemos reservado mesa para dos.
—Sí, por supuesto, señor Camacho, deje que compruebe que la habitual está libre. —El hombre desapareció rápidamente con dos menús en mano y ellos se quedaron esperando en la entrada.
—Uy, señor Camacho, pero si parecer importante.
—Mami, soy importante —se burló él— ¿no te has dado cuenta todavía?
Vee rio su gracia mientras disimuladamente buscaba la mesa en la que Lovi debía estar sentada. Dio con ella en el momento el metre llegó.
—Disculpe, señor Camacho, pero su mesa no está lista todavía. Mientras la acomodan, ¿Querrían esperar en la barra?
—No se preocupe... —Vee se fijó en su chapa— James, acabo de ver a unos amigos, esperaremos ahí con ellos.
Richard no entendía de que hablaba, pero dejó que la Diosa le llevase de la mano hasta la mesa en la que la otra pareja se encontraba.
—Hola, bebé —saludó la chilena cuando se acercó lo suficiente.
—Vee, Richi, ¿Qué hacéis aquí?
—Vinimos a cenar. —Respondió el dominicano mientras dejaba un beso en su mejilla—. Al fin ustedes hicieron caso de mi recomendación.
—Sí, Lovi me convenció que quería ir a bailar y me acordé de este sitio.
—¿Vosotros vais a cenar también?
—Sí, estamos esperando por nuestra mesa —se apresuró a decir Vee.
—Ah, pues no esperéis más, podéis sentaros con nosotros. —Zabdiel se quedó mirando a su acompañante con desconcierto—. ¿Verdad, Zab?
—¿Eh? Ah, sí, claro, sin problema, tomen asiento.
Se hizo a un lado, pensando que serían Richard o Afrodita quienes ocuparían el asiento, pero Venus fue más rápida y tomo el lugar que quedaba junto al boricua, algo que también desconcertó al dominicano.
—¿Y ustedes, habían venido otras veces? —preguntó la chilena con desparpajo.
—No, yo tenía muchas ganas también. Batista me lo recomendó hace tiempo. —El semblante de Lovi cambió nada más mencionar a su socio.
—Hablando de ese tarado. ¿Sabes algo de él?
—Ah, se me olvidó contarte, llamó a Ati en la mañana. Al parecer ha tratado de comunicarse con ella en varias ocasiones.
—¿Crees que Atenea esté molesta porque haya ido a buscar a su mujer?
—¿Y por qué iba a estar molesta por eso?
—Es obvio —intervino Zabdiel— A tu amiga le interesa el cubano.
—¿Erick? —preguntó Richard sin entender mucho de que hablaban.
—No, Batista...
Pasaron la cena debatiendo sobre Atenea, Batista, Fabi y Ruby, quienes al parecer habían iniciado hacía unos meses una nueva relación.
Iban por la segunda copa y el postre cuando La mejor versión de mí, de Romeo Santos y Natti Natasha sonó.
—Vee ¿Te parece si salimos a bailar?
—Preferiría terminarme el trago primero si no te molesta.
—No, claro, vamos más tarde.
—Yo amo esta canción. ¿Vamos nosotros? —se ofreció Afrodita.
—¡Claro! ¿Todo cool, brother?
—¿Perdón, le tiene que parecer bien que te saque a bailar? —se ofendió un poco la española.
—No, no, sólo pregunté porque quizá el quería salir a bailar contigo. —La mirada de la Diosa se suavizó y Vee aguantó la risa.
—Nosotros bailamos siempre, no creo que le moleste que salga un ratito contigo. —Miró al boricua y le lanzó un beso antes de darle un culazo a Richard para que se moviera.
—Todo cool, papi, disfruta mientras puedas, luego te la robaré.
Atenea saltó de la cama cuando un golpe seco la hizo retumbar. Abrió el cajón de su mesilla de noche y se colocó los tapones que sólo usaba en ocasiones especiales. <<Madre mía, Zabdielito, ¿Qué te han dado de cenar esta noche, toro?>> pensó antes de cubrirse la cabeza con la almohada para mayor amortiguación de los gemidos.
Tenía las manos perdidas entre las curvas de sus caderas, mismo lugar donde fueron a parar sus besos antes de desaparecer entre sus muslos una vez más. Afrodita gemía sin control, aquella noche estaba siendo una locura y se dejaba llevar por las sensaciones que surgían a cada paso.
—Joder —gritó al sentir una ráfaga de fuego en la boca del estómago.
En su memoria, los bailes sensuales con Richard mientras miraba ardiente los ojos de Zabdiel. Ver como se mordía el labio mientras ella repasaba la zona intima del dominicano con el trasero, la excitó tanto que, para cuando terminó la canción, su único deseo era llevarlo a su casa y cabalgarlo como una amazonas.
Los mordiscos alrededor de su pezón la devolvieron al presente y un suspiro ahogado silbó entre sus dientes cuando sin preguntar introdujo sus dedos en ella, con fuerza y empezó a moverlos hábilmente dentro de su húmeda apertura.
—No pares, por favor —le suplicó aferrándose a las sábanas.
Pero él no le hizo caso y tan pronto dejó de penetrarla con la mano, lo hizo con su miembro erecto, listo para todo lo que se venía a continuación.
—Me vas a volver loca.
Venus tenía las piernas enroscadas en su cadera presionándole para que llegase más al fondo, haciendo peso para poder moverse bajo su cuerpo y buscar así la estocada perfecta que le hiciera gemir su nombre, pero no llegaba. Algo estaba pasando, algo no iba bien.
Cansada de esperar por un trato salvaje, giró sobre su cuerpo y le obligó a ponerse debajo. <<A veces, si quieres algo bien hecho, debes hacerlo tú mismo>> Se volvió a meter ese miembro erecto que tan caliente le ponía y montó a quien la miraba con devoción, como a un caballo salvaje.
—Fuck, mami. —Los gemidos comenzaron a inundar la habitación y cuando él se vio sobrepasado, la levantó como si de una pluma se tratara y la colocó en cuatro para poder darle eso que acababa de mostrarle que quería. Rudeza.
Azotó su trasero, tiró de su pelo y llenó su espalda de besos y mordiscos que llevaron a Venus a un estado en el que todo era posible y en el que podía tener lo mejor de los dos mundos. La dulzura con que acariciaba su cuerpo con su nariz, con la punta de su lengua y el borde de sus dientes mientras segundos mas tarde una mano rodeaba su cuello y lo apretaba hasta hacerle sentir el placer más inexplicable.
Richard se apeó con su ropa y entró en el baño para asearse y vestirse al ver que ella se estaba quedando dormida. Esa era la señal de que debía volver a casa.
Al regresar al cuarto se quedó observando a quien descansaba en la cama y pasó su mano por la cara sin creerse, aún, la noche que había vivido.
Recordó como todo dio comienzo, como una simple conversación le había llevado a terminar ahí, en la habitación de Afrodita.
—¿Están proponiendo que me acueste con Lovi? —Richard no entendía muy bien que diablos estaba pasando.
—Estamos proponiendo un juego, morenazo. Nosotros lo pasamos bien juntos, ellos también —Miró a sus amigos— ¿No es cierto? —Ellos asintieron—. Pero Lovi y yo pensamos que también sería divertido hacer un intercambio.
—¿Tú estás de acuerdo, Lovi? —Zabdiel volteó a un costado para poder mirarla.
—Habría reglas, por supuesto, pero a mí no me molestaría en absoluto. Quiero decir ¿Quién le diría que no a Richard?
—Te sorprenderías, mami.
—Pues tontas ellas, yo desde luego no querría morir sin saber a que saben tus labios.
Todavía sentía escalofríos al ver la mirada de Zabdiel, incrédulo y el brillo en los ojos de las chicas mientras hablaban del tema. Es más, tenía un recuerdo vívido de como las manos de Venus acariciaron su miembro antes de que él aceptara.
—Pero que sepas que de mí no te libras, morenazo.
—¿Te vas? —preguntó la Diosa, sacándole de su ensoñación.
—Eh —dudó que responder—, sí, bueno, supongo que querrás descansar, ha sido una noche larga.
—E intensa, pero puedes quedarte si quieres, es tarde, nunca haría que te fueras a casa a estas horas. Además, tenemos el mejor servicio de desayuno. —Le regaló una sonrisa tierna que descolocó por completo al dominicano—. No te sientas obligado, eh. —La inseguridad se apoderó de ella.
—Sí, claro, mami, es sólo que nunca duermo con Vee y ya se me hizo costumbre.
—Bueno, es que ella tiene un hijo al que cuidar cada mañana y con el que pasar la noche. Ya sabes.
—Sí, sé que tiene sentido, pero... —negó con la cabeza— me encantaría quedarme si te parece bien, aunque no puedo prometer que vayas a dormir.
—Lo mismo digo. —Una sonrisa pícara llenó sus rostros y pocos segundos más tarde el caribeño ya se encontraba dentro de ella embistiendo brutalmente mientras mordía su cuello.
Venus apartó con cuidado el brazo de Zabdiel y se levantó de la cama al ver la hora en su teléfono. Apenas quedaban un par de horas para que su hijo despertara y debía volver a casa, darse una ducha y arreglar sus ojeras. No había dormido, apenas acababan de terminar el segundo round y al parecer su compañero había claudicado y había caído en un coma profundo.
Recogió su vestido que yacía tirado a un lado, junto a la puerta del baño y mientras se lo ponía la cerró de golpe de un traspiés.
—¿Te vas?
—Sí —contestó sin prestar mucha atención, pues estaba en busca y captura de su ropa interior.
—Ah —respondió el boricua, apenado—, pensé que te quedarías.
—No puedo, Tebbi se despertará pronto y no me gusta que no me vea en casa cuando lo hace. —Zabdiel, entendiendo el punto, miró en el suelo tras de sí y agarró el tanga que había quedado ahí tirado.
—¿Qué va a pasar después de esto? —le preguntó un poco inquieto mientras le ofrecía la prenda.
—Eso es algo que tendremos que hablar los cuatro, pero créeme, después de lo de anoche, no me importaría repetir. —Dejó un rápido beso sobre sus labios y se encaminó hacia la salida—. Creo que hemos traumatizado a tu gato. ¡Adiós, Appa! —Gritó al final, justo antes de cerrar y marcharse.
Atenea salió de la cama siguiendo el rico olor del café y pegó un grito al encontrarse a Richard en la cocina vestido únicamente con unos pantalones vaqueros.
—Joder Richard, ¿Qué haces aquí?
—Hola Ati, perdón por asustarte, no pensé que estuvieras despierta.
—Sí, estaba leyendo un poco pero el aroma a café me atrajo. ¿Qué haces aquí y así? —volvió a preguntar mientras señalaba su torso desnudo.
Era la primera vez que le veía de ese modo y se quedó prendida sus tatuajes y sus marcados abdominales.
—Bueno... —se rascó la nuca con nerviosismo.
—¡¿No me jodas que eras tú el de anoche?!
—¿Lo escuchaste?
—Sí, hijo, hasta mi madre que está en Madrid os escuchó, pero pensé que era Zabdiel, nunca imagine... No entiendo nada.
—En verdad, mami...
—No hace falta que me cuentes, ya me lo puedo imaginar. —Hizo una pequeña pausa mientras se acercaba a la cocina—. En fin, ¿Dónde está ese café? —El dominicano le alcanzó la taza que acababa de servirse.
—Gracias, Rich, pero soy de café con leche. —Se acercó a la nevera— ¿Te gustan los dulces? Ayer preparé croissantes para desayunar.
En ese momento Richard entendió a que se refería Lovi con servicio de desayuno y porque Zabdiel ya no aparecía por casa.
—Ya llegó por quien lloraban, bitches —Vee hizo su gran entrada matutina y los ojos del cantante se abrieron tanto que se le empezaron a secar.
—¡Tía Tenea! —gritó el pequeño mientras se lanzaba a los brazos de la rubia.
—Madre mía, Tebbi, que grande estás, ya casi no puedo auparte.
—¿Quieren dejar de acomplejar a mi hijo? —Richard se rio y llamó la atención de la Diosa—. Oh, Rich, no te había visto —se acercó mientras él respiraba nervioso y dejó un beso rápido en sus labios como saludo—. ¿Qué está preparando Ati para desayunar?
—Eh... —No sabía como actuar, la situación le resultaba extrañamente incómoda.
—Los mejores días para venir son cuando Atenea ha tenido la noche libre, eso significa que ha preparado algo rico.
—Bueno, convengamos que los días que tú no trabajas también nos alimentas bastante bien. —Le agradeció con una sonrisa, la española.
—Yo he considerado encarecidamente no dejaros trabajar más sólo para que me mantengáis la línea bien curva. —Afrodita salió del dormitorio con una toalla envuelta en la cabeza—. Buenos días, Vee. —Dejó un beso en su mejilla, después en la de Ati y cargó a Tebbi con dificultad. Mordisqueó sus cachetes y con el pequeño aún en brazos dejó un beso en la mejilla del dominicano.
—Esto... —hizo una pausa— ¿No se les hace rara la situación? En verdad lo de anoche fue extraño y ahora estoy aquí, en la cocina de Lovi, con las dos...
—Las cosas serán raras si las hacemos raras, Rich —dejó al niño en el suelo, quien rápidamente se fue a jugar con los perros ignorando lo que sucedía a su alrededor—, yo adoro a Zabdie y no quiero dejar de verle, pero no voy a negar lo innegable.
—¿Qué es?
—Que anoche lo pasé increíble.
—Doy fe —se rio Atenea— pero si me disculpáis, me voy a duchar, esta conversación no me concierne.
—Lo que Lovi quiere decir, y corrígeme si me equivoco, es que no le importaría que esto volviera a suceder. ¿Me equivoco? —Una sensación extraña recorrió su cuerpo.
¿Quería ella volver a ver como Zabdiel y Venus se besaban? ¿Sentía más por Zabdiel de lo que quería admitir? ¿Quería dejar escapar la oportunidad de volver a tener una noche como la que acababa de pasar? No le gustaba comparar y no pensaba hacerlo, pero ambos caribeños eran muy diferentes en la cama y ¿Por qué no tener lo mejor de ambos?
—Para nada. Pero esto es algo que debemos meditar y hablar los cuatro, así que ahora vamos a disfrutar de lo que hay en el horno que estoy famélica.
Joel salía de su departamento cuando un e-mail llegó a su bandeja de entrada. Lo abrió rápidamente cuando leyó lo que el "Asunto" rezaba. Nervioso y con el corazón acelerado comenzó a leer el encabezado y sin poder creer que aquello fuera cierto, llamó a Clara para confirmarlo. Seguro era una broma por parte de algún miembro del equipo o del grupo.
No había dado señal todavía cuando un mensaje apareció en su pantalla. <<Compadre, ¿leíste el e-mail que nos mandaron recién? ¿Es el día de los santos inocentes hoy? ¡¡¡Necesito saber si esto es verdad!!!>> La señal de la llamada se perdió en el ascensor, pero al salir recibió otro mensaje. <<¿Qué pasó, loco? ¿Ya viste el e-mail que nos mandaron? Estoy comprando el billete de regreso. P.D.: Selene viene conmigo, dile a las chicas>>
—¿Qué pasó, papi, qué tu estás mirando con los ojos brillosos? —preguntó Zabdiel quien recién entraba por la puerta con un café en la mano.
—¿No leíste tus e-mails?
—No, me olvidé el celular arriba.
—Bro, ¿Leyeron lo que acaban de enviarnos? —Richard hizo su aparición con la misma ropa de la noche anterior.
—No sé de qué están hablando.
—Mira —Joel le ofreció el teléfono y al leer el encabezado los ojos de Zabdiel se abrieron como platos.
—Nos vamos a L.A. —La emoción de Joel era incontenible.
—Fuck, brother, esto va a estar fustin bistin no tostin.
Mmm...algo me dice que no va a salir del todo bien eso de Vee, Lovi, Rich y Zab
Yo también quiero saber que dice el e-mail!!!!