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Afrodita-Lili

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Venus-Idlu

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Atenea-Lilu

Capítulo 38 El rompe catres

  • Foto del escritor: denovelasvalacosa
    denovelasvalacosa
  • 29 sept 2021
  • 10 Min. de lectura

Actualizado: 18 dic 2021

Venus salió temprano, como todas las noches y su estómago dio un vuelco al encontrar dos rostros conocidos a las puertas del club.

—¿Qué hacen acá?

—Estoy esperando a Lovi —respondió el boricua.

—No tienes que esperar fuera, puedes entrar, ya salió todo el mundo.

—Gracias —le regaló una sonrisa, dejó un beso en su cachete y volvió hacia el gran salón.

—Yo te esperaba a ti —le miró de soslayo—, no quiero volver a disculparme, sólo que solucionemos las cosas y dejemos de pelear. —Vee asintió.

—Mira Rich, me gustas, es obvio, pero no estoy dispuesta a aguantar escenas de celos.

—Yo tampoco, es sólo que... me he pasado la noche observando al tal Belfegor y entiendo porque te gusta. Desde luego espero que no sea por el nombre —intentó descomprimir y eso hizo reír a la chilena, quien negó con la cabeza, divertida—. Quiero volver a intentarlo. —Confesó finalmente.

—Podemos intentarlo, pero tú te vas seis meses y no quiero que vuelva a pasar lo que pasó, así que tengo una propuesta. Mientras estés en Miami tú y yo tendremos exclusividad, pero en el momento te subas a un avión o autobús, seremos libres de hacer lo que nos plazca con quien nos plazca. —Richard frunció el ceño—. No quiero saber nada, mantenme en la absoluta ignorancia, yo haré lo mismo.

—¿Eso quiere decir que te seguirás acostando con otros?

—Eso quiere decir que ambos seguiremos disfrutando del placer de la carne, sin compromisos, siempre que no estés aquí.

Richard apoyó su espalda sobre el muro de hormigón que tenía tras de sí y se pasó el pulgar y el índice por la barbilla mientras pensaba seriamente en la propuesta indecente que Venus había hecho. No le hacía gracia saberla en brazos de otros, pero no podía pedirle completa monogamia si él se pasaba la vida viajando.

—No sé si me gusta tanto esa idea.

El cuerpo de la chilena se le pegó tentando a su carne por un roce más cálido y este quedó completamente a su merced, con las manos temblando por hacerse las fuertes y no acariciar su trasero.

—Te gustará. —Concluyó y cerró la conversación con un apasionado beso que hizo erizar el vello de ambos.


Para cuando Zabdiel entró en el club, ya casi todo estaba recogido y la chica a la que buscaba se encontraba, bailarina, limpiando las mesas.

—Hola mami —Afrodita pegó un brinco y dio tal grito que la mitad de la plantilla se giró para mirarla.

—Za... Zabdiel, ¿Qué haces aquí?

—Vee me dijo que podía pasar, te esperaba fuera para acompañarte a casa.

—No hace falta, me iré con Batista y Atenea. —Él frunció el ceño.

—Bueno, pero deja que les ayude, así terminan antes.

—No es necesario, Zabdiel, es tarde, deberías irte a dormir, seguro que mañana tienes mucho trabajo. —No quería ser antipática, pero se olía las intenciones del boricua y no quería regalarle la victoria.

—Está bien, pero... —Se quedó callado, no sabía como más insistir.

—A menos que te de miedo volver a casa solo, entonces puedes esperar y te acompaño. —Una sonrisa triunfante en los labios de ambos hizo más que obvia la respuesta.

—Déjame eso, yo limpiaré las mesas.


Richard y Venus llegaron al departamento del moreno con las manos listas para arrancarse la ropa. Caminaron como pudieron y él abrió la puerta con dificultad mientras ella mordía su espalda e introducía las manos bajo su camisa.

La puerta se cerró tras ellos y Vee ya repasaba con sus labios los abdominales del dominicano quien miraba curioso como lo hacía.

—¿Tengo que preocuparme?

—Nada que envidiarles. —Respondió mientras se deshacía, acomodada de cuclillas, del cinturón de su pantalón y de éste—. ¿Te gusta que esté por acá? —preguntó al ver como se mordía el labio.

—¿Cómo no iba a gustarme? —Tragó saliva con dificultad mientras ella paseó su lengua por el miembro ya erecto, cubierto por los bóxer—. Fuck, mami. —Gruñó y apartó el largo pelo de la chilena de su cara, para poder verla mejor. Desde aquella posición se veía mucho más que hermosa, se veía, poderosa.

Venus se deshizo de la ropa interior de Richard de un tirón y se introdujo el miembro en su boca sin esperar. Lamió, succionó y repasó una vez más hasta que el dominicano no lo pudo aguantar.

—No quiero venirme todavía, mami, para por favor —le suplicó, pero ella no escuchó, quería sentir su sabor—. Venus, no me hagas ser rudo. —Volvió a suplicar.

Vee se apartó con la sonrisa en los labios de saberse ganadora, darle placer a ese hombre le hacía sentirse fuerte y verle suplicar que parara, lo hacía aún más.

Richard le ayudó a ponerse en pie para luego lanzarla a la cama con fuerza, ya sabía lo que le gustaba. Le quitó la ropa, se deshizo de su tanga e introdujo la cabeza entre las piernas de quien se sentía a su merced. La Diosa se retorcía, sabía que el orgasmo sería inminente, pero justo antes de alcanzarlo, cuando estaba por saborear el clímax, el moreno se detuvo, sacó un preservativo del pantalón y se empaló en ella de una sola estocada, haciendo que un gemido de placer saliera de entre sus labios.

Las posturas, los gritos, los jadeos y un crack. La saliva, las caricias, los besos y un crack.

—¿Has escuchado algo?

—Sólo nos escucho a nosotros, Vee.

Venus volvió a sumirse en esa espiral de sensaciones que le generaba la fricción de su miembro esperando en algún momento alcanzar el orgasmo, incluso se puso a cabalgarlo cual amazonas para intentarlo, pero él se adelantó, corriéndose dentro de ella con el último crack que partió la cama por la mitad.

—¡Mierda! —gritaron a la vez y se echaron a reír.


Zabdiel y Afrodita llegaron al departamento del boricua agarrados de la mano y con la calma que les infundía el haber arreglado las cosas. Se habían pasado el camino hablando y aunque seguían con ganas de hacer el amor, no sentían la premura que habían sentido antes.

—En velda me ha gustado mucho —respondió cuando Lovi preguntó por el club—. Yo pensaba que nosotros éramos buenos bailando, pero esos tipos nos han dejado para el arrastre.

—No es lo mismo —agarró a Appa, que se restregaba contra sus piernas al entrar en el apartamento—, vosotros no sois strippers y menos mal, porque si ya revolucionáis a las chicas así, imagínate si os desnudarais.

—Richard siempre se quita la camiseta.

—Bueno, él tiene alma de stripper, qué le vamos a hacer.

Ambos se acercan a la cama y miran al gato quien lame el brazo de Afrodita.

—Creo que él también te extrañó.

—¿También?

—Claro, mami, yo la extrañé muchísimo y lamento tanto haber sido tan tarado.

—Ya está bien de lloriqueos, ahora ven aquí y soluciona lo que hiciste —le sonríe, deja al gato en el suelo, quien rápidamente se queja y tira del cuello de su camiseta para besarlo.

Ya habían tenido su momento fogoso, así que en esta ocasión lo tomaron con más calma.

Lovi fue la primera en quitarle la ropa, dejando un río de saliva entre su cuello y su ombligo, torturando al muchacho con roces esporádicos sobre su miembro duro, pero jugando únicamente con sus testículos, algo que le hacía retorcerse de placer.

Cuando ya se hubo divertido bastante con sus suplicas, metió el pene en su boca y lamió, succionó y bailó con su lengua hasta que él introdujo a traición un par de dedos en ella, haciendo que un gemido asustase al gato, quien dormía plácidamente sobre la ropa que habían tirado al suelo.

—Ven aquí, quiero saborearte —le pidió el boricua.

Afrodita, insegura, se acomodó sobre él y dejó a su merced la sensibilidad de su cuerpo. No sabía explicar el porqué, pero la postura del sesenta y nueve nunca le había terminado de parecer atractiva y le generaba conflictos internos. Trató de relajarse y volvió a centrarse en él, hasta que la lengua húmeda de Zabdiel acarició su clítoris y entonces todo su cuerpo tembló, se tensó y se relajó de nuevo, disfrutando tanto como pudo de lo que él le producía.

—¿Quieres terminar así? —le preguntó en un susurro que generó aún más placer.

—No, no creo que sea capaz de correrme en esta postura.

No hizo falta más, él se zafó de ella, la tumbó en la cama y la devoró hasta que ella tiró de su cabeza hacia atrás para que le mirara.

—Fóllame ya, por favor. —Suplicó mientras se retorcía.

—Será un placer.


A la mañana siguiente Christopher despertó sólo en su cama, con un mal cuerpo y un humor de perros que nada más que patinar, podría arreglar. No quería ir sólo, así que pensó en llamar a Erick, hasta que recordó con quien había vuelto a casa la noche anterior. Supuso que Joel estaría libre, pero cambió de idea mientras bajaba las escaleras, iría a buscar a Zabdiel. Quizá el boricua estuviera despierto.

—¿Qué haces aquí, brothel?

—¿Qué pasó compadre? —preguntó al verlo en bóxer—, vine a ver si querías ir a desayunar y...

Una voz y la ducha de fondo hicieron que dejase la frase a medias, conocía esa voz, esa voz le erizaba la piel, le generaba sensaciones que no quería admitir, mucho menos frente a su hermano.

—¿Quién está en la ducha?

—Afrodita. —Un nudo en el estómago.

—¿Afrodita canta? ¿Qué haces que no estás con ella?

—No me dejó pasar. Oye brothel, voy a acompañarla a su casa y después te paso a buscar ¿Sí?

—¿Qué diablos haces aquí si ella está en la regadera? Papi, si yo fuese tú...

—Si le hubiera dejado entrar no habría podido ducharme en paz y no se vosotros, pero yo tengo muchas cosas que hacer hoy antes de irme a trabajar.

Christopher tragó saliva al verla aparecer con una toalla que tapaba apenas la curvatura de su trasero y cubría como podía sus exuberantes pechos.

—Lovi, saca lo que necesites del cajón, yo saco a este de acá. —Aún no se había percatado de la mirada lasciva de Chris o de como se retorcía los anillos para aguantarse las ganas de arrancarle la poca tela que la cubría. —Tú quita esa cara y deja de mirar a mi mujer así si no quieres que dejemos de ser helmanos.


"Mi mujer" era todo lo que la cabeza de Chris repetía mientras patinaba calle abajo en busca de su lugar, aquel al que acudía cuando quería pensar.

—¿Ha dicho mi mujer? —preguntó en voz alta esta vez, como si no pudiera creer sus palabras.

El humor de perros creció aún más y aunque ponía todas sus ganas en conseguirlo, no podía dejar de imaginarse sobre ese cuerpo mojado, sin nada entre los dos y haciendo las mil y una travesuras que su amigo debía estar haciendo en ese momento.

—Mierda.


Atenea despertó y se encontró con Batista a su lado. ¿En qué momento había pasado eso? Salió con cuidado de la cama y se fue hacia el baño, hizo sus necesidades, se acomodó el cabello, se lavó la cara, los dientes y cuando salió de él, Batista estaba de costado, mirando hacia ella pero con los ojos cerrados, semidesnudo y con tan sólo una sábana cubriendo sus piernas.

—Está bien Atenea, respira profundo y sal de aquí. No cometiste una locura ayer, no la vas a cometer hoy. Seguramente pensó que el sofá era incómodo y ya que estaba yo sola pues decidió meterse en mi cama...- pensó en susurros.

—En realidad me metí en tu cama porque quería dormir contigo, te lo pregunté mientras dormías y me dijiste que sí- contestó él sin abrir los ojos todavía—. No te vayas, quédate un ratito aquí conmigo.

—Que dices Bryant, ¿estás borracho? Estás casado.

—No, ella me abandonó y en el momento que decidió hacer eso me dejó el camino libre para que yo al fin pueda hacer lo que llevo queriendo desde que te conocí.

—No me líes Batista, estás casado y yo no voy a darle la razón a tu mujer cuando pensaba que estabas con alguna de nosotras.

—Pero no lo estaba, ahora que se ha ido yo puedo hacer lo que quiera. Venga Ati, ven conmigo, yo sólo quiero que me abraces, no quiero hacer nada más que eso, te lo prometo.

Atenea, que no era muy dada a los abrazos, quiso resistirse, pero seamos sinceros, ¿Quién le dice que no a tremendo portento? Y más teniendo en cuenta que llevaba babeando por él desde el preciso instante en el que su amiga les presentó. Cedió y se acercó a él, se sentó en la cama y se volvió a levantar cual resorte al escuchar la puerta de la entrada cerrarse.

—Mierda —murmuró Afrodita. Había cerrado demasiado fuerte.

Caminó con cuidado, pero dejó de hacerlo cuando Atenea salió a toda velocidad del dormitorio.

—¿Qué te pasa? Ni que hubieras visto un fantasma.

—No, lo que vi es un Batista metido en mi cama pidiéndome hacer la cucharita.

—¡¿Qué?!

—Shhhh. Te va a escuchar.

—¿Qué?- volvió a preguntar, pero más bajito.

—Lo que oyes, así que por Dios, sácame de esta porque no sé cuanto podré resistir la tentación de comérmelo enterito.

—Pues no entiendo a que viene tanta resistencia, está soltero y está como un queso y si no fuera porque me acabo de comer un rico dulce puertorriqueño, me metería a por uno cubano ahora mismo.

—Oye... que calentita has venido tú ¿no?

—Me intenté enfriar con una ducha, pero el señorito me tuvo que acompañar a la puerta y casi le violo en el portal.

—Baja al fuego, a ver si te vas a quemar, que nos conocemos.

—Nah, después de la última vez yo ya se a lo que atenerme. Hablaré con él sobre lo nuestro antes de que se vaya de gira, porque yo no pienso volver a esperar tontamente.

—Eso, así se habla.

—Yo ya hablé con Richard —dijo Vee mientras entraba con el pequeño Tebbi de la mano—. No me dejó dormir toda la noche y Aldana se tiene que ir. ¿Quién es buena amiga y me cuida al Taz?

—A mi no me mires, yo no dormí tampoco y tengo pensado pillar mi cama, porque sé que Selene está con Erick. —Venus miró con ojitos de corderito a Atenea, la única que podía quedarse con el pequeño por unas horas.

—Yo me encargo —dijo Batista saliendo del cuarto tan sólo con los bóxer.

—Diablos señorito, póngase algo que está mi hijo.

—Perdón chicas, no quería revolucionarlas.

—No mientas, te encanta. Pero yo ya tuve demasiado mambo por hoy.

—Yo terminé con una cama rota, así que estoy servida papi.

—Quedas tú, Atenea...

—Yo ya dormí contigo, no me pidas más. Espera... ¿Cómo es eso de que rompiste una cama?

—Le llaman el rompe catres- contestó la chilena con una sonrisa picarona.

—Pues ahora sí que me animo a lo del swinger.


 
 
 

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